Turno de noche
Se asomó por la ventana y los primeros rayos saludaron a sus cincuenta primaveras. Nunca le emocionaron los amaneceres.
Treinta años tras la muerte de su padrastro. De aquel infierno, recordaba instantes felices en los que el sol caía. Noches tranquilas, sin las manos de aquel indeseable sobre su piel.
Treinta años tras la muerte de su padrastro. De aquel infierno, recordaba instantes felices en los que el sol caía. Noches tranquilas, sin las manos de aquel indeseable sobre su piel.
Carmen, este "Turno de noche" estremece en su final, pese al paso de los años es imposible olvidar aquel infierno. Aunque tu protagonista intenta recordarlos buenos instantes.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, está lleno de sensiblidad.
No quiero perder la ocasión para felicitarte por la publicación de
tu libro, ese "Equipajes sin Nombre" es buenísimo, felicidades.
Muchos besos.
Gracias Javier por ru valoración del relato y por tus cariñosas palabras hacia mis Equipajes. Este lugar es culpable de gran parte de esos relatos. Un abrazo grande.
EliminarEl abuso del pasado, rememorado en el presente del medio siglo.
ResponderEliminarSuerte, Carmen.
Besito virtual.
Gracias María Jesús, hay pasados que siempre regresan. Un abrazo.
EliminarPasar una noche tranquila, ver cómo se despereza un día lleno de posibilidades, es algo que a menudo no nos paramos a apreciar y que tiene un valor inmenso. Tu protagonista sí parece valorar esa sensación, aunque la felicidad nunca es completa, pues va asociada a un recuerdo muy negativo, una mancha en medio de la dicha, por más que haya pasado el tiempo.
ResponderEliminarSi tú y Javier me lo permitís, me tomo la licencia de unirme a sus felicitaciones por tu libro, por tus presentaciones y firmas, por tantas actividades llenas de reconocimiento.
Un abrazo, Carmen
Hay situaciones que te hacen valorar hasta el más mínimo instante de calma. Gracias Ángel y por supuesto permiso concedido para mis Equipajes y su recorrido en tan poco tiempo y gracias por tus palabras. Besitos
EliminarEs triste anhelar la llegada de la noche para poder librarse durante unas horas -que, seguramente, se harán demasiado cortas- de quien abusa y no para disfrutar un paseo bajo la luna, de una fiesta popular, de ir bailar o a cenar... Aun con la angustia que genera, me gusta tu relato. Suerte y un saludo, Carmen.
ResponderEliminarMuchas gracias Jesús. Sí que es muy triste. ¡Cuantos abusos se producen a diario cerca de nosotros y no lo vemos! Me alegra que te guste. Besitos
EliminarCoincido con la protagonista de tu micro, Carmen: las noches son más tranquilas que el día. El amanecer sólo trae desgracias: padrastros maltratadores o trabajos inquietantes.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Plácido. El día nos muestras frente toda la dureza del ser humano... Un abrazo.
EliminarDura factura la que paga el abuso sexual no solo en el cuerpo, sino en el alma y en la psique de quienes la padecen. Tantas niños y niñas, tantas mujeres. Un micro que levanta alfombras de miseria y también de sufrimiento callado. Saludos, Carmen.
ResponderEliminarGracias Manuel. ¡Tantas historias de dolor escondido! ¡Tantos ojos que miran a otro lado!
EliminarCarmen,cuando el amanecer llega acompañado del abuso y del maltrato, uno desea que la noche nunca termine. Algo así marca para siempre.
ResponderEliminarUn relato terrible narrado con gran sensibilidad. Enhorabuena, amiga.
Felicitaciones y larga vida para tus "Equipajes sin nombre". Me ha gustado mucho.
Besos y mucha suerte.
Muchas gracias amiga. Me alegra que te haya gustado el relato y que hayas disfrutado con mis Equipajes. La vida, a veces, va más allá de la ficción. Un abrazo y mil besos.
EliminarAl protagonista todo ese tiempo transcurrido no le ha hecho olvidar el infierno sufrido. Treinta años después aún es incapaz de disfrutar de un amanecer, momento asociado a los abusos que tuvo que soportar. Infame delito el de la pederastia, demasiado cercano y demasiado encubierto.
ResponderEliminarUna denuncia siempre necesaria muy bien contada. Felicidades, Carmen. Y también por tus "Equipajes sin nombre" y las múltiples actividades literarias que llevas a cabo. Besos.
Muchas gracias Carmen. Siempre necesario alzar la voz ante las situaciones injustas. Un abrazo y me alegra que te hayan gustado mis Equipajes. Un honor que lo hayas leído. Un abrazo grande.
EliminarDesgraciadamente, los peores monstruos infantiles no son los que se esconden bajo la cama, sino los que yacen sobre ella.
ResponderEliminarEmotivo relato, Carmen.
Un abrazo.
Muy cierto Antonio. Gracias y besos.
EliminarHay marcas tan profundas que nunca llegan a borrarse del todo. A veces me pregunto si a los abusadores la conciencia les dejará vivir tranquilos; prefiero pensar que en algún momento pagarán por su actuación. Es un tema muy doloroso el que nos planteas, y en el que hemos coincidido al escribir este año. Por desgracia, sigue estando en plena actualidad. Besos, Carmen.
ResponderEliminarPor desgracia así es. Gracias Juana por asomarte a leer. Un abrazo
EliminarEl peso del abuso, de la noche como un infierno imposible de olvidar. Terrible micro, Carmen, y excelentemente bien escrito.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Maria José. Me alegra que te guste. Un abrazo grande
ResponderEliminarDuro micro el que planteas. Muy bien conducido, el final es desgarrante y muestra las huellas oscuras de un pasado que parece imborrable. Esperemos que, esas cincuenta primaveras, supongan un punto de ruptura con aquellos recuerdos.
ResponderEliminarOjala así sea Enrique. Muchas gracias y besos.
Eliminar¡Qué duro, Carmen! Tanto la historia, como ese sufrimiento tantos años después.
ResponderEliminarTe mando un beso grande y felicitaciones por tu cincuenta y tus Equipajes.
Un beso grande.
Malu.