Intempestivamente
—En diez minutos estoy en casa, mi amor —dice Luis a su mujer en un mensaje con besos y guiños cómplices.
Apenas un segundo después, ella se levanta del sofá, toma una ducha, se perfuma y se tumba desnuda sobre la cama.
—Creo —dice— que he perdido el móvil, Ricardo.
Apenas un segundo después, ella se levanta del sofá, toma una ducha, se perfuma y se tumba desnuda sobre la cama.
—Creo —dice— que he perdido el móvil, Ricardo.
Mucho meneo va a ver en la trastienda de este relato. Dejas a una mujer desnuda sobre la cama y a un esposo amoroso que va a conocer, intempestivamente, al amante de su esposa. La que has liao, Enrique. Se lee como un suspiro, pero se siente el torbellino. Ágil y sabroso este affaire que nos presentas. Un abrazo, Enrique.
ResponderEliminarmucho meneo va haber (me corrijo yo a mí mismo)
EliminarA veces creo que abuso de los temas tristes y he querido romper un poco la norma con este intento de tragicomedia, aunque como he dejado la acción antes de que se produzca el drama, pienso que le podemos quitar lo de "tragi". Me alegro de que te haya gustado, Manuel.
EliminarGracias por todo.
Un abrazo.
Enrique, creo que como muy bien indica tu título, en mal momento ha perdido el móvil. Me parece que Luis cuando llegue a casa va a tener el disgusto de conocer a Ricardo. Todo esto suponiendo que todo sea tan lógico como veo.
ResponderEliminarEnrique nos has contado una historia genial, pero nos has dejado queriendo saber más, que ocurrirá después.
Me ha gustado, Enrique, enhorabuena.
Un abrazo.
A veces es necesario que coincidan vacías circunstancias inesperadas para que se produzca lo extraordinario. En este caso, por el momento, los factores decisivos han sido ese móvil perdido en mal momento, y ese momento inesperado de vuelta del marido al hogar. Lo que ocurrirá después prefiero ni pensarlo, jajaja.
EliminarGracias, Javier. Muy amable.
Un abrazo.
Estas escenas siempre hacen pensar...
ResponderEliminarAlguien sale perdiendo ya sea con o sin tiempo para decidir.
Sutil y bien contado. Un registro este menos conocido a lo que nos tienes acostumbrados.
Besicos, Enrique
Posiblemente lo único malo de estas situaciones de infidelidad, deseables o no, sea el momento en que son descubiertas, jaja.
EliminarPor lo demás es verdad que suelo tocar temas menos alegres o livianos, y no sé bien por qué. En realidad no soy nada serio, aunque lo parezca.
Gracias, Carmen.
Un abrazo.
Dibujas, en apariencia, una escena cotidiana, cuando en realidad se trata de un doble escenario, con adulterio incluido, en el que tanto la pareja protagonista, como el tercero en discordia, ignoran el encuentro en esas horas intempestivas que está a punto de producirse. El capítulo final, lo que no se ve pero todos imaginamos, cuando ese hombre entre en su propia casa con sus llaves, puede ser apoteósico, un drama de Shakespeare.
ResponderEliminarUn vodevil de enredo, una tragicomedia con sorpresa, una historia realmente buena, tanto por lo que se dice como por lo que no, trazada con pinceladas cortas y un vocabulario en apariencia sencillo, todo ello en un puzle engarzado con tanta sutileza como maestría.
Seguro que me repito, pero lo tengo que decir: un placer leerte, Enrique.
Un abrazo grande, amigo.
No esperaba palabras tan grandes para un relato tan "chico" en cualquiera de los sentidos, pero me alegro mucho, por un lado por comprobar una vez más tu amabilidad, aunque también porque cuesta sacar adelante todos los relatos (no digo nada nuevo), independientemente de su naturaleza, y me alegro mucho de que hayas apreciado cosas que destacar en él, y sobre todo que hayas disfrutado leyéndolo, que a fin de cuentas es lo que siempre busco.
EliminarGracias por todo, Ángel, y otro abrazo fuerte para ti, amigo.
No sé, a lo mejor viven juntos los tres y tampoco pasa nada, cosas más raras se han visto.
ResponderEliminarMuy bueno, Enrique.
Pues ahora que lo dices, aunque ni se me había pasado esa posibilidad por la cabeza, veo que es totalmente válida. Mejor sería desde luego para todos.
EliminarGracias, Javier.
Un abrazo.
Hasta final del segundo párrafo, tu relato nos pinta lo que parece ser una bella historia de amor conyugal. Luego, con la sorpresa de la última palabra del micro, vemos que para ella no se trataba de una, sino de dos historias de amor. Le llegará a ella el turno de la sorpresa cuando ambas historias se solapen en el tiempo y el espacio.
ResponderEliminarNos podemos imaginar muchas formas de desenlace, pero me quedo con las ganas de que tú nos lo cuentes.
Buenísimo, Enrique.
Un cordial saludo.
Qué bonito eso de las dos historias solapadas en el tiempo y el espacio, Georges. Lo cierto es que has hecho una sinopsis fantástica de la historia.
EliminarNo sabría qué contar sobre lo que ocurra después, aunque sería interesante idear un desenlace distinto al previsible, quizá como el que apunta arriba Javier Palanca.
Gracias por tu generosa opinión.
Un abrazo.
Enrique, tu historia discurre dentro de la normalidad de una relación de pareja, pero esperas a la última de las palabras para descubrirnos que existe una infidelidad. Entonces, se dispara nuestra imaginación sobre el desenlace de este triángulo amoroso. Cuenta, cuenta...
ResponderEliminarMuy bueno, Enrique, digno de tu pluma.
Besos apretados.
Al fin y al cabo este relato podría ser solo un ejercicio de argucia para intentar sorprender al final y, de paso, lograr algo de divertimento. No sé qué ocurrirá después, jajaja; siento no poder contar más. Por tus palabras, no obstante, veo cumplida mi principal intención de esa segunda lectura una vez desvelada la situación real.
EliminarGracias por todo, Pilar.
Un abrazo.
Como siempre, los Micromochones muestran un trozo de realidad, perfectamente contada,y deja que acabemos los lectores el relato o imaginemos como sigue la historia.
ResponderEliminarComo siempre, maestro, es tu línea. Eres un referente de esta página del que intento aprender cada mes. Ojalá algún día lo consiga.
¡Bravo!
Un abrazo, padrino.
Pablo
Bueno, Pablo, que toda una institución en el mundo del microrrelato como es el sr. Núñez me diga eso es, de por sí, más de lo que esperaba lograr con este relato. Es evidente, de todos modos, que soy yo quien tiene que aprender de ti, ahijado y maestro.
EliminarGracias por tu amabilidad y generosidad de siempre, amigo.
Un abrazo.
Una historia de aparente amor conyugal contada en dos escenas consecutivas en el tiempo, pero en lugares distintos. Un encuentro que se presume feliz hasta que la última palabra nos revela la presencia del tercero, el amante. Y con este final el lector ya tiene más información que cualquiera de los tres componentes del triángulo. No es necesario contar más. El desenlace se desarrolla en nuestra mente y cada cual elegiremos el tono más adecuado en cada lectura de tu elaborado micro, Enrique.
ResponderEliminarUn relato de excelente factura, la punta del famoso iceberg. Enhorabuena y besos.
Qué gran comentario-análisis, Carmen. Seguramente la mayoría de nosotros escribamos de oído y, siendo así, muchas veces utilizamos recursos literarios sin saber que existen y mucho menos que tienen tienen nombre. En este caso me ha sorprendido gratamente tu reacción, tan razonada, ante un relato de temática tan intrascendente.
EliminarGracias por todo, Carmen.
Un abrazo.
No sé por qué, pero tu relato me trae a la cabeza dos recuerdos de la niñez. Uno es el monstruo de Sanchezstein, Luis Ricardo, y el otro es Raphael cantando Qué pasará, qué misterio habrá... Tendrá alguna explicación esto. Sin bromas, me ha gustado, aunque nos dejas parte del trabajo cada uno de nosotros. Suerte, Enrique. saludos.
ResponderEliminarJajajaja, qué bueno, Jesús, ese cantidubidubidubi. Vete a saber por qué se me ocurrieron a mí esos nombres. En cuanto a lo de Raphael, me temo que está no va a ser la gran noche de nadie.
EliminarGracias, Jesús. Aprovecho para decirte por aquí que no olvidaré nunca lo bien que me sonó mi relato " No estábamos preparados" al escucharlo de tu boca.
Un abrazo.
Dos escenas que conducen a un choque. Una historia que entra en dos flashes con precisión de delineante y deja lo inevitable al capricho imaginativo del lector. Esos dos monólogos entre un párrafo intermedio que describe la situación, me parece una estructura narrativa sencillamente genial. No sé cómo lo haces, Enrique, pero nos regalas historias interesantes contadas con lenguaje sencillo envuelto todo ello en unos relatos impresionantes.
ResponderEliminar¡Chapó, maestro! Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Yo sí que no sé cómo lo haces tú, Antonio, ya sea comentando, tan excepcionalmente, cómo escribiendo fantásticos relatos. Sinceramente me está sorprendiendo vuestra reacción ante un texto de fondo liviano, y me anima bastante, porque hay veces que rechazo mandar ideas de este tipo, y pienso que es por el tiempo que transcurre entre una publicación y otra; casi siempre acabo eligiendo algo más grave.
EliminarGracias por todo, amigo. Todo un regalo tus palabras.
Un abrazo.
Muy bueno, Enrique. Es necesario leer los mensajes de WhatsApp. ¿Qué momentos habré perdido por no hacerlo?
ResponderEliminarSaludos
Eso me ha recordado a un amigo, bastante reacio a tener móvil, hasta que echó cuentas de las cervezas con amigos que se estaba perdiendo. Ahora no solo lo tiene, sino que participa en varios grupos de WhatsApp. Nunca ha tenido términos medios, la verdad, jaja.
EliminarGracias, Plácido.
Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa imaginación se dispara ante esta historia de infidelidad, que hoy nos presentas. Sólo te han bastado dos nombres: Luis y Ricardo para descubrirlo.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Enrique
No cuento nada nuevo. Solo he intentado hacerlo de forma que cobrara algo de singularidad con esa sorpresa final.
EliminarGracias, María Jesús.
Un abrazo.
Espero que Ricardo no sea amigo de Luis. Si así fuera, la ruptura para este último sería doble. Bueno, igual mi postura es muy clásica, también pueden acabar en un ménage a trois. Muy bueno, Enrique. La sorpresa al leer "Ricardo" nos cambia todo el relato, aunque el título ya hacía sospechar que las cosas no eran como las estábamos entendiendo. Enhorabuena, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminarVeo que has pensado en los distintos modos en que podría continuar la historia. Me gustan esas opciones que planteas, aunque yo me pondría en lo peor, jaja, más que nada porque era mi idea desde el principio.
EliminarGracias, Juana.
Un abrazo.
No sé quien de los tres lo va a pasar peor dentro de esos diez minutos. Por el bien de todos, espero que a Luis se le pinche una rueda o algo similar.
ResponderEliminarMuy divertido tu micro del mes.
Un beso, Enrique.
Otra opción interesante. Yo también lo espero. Quizá hasta tenga problemas para cambiar la rueda y que incluso dé tiempo a que pase por allí Ricardo, ya con la faena hecha, y le eche una mano.
EliminarGracias, Asun.
Otro beso para ti.
El móvil, ese artilugio ya imprescindible, creo que ha cambiado en muchos sentidos nuestras vidas y, por supuesto, las relaciones amorosas, dando lugar, por ejemplo, a un nuevo machismo entre los jóvenes: el del que el chico quiera controlar los mensajes del teléfono de la chica.
ResponderEliminarEn cuanto a la situación que narras en el microcuento es una de las típicas de las infidelidades amorosas que tanto juego han dado, dan y seguirán dando en chistes y narraciones de todo tipo, incluidas grandes obras de la literatura universal.
Pero tu historia deja bastante espacio para las especulaciones, para las adivinaciones y las hipótesis. Ha de suponerse que la mujer ha tomado todas las precauciones antes de entregarse a la pasión amorosa con su amante, pero algo ha debido de ocurrir para que el marido, o la pareja haya decidido volver a casa cuando parecía que los amantes disponían de un lapso de tiempo lo suficientemente largo como para que ella se prepare a conciencia para el goce con su amante.
Pero ese duende burlón, que a veces parece intervenir en nuestras vidas cuando se dan una serie de coincidencias que no nos esperábamos, ha decidido enredar las cosas, y la sorpresa que les espera a los tres protagonistas del microcuento va a ser mayúscula; y queda para la fantasía de cada cual imaginar cómo va a reaccionar cada uno de ellos, aunque, sin duda, la peor parte será para Luis.
Así que la continuación de la historia va a ser muy intempestiva y muy tempestuosa.
Un abrazo fuerte, tocayo.
Cierto lo del móvil, Enrique; aparte de haberse convertido en imprescindible (quién lo hubiera dicho hace unos años), también es un arma para las parejas machistas, rasgo demasiado frecuente hoy en día entre la juventud, y que no deja de ser un síntoma de la progresiva decadencia social en la que nos hallamos inmersos.
EliminarY en efecto también, mi intención con este relato era solo la de escenificar un enredo de consecuencias previsiblemente negativas, si bien lo he dejado ahí, en puertas de la tragedia, por lo que lo catalogaría como un mero intento de comedia ligera.
Gracias por todo, tocayo.
Otro abrazo fuerte para ti.
Cómo darle la vuelta a la historia con la última frase, o si me apuras, con la última palabra! Con dos pinceladas, las justas, nos pintas una escena digna de un vodevil. Ya me lo imagino todo con canciones incluídas, hasta que llega Luis a casa y rompe los instrumentos contra la espalda de Ricardo y la mujer, jaja.
ResponderEliminarMuy bueno, Enrique.
Un beso.
Bueno bueno, menuda imaginación la tuya, jajaj. Desde luego, la escena es bastante recurrente, y se presta tanto a desenlaces trágicos como jocosos. Ese que te has sacado creo que tiene un poco de las dos cosas, y no está nada mal. El pobre de Luis quizá hubiese decidido dejar la banda para estar más tiempo con su esposa, y de ahí que llegara antes de hora...
EliminarGracias, Mari Carme.
Un abrazo.
Oy, oy, oy... se va a liar parda, Enrique...
ResponderEliminarIntempestivamente Luis va a conocer a Ricardo y la mujer, ¡ay la mujer! perfumadísima y monísima...
Una historia que es muy posible que sea real. No me gustaría nada estar en la escena, ¡vaya follón!
Una historia muy bien hilada, querido Enrique, nos tienes muy acostumbrados a tu buen hacer y sea el que sea el tema que elijas, lo bordas.
Un beso grande, enhorabuena.
Malu.
No me cabe duda de que cosas así pasan y pasarán a diario en muchos sitios. Yo tampoco quisiera estar en el pellejo de ninguno, y lo más triste de todo es que esta situación se podía haber evitado con un poco cuidado. Si dejas de lado ciertas precauciones, como la de tener el móvil encima (bueno, en la mesita mejor), este tipo de aventuras resultan demasiado aventuradas, jaja.
EliminarGracias por tus palabras, Malu. Con gente tan amable como tú (como vosotros), aquí sí que es verdad que nunca te la juegas.
Otro beso grande para ti.
jajaja Se avecina tormenta en esa habitación.
ResponderEliminarUn salud Enrique.
Sin duda, a no ser que pase algo inesperado que despeje los negros nubarrones que cubren el techo, jejej.
EliminarGracias y saludos, Raquel.