Herencia de sangre
Al regresar al hogar, pensándose a salvo, no guarda bien el arma aún caliente y la deja ahí, de manera descuidada. Otra vez ha cumplido con lo que considera su trabajo sin experimentar la menor culpa.
—¡Hijo de tigre! —alcanza a decir, antes de que su pequeño vástago lo ultime.
—¡Hijo de tigre! —alcanza a decir, antes de que su pequeño vástago lo ultime.
Luciano, me gusta mucho tu relato. Indispensable ese magnífico título para entender ese remate final.
ResponderEliminarGran historia en tan solo cincuenta palabras.
Un abrazo y enhorabuena por tren estupenda historia.
Un abrazo.
Pablo.
Ya se sabe, quien por la espada mata, por la espada muere. Un relato en el que se muestra a las claras que, de una forma o de otra, toda acción tiene consecuencias, antes o después. No hay que tomar a broma la importancia de la educación y del ejemplo que damos a los hijos. Destaca en este relato la frialdad con la que el protagonista ejecuta su trabajo, en un nivel similar al que su hijo, en su juego, termina con la vida del padre.
ResponderEliminarUn saludo, Luciano
Realmente el padre podría sentirse orgulloso, de haber tenido tiempo, de la acción de su hijo, tan fría como podemos imaginar las suyas. Tal vez, esa expresión, sea un canto último de vanidad de un padre fiero y desalmado. Inquietante, Luciano. Saludos.
ResponderEliminarDe tal palo tal astilla. Excelente micro, Luciano. Saludos
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