El adiós
Restos de lágrimas en las mejillas. Se querían mucho pero se terminó. La vida al pasar obliga, dirige, estropea, tuerce, deshace hasta las relaciones más idílicas. Él le pidió un último beso, recordando el primero, furtivo, cinco años atrás y, al notar un dolor inmenso, descubrió dónde tenía el alma.
¡Qué forma más bella adoptan tus palabras para hablar del íntimo dolor que sufre el alma con el adiós definitivo! Esencia, Jesús. Saludos.
ResponderEliminarNunca hay que dar nada por sentado y no hay nada que ponga más a prueba cualquier cosa que la vida misma. Cinco años es apenas un soplo, pero también una eternidad en la que pueden suceder miles de cosas, incluido derruir lo que parecía inalterable. Las despedidas siempre son tristes. El alma es eso que no podemos ver pero está muy dentro y acusa el dolor, como bien has dicho.
ResponderEliminarHermoso relato sobre amor y despedida.
Un saludo
Sensorialidad a tope en los párrafos de tu micro, unidos a un triste adiós, que sugiere ese dolor inmenso.
ResponderEliminarSaludos y suerte.
Un relato muy triste. Al menos, el protagonista se lleva un último beso. No siempre se consigue. Saludos, Jesús
ResponderEliminarQué duro se hace el último adiós. Por lo menos pudo vivirlo, aunque de un modo fugaz.
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