El día después
No soporto este mundo plagado de injusticias. Observo cómo la degradación de la especie humana nos conduce a un camino sin retorno, alejado de la voluntad divina.
La inocencia infantil no exculpa del pecado. Conseguiré que pidan perdón. Los hijos de los herejes ya no ríen. Están muertos, como yo.
La inocencia infantil no exculpa del pecado. Conseguiré que pidan perdón. Los hijos de los herejes ya no ríen. Están muertos, como yo.
La crudeza que transmite el micro sirve como definición clara y estremecedora del fanatismo, una de las mayores lacras de la sociedad actual y, a la que paradójicamente, contribuye a alimentar. ¿Un círculo cerrado tal vez? De todas,Fernando, un micro que resuena como una detonación.
ResponderEliminarMe gusta lo de detonación, Manuel. Me alegro si he conseguido que el micro explote en nuestra mente.
EliminarMuchas gracias, un abrazo.
Fernando, como muy bien dice, Manuel,en su comentario, tu relato resuena como un eco, es como bien titulas, el día después. Pero también trae ecos de venganza o de odio. No sé si me encuentro ante una víctima o un verdugo.
ResponderEliminarTú relato está muy relacionado con el primero de hoy, en este también se ve la sinrazón.
Buen relato, Fernando.
Un abrazo.
Muchas gracias, Javier. A nuestros ojos se trataría de un verdugo, claro está. Pero él lo ve de otra manera... Vivimos en un mundo de locos.
EliminarUn abrazo.
¿Un fanático suicida que una vez muerto sigue pensando que los niños, por ser inocentes, no están libres de culpa? (y por ello también debían morir?) Y ¿quiere que los occidentales pidan perdón?
ResponderEliminarEso entiendo de la seguna parte, aunque la primera parecía llevarnos por otros caminos.
Qué malos son los fanatismos...
Un beso.
Exacto, Carme. Lo has comprendido a la perfección. No pretendo exculpar el terrorismo islamista, por supuesto, pero quería ponerme en la piel de uno de ellos. El fanatismo jamás lleva a buenos puertos.
EliminarBesos y gracias.
Es lo que decía Stalin: Si tienes un hombre que te causa un problema, matas al hombre y se acaba el problema. El problema, valga la redundancia, es que eso no se puede hacer.
ResponderEliminarUn micro pavoroso. Saludos, Fernando
Buen ejemplo de extremismo fanático has puesto, Plácido. Stalin fue de los mayores genocidas de la historia, tal vez incluso por encima de Hitler, que ya es decir.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo.
Yo también apuesto por esa interpretación de que el que habla es un fanático religioso esgrimiendo sus razones para causar la muerte a discreción, la suya incluida, si bien el primer párrafo atrona tan poderoso que se podría pensar que sale de la boca de un dios.
ResponderEliminarMagnífico, Fernando. La expresión de Manuel: "suena como una detonación" me parece una inmejorable forma de definir lo que transmite.
Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, Enrique. Efectivamente, el primer párrafo es la autojustificación religiosa del que se cree en poder de la verdad absoluta. Ocurre hoy en día con el terrorismo islamista, pero no debemos olvidar que en nombre de Dios, por desgracia, ha ocurrido en muchas otras épocas de la Historia de la humanidad.
EliminarUn abrazo.
Por desgracia hay que estar de acuerdo con el protagonista-narrador de este relato, cuando dice que la degradación de la especie humana parece conducir a un camino sin retorno. De lo que no se da cuenta el susodicho es de que esa degradación no es otra que la que él mismo tiene dentro, negando cualquier otra realidad. El problema es que en ese absurdo camino sin retorno que se ha marcado para sí mismo arrastre el fin de unos cuantos inocentes.
ResponderEliminarUn relato con el mérito de bucear en una mente enferma y peligrosa, ojalá sirva para llegar a comprender tanto sinsentido.
Un abrazo grande, Fernando
Excelente disección de las entreñas del relato, Ángel. Me has leído la mente, yo no podría haberlo explicado mejor. Tu alma de periodista, unida a tu maestría como contador de historias, hace que tus comentarios superen al relato comentado.
EliminarUn abrazo, maestro.
Fernando, qué fantástica manera de decirlo todo sin nombrar nada. Una forma especial de enfocar un tema atroz.
ResponderEliminarUn beso y suerte.
Muchas gracias, Asun. Tal vez este relato esté emparejado con el tuyo de la final de Copa de ENTC, ¿verdad? Ambos intentan relatar el horror del terrorismo islamista desde dentro. A ver si viene alguien y me dice que apoyo lo que no es...
EliminarUn abrazo, campeona.
Y muchos besos.
Si bien podríamos suscribir algunas de las ideas del primer párrafo sobre las injusticias y la degradación humana, no podemos hacerlo en cuanto a la forma en que este protagonista fanático cree que puede subsanarlas. Aunque actualmente estamos viviendo una oleada de fanatismo islamista, es válido por igual para cualquier religión que vea al otro como un hereje. Y tenemos muchos ejemplos a lo largo de la Historia.
ResponderEliminarUn abrazo.