Transformación
Un susurro de carboncillo dejaba marcas en el blanco inmaculado del lienzo. La modelo permanecía inmóvil. Su rostro reflejaba una serenidad absoluta en el silencio del estudio.
De pronto, el pintor apreció un destello en aquella mirada.
La joven exclamó: "¡Coño!".
Al salir de casa, había olvidado apagar el fuego.
De pronto, el pintor apreció un destello en aquella mirada.
La joven exclamó: "¡Coño!".
Al salir de casa, había olvidado apagar el fuego.
La liturgia del dibujo está magníficamente recreada en el primer párrafo con esa caricia incipiente del carboncillo y, luego, marca la escena un lapsus interruptus inevitable de cotidianidad. Toda inspiración es cielo un momento, pero como el más fúlgido rayo, acaba tocando tierra. Un relato de cuerpo entero con vibración, chispa e inspiración. Un abrazo, Salvador.
ResponderEliminarManuel, muchas gracias por tus palabras. Dos partes, dos retratos... de una misma realidad. Ya se sabe... lo que sube...
EliminarUn abrazo.
Un primer párrafo de corte poético, artístico, en el que lo humano se acerca a lo sublime, que contrasta con las tres líneas de la segunda parte, en las que la realidad práctica irrumpe para imponerse. No se puede ser idílico las 24 horas. Además, igual terminaría por ser aburrido. Mejor que haya momentos para todo.
ResponderEliminarUn relato simpático y divertido. No sabría decir porqué y seguro que me equivoco, pero al leerlo se me ha venido a la cabeza de que lo has escrito con cierto conocimiento de causa, vamos, que tú también pintas (ya me dirás).
Un abrazo, Salvador
Sí. Pinto y dibujo. Esto último dentro del formato Urbans Sketchers. Muchas gracias, Ángel. Toda "cruz" tiene su "cara". Y la modelo... era también humana. Un fuerte abrazo, Maestro.
ResponderEliminarManejas con destreza el carboncillo y yo diría que también la pluma, al presentarnos este "micro", con punto de giro en tu personaje-modelo.
ResponderEliminarSuerte y saludos
Muchas gracias, María Jesús. Me encantan las sorpresas.
EliminarUna magnífica descripción del trabajo del pintor sobre el lienzo, visualizada con el sonido del carboncillo, la serenidad de la modelo y el silencio del estudio. Y una segunda parte en la que el destello en los ojos de la mujer engañan por un momento al artista -y al lector- para descender a la realidad cotidiana de forma abrupta.
ResponderEliminarSalvador, imagino tus obras plásticas tan interesantes como estos micros que tenemos la oportunidad de disfrutar.
Me ha gustado mucho. Un fuerte abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, Carmen. Quizás algún día "escriba" cincuenta dibujos para que compruebes. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Ah!, si el pintor hubiera sabido captar ese momento de preocupación de la modelo, habría conseguido un retrato muy interesante. Un buen micro. Saludos, Salvador
ResponderEliminarUn micro poético y divertido a la vez. Creo que has logrado mezclar de una forma magnífica dos estilos diferentes: en uno nos relatas la maestría del lienzo, la sensibilidad de la belleza y el gusto por un trabajo bien hecho; en el otro nos relatas una cómica y divertida situación con el giro tan apasionado que das al micro. Excelente, Salvador.
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