Objetivo cambiado
Avanzábamos en fila, con el frío metido en el cuerpo y en silencio. El ruido de nuestros pasos arrastrando los pies era el único sonido que se oía aquella mañana de invierno.
De pronto, un murciélago entró por la ventana y el Padre alzó la vara para atizarle a él.
De pronto, un murciélago entró por la ventana y el Padre alzó la vara para atizarle a él.
Parece como si esa vara amenazadora tuviera que descargarse, de forma ineludible y arbitraria, sobre alguien o sobre algo. Esos colegiales son víctimas de un sistema atroz. El pobre murciélago, que ha aparecido en mal momento y lugar, también. El objetivo ha cambiado, pero el mal criterio, es de temer, que perdure.
ResponderEliminarUn saludo, María Luisa
Mª Luisa, me has hecho recordar mis tiempos de estudiante en un colegio de curas, y aquel enorme "padre" del cual no recuerdo el nombre, que iba pasando pòr los pupitres preguntando y con su puño preparado para darte un capón en la cabeza si te equivocabas, te puedes imaginar la tensión y el dolor de cabeza.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un beso.
Ni el padre es un cura ni están en un colegio, pero ahí me quedo Raquel, porque, intuyendo tus mundos, no sé si son una fila de condenados, de penitentes, de almas, el Padre es el jefe de la cuadrilla, y el murciélago, el tontainas que se ha quedado rezagado y ha vuelto de farra más tarde de lo habitual. ¡toma zurriagazo, y lávate los dientes antes de irte a la cama!. No sé, me he perdido, creo que no lo he entendido y mi interpretación no es muy adecuada, no obstante, te apunto lo que me ha transmitido. Un abrazo. Suerte con junio.
ResponderEliminarM. Luisa, una verdadera estampa de otros tiempos, donde imperaba el lema "la letra con sangre entra" y el miedo enmudecía a la razón. Al menos el murciélago les habrá librado de algún palo.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Besos.
¡Pobre murciélago! Pero por lo menos se ha librado algún niño del golpe. Otros tiempos que afortunadamente ya han pasado a la historia, o eso quiero pensar.
ResponderEliminarUn beso, tocaya.
Malu.
Qué yuyu da esta escena. Yo la veo como una hilera triste de niños de cualquier olvidado y lúgrube hospicio o internado, camino del rezo diario. Y lo de que entre un murciélago por la ventana... de película de terror, como si lo anterior no lo fuera ya. Me ha gustado. Saludos y suerte, María Luisa.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, aunque he comprobado que los recuerdos que trae mi 50 no son demasiado agradables. Pero los relatos de ficción combinados con la realidad (la entrada de un murciélago en el aula)son los que nos ayudan a construir historias, con mayor o menor interés.
ResponderEliminar¡Vaya Páter? O maltrato infantil o maltrato animal. Muy mal carácter. Da escalofríos el micro. Saludos, Mª Luisa
ResponderEliminarEl problema será cuando un murciélago no eche una mano a estos niños. Y dándole al coco, ¿imaginas que es Drácula ayudando a que no golpeen a sus futuras víctimas? ¿O Batman haciendo de superhéroe?
ResponderEliminarMe encantó tu micro, M. Luisa.
Un beso.
Pablo
Me gusta tu relato, con ese primer párrafo tan bien escrito, tan visual. Y el segundo es impecable y me encanta cómo recién al final, con solo dos palabras, con solo tres letras, nos cuentas la verdadera historia.
ResponderEliminarGenial, Ma. Luisa.
Enhorabuena.
Un cordial saludo.
Muy duros aquellos tiempos en los que los niños, en clase, estaban a merced de los golpes y humillaciones del tirano de turno. Escolarizados, que no educados.
ResponderEliminarMe ha impactado tu micro, María Luisa. Besos.
Súper duro el micro. Has presentado una escena cargada de tensión con unos estudiantes reprimidos y sin potestad para hablar. Al final el pato lo ha pagado el murciélago que pasaba por ahí. Alguien tenía que probar la vara y esta criatura ha estado en el lugar y en el momento menos oportuno.
ResponderEliminarFelicidades, María Luisa.
Besos.