Paraísos perdidos
Ella quería volver una última vez a La Concha y yo solo podía pensar en cómo iba a pagar aquello, tanto que el técnico tuvo que repetirme la pregunta: "Sí, incluya la función de tacto", respondí finalmente. Entonces, tras el cristal, mamá comenzó a recoger arena de entre las sábanas.
¡Qué locura! Podremos simular los sueños y revivir, mediante simulación, nuestros preciados recuerdos una vez más recuperando los paraísos perdidos de la infancia.
ResponderEliminarUn relato, Asier, y un título que son puro recreo. Saludos.
La técnica permitirá que creemos todo de forma artificial. Si no se puede ir a la playa de La Concha (sin duda un paraíso), haremos que venga a nosotros de forma virtual o no tanto, pues será posible hasta recrear la arena. Además, a una persona en sus últimas horas, más si se trata de una madre, no se le niega nada.
ResponderEliminarSituaciones de un mundo futurista y, quizá, no tan lejano.
Un abrazo, Asier
Me ha encantado, Asier, tanto la idea como la forma que le has dado.
ResponderEliminarSi no fuera por el miedo que da lo que los “villanos” puedan hacer con los avances tecnológicos, hay tantas cosas buenas que nos pueden aportar…
Precioso tu relato, con un magnífico título, además, que lo hace muy conmovedor.
Un abrazo.
Conmovedor y tierno. Me encanta el poético final.
ResponderEliminarUn saludo.
La creación de mundos virtuales llega al extremo de poder reproducir los escenarios de la memoria con tal fidelidad, que no le falta ni el sentido del tacto. ¿Cómo negarle a la madre este último deseo? Es curioso que más de un moribundo añore el mar en sus últimos minutos conscientes.
ResponderEliminarBello y emotivo micro, Asier. Un abrazo.
Ya sólo falta que la máquina consiga imitar la brisa marina. Un buen micro, Asier. Saludos
ResponderEliminarEsa cabina de realidad virtual seguro que cumple los últimos deseos de muchas personas. Es cara, pero cuando la vida se acaba eso es lo que menos importa.
ResponderEliminarMuy bonito, Asier.
Un saludo.