Silencioteca
Después del ensordecedor trabajo acude a una sesión de silencioterapia. Pero desde que ella también asiste, colmando la sala de una callada voluptuosidad, su corazón pulsa fragoroso cual tambor, perturbando el sosiego de su silente paraíso.
No sabe a quién reclamar: si al local, a ella, o a su corazón.
No sabe a quién reclamar: si al local, a ella, o a su corazón.
Muy sugerente tema el que hoy eliges, Juana Mª, me gusta como te acercas a él.
ResponderEliminarEl silencio puede ser, en efecto, muy denso y apaciguador. En cambio, a veces, ensordecedor y desasosegante.
Un cordial saludo!
Juana, un silencio roto por un sentimiento, por una reacción inevitable. Tal vez deba reclamarse a si mismo y a su sentimental corazón.
ResponderEliminarMe gusta el título, "Silencioteca", ese lugar donde disfrutar del silencio nos vendría muy bien a todos.
Buen relato, Juana.
Besos.
Recuerdo la primera vez que hice el silencio dentro de casa. Apagué televisor, equipo de música, electrodomésticos...era el tiempo en que aún no había ordenadores. Me pasó como a tu protagonista, el corazón latía desordenadamente queriendo escapar. tanto a él como a la mente, los tenemos acostumbrados a vivir al límite de revoluciones, queriendo sentir con más intensidad cada vez, sentir,sentir, sentir y pensar, pensar, pensar. Así que la opción del silencio es, sencillamente, pura revolución. El ser, tapado hasta ahora por mil avatares cotidianos, se siente como un pajarillo que escapa de una jaula.
ResponderEliminarMe encanta el tejido sutil con emana de tus palabras. Siempre tus micros presentan esa forma delicada que dota al relato de un ritmo inusual que asocia los vocablos en razón y sentido de su contenido.
Disfruto leyendo tus relatos, Juana. Un abrazo.
Cuando se hace el silencio, se escucha el corazón. Cuando nos aturdimos con todo tipo de ruidos y sonidos surge el estrés.
ResponderEliminarMe ha parecido una forma de expresarlo original y contundente. Doy mi voto para incluir una nueva palabra en la R.A.E. "Silencioterapia"
Un abrazo, Juana.
No parece ninguna tontería una sesión de "silencioterapia", algo recomendable en este mundo lleno de contaminación acústica. No obstante, es inútil engañarse. Alcanzar el silencio absoluto resulta imposible, salvo quizá en el espacio. Nuestro cuerpo es una máquina orgánica en continuo funcionamiento y genera sonidos constantes. El corazón puede redoblar como un tambor cuando siente una atracción fuerte. Por muy callada que sea la voluptuosidad, puede desencadenar notables efectos.
ResponderEliminarUn relato original con un primer párrafo muy trabajado, que habla sobre los efectos de la atracción sensual y, tal vez también, del amor y sus muchas manifestaciones.
Un abrazo, Juana
Muy buen relato, Juana, con un desarrollo en el juegas alternando términos que indican el ruido y el silencio. Ese que trae la paz al espíritu, y sin embargo parece que la mayoría de la gente no lo puede soportar, que necesitara aturdirse.
ResponderEliminarEs una curiosa sensación, después de estar en una gran ciudad, detener el coche en un camino solitario en el medio de campo y oír de pronto el silencio. Curiosa y cada día más difícil de encontrar.
Me gusta el humor de la frase final. Pero cuando es el corazón quien interrumpe el silencio, bien interrumpido está y no creo que tu prota insista con su intención de reclamo.
Un gusto leerte, como siempre.
Un abrazo.
Para lograr el silencio, nada mejor que un monasterio cartujo. Y seguro que allí no hay distracciones.
ResponderEliminarMe ha gustado tu micro, Juana Mª. Enhorabuena. Saludos
El silencio está poco valorado. Me ha sobrecogido imaginarme uno tan denso en el que fuera posible escuchar los latidos del propio corazón. Sería un buen gps.
ResponderEliminarAbracicos, Juana.
Oh! Qué bonito!
ResponderEliminarEl silencio roto por el latido desbocado de un corazón enamorado.
Está escuchando sus sentimientos... Otra forma de terapia
Está muy bien contado pero... no veo la reclamación posible, jeje
ResponderEliminarJuana, muy necesaria esa cura de silencio, pero es inevitable escuchar nuestros latidos cuando se acelera nuestro pobre corazón.
ResponderEliminarUn micro encantador, a la vez de romántico. Enhorabuena.
Besos.
Estamos muy necesitados de silencio. Es ahí donde podemos escuchar nuestra voz interior. Si alguien comercializa tu genial idea de la "silencioteca", me sacaré el carnet correspondiente para llevarme silencios en servicio de préstamo, como hacemos con las bibliotecas. Y, si es el corazón el que perturba, habrá que escucharlo y seguir sus ineludibles impulsos. Qué belleza de texto y qué elegancia siempre en tus letras, Juana.
ResponderEliminarUn micro muy hermoso. Enhorabuena y un beso.
El silencio nos permite escuchar lo que realmente importa y al corazón es imposible acallarlo. Lo mejor es dejarse llevar y no pedir explicaciones a tan vital víscera, los paraísos pueden ser silentes, pero también atronadores.
ResponderEliminarUn bello relato con una bellísima frase final. Enhorabuena, Juana
Un abrazo.
Cómo me gusta todo lo que nos muestras en tu relato. Esa silencioteca es todo un hallazgo. Y ese corazón que, casi siempre, nos resulta imposible de dominar. Y, además, todos precisamos alguien a quien culpar de algo. Enhorabuena. Saludos y suerte, Juana.
ResponderEliminarMuy buen contraste el que planteas entre el ruidoso mundo interior de él y el silencio de fuera. La procesión va por dentro y el chico parece que tiene un gran mundo interior pensando en ella.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Juana.
Besos
De entrada, te diré que, de inmediato, me voy a sacar el carné de socio de tu Silencioteca, pues lo del ruido lo llevo cada vez peor, por desgracia, somos el segundo país más ruidoso del mundo, tras Japón, lo que para mí es ser el país más ruidoso del mundo, pues no creo que el ruido en Japón se deba a la incivilidad de sus habitantes, sino a su alta densidad de población por kilómetro cuadrado.
ResponderEliminarDicho lo cual, tu microcuento, como es usual, tiene esa calidad de las buenas letras, de las sutilidades de la poesía, de la sabiduría de los sentimientos, con un magnífico juego de contrarios entre el ruido y el silencio, entre el trabajo y el descanso, entre el sosiego del corazón y sus aceleraciones.
Lo mejor que puede hacer tu protagonista es no reclamar a nadie, los del local me temo que no van a entenderle, su corazón tampoco, pues ya se sabe que cuando el corazón se encabrita por causa del enamoramiento no hay forma de apaciguarlo, y ella, la causante de ese desasosiego, supongo que se sentiría defraudada si fuese acusada de perturbar la paz de ese pobre personaje de tu microcuento.
En mi opinión, lo que le queda es apechugar con lo ocurrido, e intentar conquistar a esa mujer de la forma que sea, y si fracasa, pues, al menos, lo habrá intentado y no podrá reprocharse su cobardía.
Excelente historia, Juana, un abrazo.
Pues que reclame sin demora, a cualquiera de los tres o a todos al mismo tiempo, y con gran alboroto si hace falta, pero que no se quede callado, que el amor no se puede dejar pasar, y no todo se arregla con silencio, aunque a veces venga bien.
ResponderEliminarMuy tierno e ingenioso, Juana.
Un abrazo.
Me encanta la propuesta, Juana. Deberíamos practicar más esa terapia.
ResponderEliminarContado de forma bella, poética, suave, elegante. Una maravilla.
Un beso grande.
Malu.
Mil gracias por leer y comentar tan generosamente. Un abrazo.
ResponderEliminar