La eterna pugna
¡Déjala ir! ¡Es caso perdido! Incluso salvándola hoy, morirá mañana. Estás cansado, tu dolor es más fuerte que el suyo, ¡déjala y ve a casa con tu familia! Sólo prolongas la agonía, la de ella y la tuya.
¡Sal de aquí, muerte! No te la llevarás, no en mi guardia.
¡Sal de aquí, muerte! No te la llevarás, no en mi guardia.
Una épica manera de mirar el celo profesional de los profesionales de la medicina, e incluso, el celo particular de quienes velan por la vida de un ser querido enfermo. Para que el desánimo no se abra paso, hay que luchar con determinación. La presencia personificada de la muerte le confiere una fuerza tremenda al relato, pues subraya esa resistencia enconada de quien se niega a dejarse vencer. Saludos, Pedro.
ResponderEliminarLuchando batallas perdidas, a veces...
ResponderEliminarCuando dices al final "no en mi guardia", entiendo que hablas de un médico, intentando lo imposible, por evitar que uno de sus pacientes muera. No sé si por celo profesional, o por esa NO aceptación, de que una persona se muera entre tus manos.
Es duro... y hay muchos puntos a valorar. No sé cuál es exactamente el que te mueve a ti. Si esa lucha contra la muerte, o ese empeño desmesurado, que quizá haga sufrir en demasía y sin necesidad...
No lo sé.
Este 50 da para pensar mucho.
Me encanta. Felicidades.
Si lo pensamos bien, tratar de retrasar lo inevitable es una lucha inútil. La muerte siempre vence, es cuestión de tiempo. Entre esta realidad ineludible y el deseo de aprovechar cada instante están las ganas de vivir, aferrarnos a lo único que conocemos. Una opción épica y respetable, tanto como la contraria: dejarse ir cuando llega el momento. Tu relato apuesta por la primera opción. El protagonista y su acompañante o cuidador necesitan pelear cada minuto y tú lo has contado de una forma expresiva y llena de fuerza.
ResponderEliminarUn saludo, Pedro
Una curiosa pugna entre la medicina y la muerte. Por esta vez gana la ciencia, pero me temo que finalmente triunfará la naturaleza.
ResponderEliminarSaludos, Pedro
Planteas un duro dilema al que se enfrentan los acompañantes -familiares o profesionales de la medicina- ante el sufrimiento de los enfermos terminales. Duro es dejar al paciente en su agonía y duro decidir cuándo es el momento en que hay que dejar que la naturaleza siga su curso y la muerte haga su trabajo.
ResponderEliminarUn micro para reflexionar, Pedro. Un abrazo.
En este enfrentamiento entre muerte y ciencia, encuentro el eterno dilema de la eutanasia. Por una lado, me parece muy dulce la forma en la que se expresa la muerte en su intento de convencer de lo inevitable, de lo innecesario de prolongar lo que ha llegado a su fin. Pero enfrente está el orgullo, la 'honrilla' personal, el que 'le toque el marrón a otro', todo ello, pasando por encima del que agoniza, sin pensar que es mejor una muerte digna que no una muerte larga.
ResponderEliminarMe ha parecido una relato muy notable, Pedro, enhorabuena.
Un saludo
Bufff...realmente este 50 da mucho que pensar. Qué dilema. Empeñarse a toda costa en salvar una vida puede alargar la agonía y el sufrimiento pero, claro, el instinto de ayuda está ahí. No sé si calificar al médico de profesional o de egoísta. Si le ha llegado la hora creo que, con mucho pesar, hay que dejar marchar para que descanse en paz.
ResponderEliminarExcelente micro, Pedro.
Un abrazo.
El eterno dilema, alargar el sufrimiento o cortar ya mismo la agonía.
ResponderEliminarMuy bueno, Pedro.
Malu.