Placer prestado
En la fila, bien erguidos, sacan pecho intentando mostrarse atractivos. La mujer pasea de un lado a otro escrutándolos. Los analiza detenidamente y a algunos de ellos, incluso, los mira por detrás.
Por fin, lleva al elegido hacia la puerta donde, en tinta azul, le estampan la fecha de devolución.
Por fin, lleva al elegido hacia la puerta donde, en tinta azul, le estampan la fecha de devolución.
Hombre astuto, haces pensar que se trataba de un casting de candidatos a gigoló, con la originalidad añadida de que es una mujer la que elige esta mercancía de alquiler por horas, y no al contrario, que viene a ser más usual, para sorprender después con los libros de una biblioteca. Una manipulación de la mente tan bien llevada que en ningún momento se da ninguna pista que desvíe de la idea inicial, a la que el lector se apunta con rapidez (y quizá avidez).
ResponderEliminarEl título concuerda a la perfección con la primera escena que se forma en la parte morbosa de la mente, pero es igual de efectivo cuando se descubre el verdadero decorado y a sus auténticos protagonistas.
Que nunca nos falten esos placeres prestados o propios derivados de la lectura.
Un abrazo grande, Ignacio
Cómo he saboreado este relato después de que Ángel haya hecho ese cuidado y preciso comentario.
ResponderEliminarAjustado en los sentidos y en los contenidos, un placer de relato.
¡Niños al salón!.... La dama escoge.
ResponderEliminarUn puntazo de relato.
Saludos
Pero, bueno, ¿por qué los mira por detrás? ¿Qué va a hacer con ellos? En cualquier caso, un buen micro.
ResponderEliminarSaludos, Ignacio
Ignacio, qué bien nos engañas! Con eso de sacar pecho nos despistas más todavía. Quizá encajaría también decir que aquellos que de perfil y al ver su nombre le parecen interesantes los mira por delante y por detrás, jeje.
ResponderEliminarSaludos!
Carme.
Genio, nos has engañado...
ResponderEliminarMuy bien hilado.
Un beso.
Malu.
Muy divertido este juego de observación y selección tan ambiguo, Ignacio. Anticipas un placer que cambia de derrotero en cuanto llegamos a la frase final. Del erotismo de alquiler a la lectura de libros en servicio de préstamo.
ResponderEliminarUn micro para degustar, Ignacio. Un fuerte abrazo.