Un juego estupendo
Entran despidiéndose de sus padres. Llenos de expectativas, mentes esponjosas y ojos abiertos como platos. Unos lloran, otros ríen... pero todos están nerviosos.
Aún no nos conocemos pero hoy, después de colocar sus libros, sólo intentaré decirles que la vida es maravillosa y que soy feliz de jugar a aprender.
Aún no nos conocemos pero hoy, después de colocar sus libros, sólo intentaré decirles que la vida es maravillosa y que soy feliz de jugar a aprender.
Realmente la educación, sobre todo a edades tempranas , debía ser así, como titulas "un juego estupendo" y además como indicas, al ser los niños como esponjas son capaces de aprender todo.
ResponderEliminarEl primer párrafo es una bella fotografía de la entrada al colegio, bien descrita.
Buen relato, Enrique.
Un abrazo.
¡Gracias Javier! La verdad es que aprender es un juego. Los niños deben aprender jugando y experimentando. Cuanta más ilusión tenga un niño más aprenderá, más voluntad pondrá. Enseñar debe ser un juego, no solo para los niños sino también para los profesores.
EliminarTe agradezco tus palabras.
Un abrazo Javier.
Este maestro es de los que dejan huella y enseña a aprender haciendo, jugando. La enseñanza reglada tiene que partir la lanza de la rígida tradición del libro de texto y sacar la varita mágica de la cooperación, el trabajo en equipo y, por supuesto, la enseñanza activa basada en las dinámicas de juego que son tan propias y cercanas a niños y niñas.
ResponderEliminarVeo detrás de tu micro, un maestro que educa con ilusión para la vida. Y a un narrador que nos transmite la emoción de vivir y aprender a través de la escritura. Un abrazo, Enrique.
Suscribo tus palabras de principio a fin sobre la educación. Muy de acuerdo, Manuel, con que ha llegado la hora de empezar a sacar la varita mágica y transformar la educación en algo realmente motivador y placentero. Hay que darle mucha importancia al trabajo en equipo, la cooperación, las dinámicas de juego...y romper un poquito la rigidez existente. No es fácil pero sí es apasionante.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por tus palabras.
¡Seguimos leyéndonos!
Enrique, qué importante es para los niños que el profesor les motive y les enseñe jugando. Es toda una aventura adentrarse en el conocimiento de forma lúdica y no forzosa.
ResponderEliminarLo has contado de una manera tan hermosa. Se nota tu amor por la enseñanza.
Besos.
Gracias Pilar por tus palabras. Totalmente de acuerdo con tu idea sobre cambiar tanta tediosidad por más disfrute. Ser profesor es una de las grandes maravillas que me ha ocurrido en la vida. No es tarea fácil pero es muy muy gratificante. ¡Gracias por tus palabras!
EliminarBesos
Enrique, tu micro no hace más que confirmarme dos cosas: una, que escribes de una forma magistral, capaz de transmitir perfectamente lo que pasa por tu mente. Dos, eres un docente espectacular, de los que quiero para mi hijo y que sienten una gran vocación y un profundo amor por su profesión.
ResponderEliminarEnhorabuena, maestro (en todos los sentidos).
Un abrazo.
Pablo.
Pablo, tu comentario me ha llenado de emoción. Tú sí que sabes transmitir de una forma magistral. Gracias por tus palabras. ¡Qué honor tu comentario sobre lo que querrías para tu hijo! Ser profesor es una forma de vivir. Puedo decir que en la educación he tenido la suerte y el privilegio de encontrar mi sitio.
EliminarHe descubierto que si yo soy feliz transmito mejor, amando los números los niños los aman de igual manera. No puedo describir la sensación de poder poner este principio en práctica.
Un abrazo.
"Jugar a aprender", una frase del todo afortunada, un ideal de lo que debería ser el espíritu de toda enseñanza. El primer día de clase parece descrito con cariño, conocimiento y precisión, se percibe el mundo de posibilidades que se abre desde la inocencia, la importancia vital de una buena motivación desde el principio, la trascendencia, no siempre reconocida, hacia los maestros de verdad, los vocacionales.
ResponderEliminarUn relato delicioso, bien escrito, que llega y transmite mucho con unas cuantas pinceladas.
Un abrazo, Enrique
¡Hola Ángel! La primera sensación y el primer día de clase es fundamental. El niño llega con los ojos y la mente abierta y ese es el día perfecto para encender la llama de la ilusión. Ese primer día puede quedar bien grabado en la retina del pequeño, que salga con una sonrisa significa haber puesto la base del proceso posterior. El coeficiente de optimismo va a marcar su rendimiento académico. Hay que cuidar este factor para lograr un aprendizaje significativo. No es tarea fácil pero es una aventura apasionante.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Un abrazo, Ángel.
Ese primer día de clase... Hasta aquí me ha llegado ese olor a nuevo de las cosas.
ResponderEliminarNueva etapa, nuevos amigos y un profesor que acoge feliz a sus niños. Enhorabuena! Delicioso micro..
¡Gracias Galilea! El primer día de clase es abrir una nueva etapa. Mucha ilusión y nuevos amigos. Una aventura apasionante.
EliminarTe agradezco tu comentario.
Besos
Me encanta este "juego estupendo" que propones al lector, a través de la mirada de un profesor motivado por los cuatro costados. ¡Así da gusto! Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos.
Hola María José. La vida vista como un juego es mucho más divertida. Desde cualquier punto de vista es más rentable vivir bajo esa perspectiva. Das la mejor versión de ti y además ¡eres feliz!
EliminarUn beso. Nos seguimos leyendo.
Aunque, por desgracia, algunos recuerdan a su primer maestro como alguién a quien temer, está claro que ellos son uno de los pilares básicos de nuestra sociedad. Ojalá todos sean como el que nos muestras con tanto cariño y pericia en tu texto. Me ha gustado, Enrique. Saludos y suerte.
ResponderEliminarPor suerte, yo creo que la sociedad va poco a poco cambiando y se va entendiendo que infundir temor no construye sino destruye; ello no implica pasar al extremo del libertinaje, sino entender que estrechar los vínculos afectivos fomenta un mejor ambiente para el aprendizaje.
EliminarMuchas gracias, Jesús.
Un abrazo.
Creo que en los tiempos lomcianos que corren, profesores y maestros juegan a enseñar, pero casi siempre pierden. De todas formas, me gusta la ilusión y el aliento que trasmites en tu micro, Enrique. Saludos
ResponderEliminarQue esos tiempos lomcianos no nos quiten nuestra forma de entender la vida. La ilusión ante todo como bien dices. Un abrazo y muchas gracias por tu comentario, Plácido.
EliminarQuerido Enrique, los que tenemos la suerte de conocerte sabemos de tu calidad humana y docente. Todos los niños que han aprendido lengua y sobre todo matemáticas contigo, tienen un amor por las materias que no abandonarán jamás, además del cariño que te tienen, eso es innegable. Nunca te daré las gracias lo suficiente por haber enseñado a mis hijas, sobre todo matemáticas. Y no solo lo digo yo, sino la dirección del colegio me dijo en su día que Don Enrique Caño te hace abrazar a las matemáticas, eso vale más que muchos diplomas.
ResponderEliminarEn definitiva, una maravilla de relato, donde se nota tu amor por la escritura y la enseñanza. Yo doy fe de ello y digo que es un regalo leerte y sobre todo, un lujo disfrutar de tu persona como docente. Profesionales así son los que se necesitan en las aulas.
Enhorabuena, un beso, Enrique.
Malu.
Querida Malú, ¡me vas a emocionar! El privilegio de dar clases a tus hijas es mío. Me han dejado una huella imborrable que guardo con un cariño especial. Son personas estupendas y hacen que se cumpla mi teoría: grandes alumnos hacen, también, grandes profesores.
EliminarLa enseñanza es mi vocación y los niños son mi vida.
Un día descubrí que amando yo primeramente los números conseguía que los niños amasen las matemáticas. No es fácil transmitir siempre con acierto este valor pero es verdaderamente apasionante.
Sin la ayuda de las familias sería imposible conseguir que los niños amen aprender y, es ahí, donde tu papel fue sencillamente brillante. Gracias por tu confianza y, sobretodo, gracias por abrirme las puertas a este fantástico rincón familiar de 50 palabras que consigue transmitirme un gran entusiasmo por leer y escribir. Gracias. Un beso.
Me gusta ese profesor.
ResponderEliminarUn saludo Enrique.
Gracias Raquel por tu comentario. Esperemos que el protagonista del relato disfrute mucho de su nueva aventura. Un beso.
EliminarEl primer día de clase, el conocimiento del profesor y los compañeros se queda grabado en el inconsciente para toda la vida.
ResponderEliminarHas hecho una instantánea del momento, con todo detalle y futuro
Mucha suerte, y un besito virtual.
Es cierto, María Jesús, ese primer momento queda grabado como una fotografía instantánea. Hay que cuidarlo mucho porque como dice el dicho: nunca tendrás una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión.
EliminarUn saludo.
Hermosa concepción de la docencia como un aprendizaje lúdico y activo. Los niños entran el primer día a un mundo nuevo que les va a abrir muchas puertas en su mente y en su crecimiento personal. Ahora, que aún son tan receptivos como esponjas, es el mejor momento para encontrarse con este enseñante ilusionado que desea hacerlos felices. Se dice que los primeros años son los decisivos. De hecho, en algunos países de probado prestigio en educación, son los profesores del primer periodo los mejor preparados de cualquier profesión y los más valorados y respetados. Es el caso de Finlandia, donde existe una colaboración absoluta entre padres, docentes y autoridades.
ResponderEliminarTu micro me ha encantado, Enrique. Huele a aula, a material escolar y a amor por la enseñanza.
Un fuerte abrazo.
Totalmente de acuerdo: los primeros años son los más decisivos. Son en esos primeros pasos donde se construye el 90% de la personalidad. Lo que ocurra en esa etapa tendrá su eco durante toda la vida. Ser feliz en esta fase fomenta que lo sigas siendo durante el resto de tu vida. Un abrazo, Carmen. Muchas gracias por tu acertado comentario.
EliminarHola Enrique, tu micro me parece precioso. Yo recuerdo que lloraba porque no quería que me pusieran merienda para el recreo, porque entonces no tenía hambre nunca (no como ahora). Tengo una dudilla. Cuando dices "soy feliz de jugar a aprender", ¿te refieres a aprender con los alumnos o a aprender de los alumnos? ¿O ambas cosas? Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola María José! Hay alumnos que también les cuesta comerse la merienda del recreo porque no tienen hambre.
EliminarLo de ser feliz jugando a aprender me refiero a todo el proceso de aprendizaje en su máxima extensión. Aprender con los alumnos y de los alumnos es inseparable; creo que aprendemos siempre -consciente o inconscientemente-.
Gracias por tus palabras.
Qué maravilla abrir la mente de un niño al enorme placer de ser, para disfrutar de lo que les rodea, para jugar, para aprender a querer aprender.
ResponderEliminarOjalá tu micro hiciera mella en tantas mentes anquilosadas en métodos inútiles, empeñadas en cincelar conocimientos en lugar de descubrir el placer de aprender.
Es un micro muy bueno, Enrique. Enhorabuena.
Un abrazo.
Lo más difícil -en mi opinión-, no es darse cuenta de que hay que incentivar al niño al disfrute y a jugar a aprender. Lo realmente bonito es saber qué es lo que incentiva a cada uno, dar con la tecla individualizada para que el niño se ilusione. A veces, un mismo estímulo no incentiva de la misma manera a dos personas. La intuición, entonces, juega un papel fundamental.
EliminarTienes toda la razón: debemos revisar métodos en nuestro actual sistema educativo. Seguimos, como sociedad, pretendiendo cincelar conocimientos en lugar de enseñar a los niños a aprender. Hay que empezar a evolucionar estos aspectos.
Gracias, Antonio, por tus palabras.
Un abrazo.
Coincido totalmente con tu planteamiento, Enrique. La experiencia de aprender sería mucho más fructífera y agradable de este modo. Lamentablemente, en general, la cosa parece ir por otros derroteros, opuestos diría yo.
ResponderEliminarEnhorabuena. Resulta muy gratificante comprobar que gente joven como tú posee ya esa visión.
Un abrazo.
Es cuestión de tiempo el que se asiente la ilusión y el jugar a aprender sobre la imposición. El ser humano interioriza mejor lo que descubre por sí mismo que lo que le imponen. Cuanta más ilusión tenga por aprender, más aprenderá y ¡por iniciativa propia!
ResponderEliminarEsa creo, es una realidad irrefutable y obvia, por lo tanto, caerá con todo su peso, tarde o temprano.
Si aún no lo ha hecho es porque todavía no será el momento. La paciencia será un buen aliado.
Gracias, Enrique, por tu comentario y por tus palabras.
Un abrazo.
Enrique, enhorabuena por tu relato y por lo que significa: la ilusión por la enseñanza. Me gusta que le des la vuelta con ese "soy feliz de jugar a aprender", en el que nos enseñas que los profesores también aprendéis de los niños.
ResponderEliminarMuy tierno. Un abrazo.
Gracias Asun por tus palabras. Claro que los profesores aprendemos de nuestros alumnos; enseñar y aprender es un proceso indisociable. Los niños, por naturaleza,nos enseñan a vivir el momento presente tal y como merece la vida, ellos se entregan de forma incondicional a la ilusión. Podemos sentir y percibir esa energía solo con estar cerca de un niño.
EliminarUn abrazo.
Hermoso, Enrique! No lo había leído en su momento, pero ahora que lo he hecho, me emociono profundamente con la imagen de ese docente que sabe que en la vida, además de enseñar, cada día es una maravillosa oportunidad para aprender. Te felicito, y mucha suerte en la final!
ResponderEliminarGracias, Silvina. Me alegro de que te haya gustado. Cada día, por el mero hecho de que amanezca, es un regalo. Somos testigos privilegiados de este regalo que nos da la vida. Intentar transmitir esta sensación a los niños es un desafío maravilloso. Te agradezco tus palabras. Un beso.
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