Alergia no correspondida
Iba con mi vida bajo el brazo, para entregársela, cuando me la encontré con otro de la mano. De lágrima fácil como soy, enseguida me vi inventando explicaciones para mi súbita congestión. Él mostró sincero y amable interés. Ella, que sabe que en otoño no florecen gramíneas, bajó la mirada.
A mí me parece una verdadera genialidad este recorte de la vida.
ResponderEliminarEl protagonista, que lleva la vida debajo del brazo, sublime. El otro, con una amabilidad motivada por las explicaciones del anterior, brillante. Las gramíneas en otoño, mágico y esa mirada baja, colosal.
De 10, Henry, y no es amor de ahijado. Pedazo de MicroMochón.
Un abrazo.
Bueno, amigo Pablo, lo primero que voy a hacer es buscar en el diccionario genialidad, sublime, brillante, mágico, colosal... y luego te diré los pueblos que te has pasado. Pero eso será después de darte las gracias por tu acostumbrada generosidad. Sí es verdad que aunque siempre me dices cosas buenas esta vez noto que te ha gustado especialmente, cosa que me alegra mucho.
EliminarUn fuerte abrazo y gracias de nuevo.
Me encanta la primera frase y la última de las gramíneas, para una historia de fracaso y sacrificio amoroso. Buen perdedor. Sólo le importa la felicidad de su amada.
ResponderEliminarMuy emotivo el relato.
Saludos cordiales, Enrique.
Quizá haya poco interesante que contar sobre los ganadores, esos que, según Abba, se lo llevan todo. Sobre los perdedores, sin embargo, sí que hay, aunque resulta difícil huir de ciertos tópicos. Me alegro de que te haya llegado esta sencilla historia.
EliminarMuchas gracias, María Jesús.
Saludos cordiales.
Ahí está ese quiebro del alma, esa sustancia que destella de emoción al fondo del relato, la frágil inconsistencia del sentimiento cuando queda desnudo, al descubierto, en la frontera donde se siente el desamparo de ser pájaro y no saber volar lo suficientemente alto para pasar por encima del aprieto de las circunstancias.
ResponderEliminarComo en el billar artístico, este relato consigue una carambola a tres bandas que es puro deleite, y deja constancia sobre el tapete de la mesa del tiralíneas preciso con que escribe el experimentado jugador que maneja el taco.
Creo que se requiere ser un fino observador de la vida y de sus momentos para captar el sentido más profundo de la cotidianidad como tú lo haces, Enrique. Todo un arte diseccionar con tanto estilo y delicadeza un instante aparentemente trivial.
Conociéndote ya un poco, sé que te parecerá exagerado lo que digo, pero hablo con conocimiento de causa después de haber leído bastantes de tus relatos.
Si de mí dependiera te propondría para la categoría de jugadores máster de relato.
Ya lo dije antes: puro deleite. La final se pone cara. Un abrazo grande.
Por supuesto que me parece exagerado lo que me dices, Manuel; mucho. Y no lo digo por humildad, sino haciendo uso de toda la objetividad que me es posible como aficionado a escribir que soy y admirador dentro de este ambiente del modo de hacer de muchos de vosotros. Sin ir más lejos, tu comentario me parece de una calidad extraordinaria, tanto por la disección que haces del “alma” del relato como por su inspiración poética y su excepcional estilo. En cuanto a lo de ser un fino observador de la vida, no sé qué decirte, porque soy bastante despistado y me pasan desapercibidas muchas cosas, solo que, eso sí, cuando escribo intento hacerlo sobre lo que más o menos conozco; por eso quizá en casi todos los personajes hay algo mío, y también lo que hacen, por regla general, suele ser muy de andar por casa. Dicho esto, admito que tus generosísimas palabras me han llegado hondo y te doy las gracias por ellas.
EliminarUn fuerte abrazo.
Enrique, una vez más "chapeau". Has logrado generar empatía hacia ese enamorado que se encuentra con una situación inesperada. Quizá ella aún esté a tiempo de mandar a paseo a su acompañante y aliviar la repentina alergia de él.
ResponderEliminarUn beso.
Si ella rectificara ahora me temo que había otra víctima o, como se suele decir, sería como desvestir a un santo para vestir a otro, aunque veo que tu deseo viene de haberte generado esa empatía hacia el primero y me alegro por ello.
EliminarMuchas gracias por todo, Asun, valoración incluida.
Un fuerte abrazo.
Original denominación del amor: alergia. Como tal, puede ser compartida y, también, no serlo en absoluto. ¡Qué complicado es el amor alérgico! Muy bueno, Enrique.
ResponderEliminarUn abrazo.
Debe de haber algún mecanismo natural por ahí que facilite la correspondencia amorosa (no me refiero cartas entre enamorados, jaja); de no ser así no se explica que esta se prodigue tanto. Pero si hablamos de alergia sin más, quizá estemos ante un fenómeno digno de un estudio más profundo..
EliminarMuchas gracias, María José.
Un abrazo.
Qué lirismo hermoso en ese "iba con mi vida bajo el brazo" y qué romanticismo profundo a la vez. En breves pinceladas nos bosquejas un "amor del bueno", el de él, ese que la gente no debería dejar pasar cuando llega. Y a la vez, pintas la vil y cruel traición, la de ella, que se averguenza de su traición y el dolor causado a ese buen "amante" y finalmente, el tercero en discordia, "inocente pobre amigo, no sabe lo que le espera", aunque bueno, no sabemos si ella hará lo mismo con este último, muy probable, "la que es, vuelve" dice un vulgar refrán popular.
ResponderEliminarUna romanti-comedia breve pero concisa.
¡Enhorabuena!
Muchas gracias por tus amables palabras y por tu interesante lectura, Alejandro. A menudo la (con el permiso de Álex) tiránica brevedad de estas cincuenta palabras deja mucho margen para las interpretaciones, algunas tan ricas en matices como la tuya. Esto del amor da mucho juego y no existen reglas fijas para él, y acostumbra también a burlar la sabiduría popular, en la que por cierto casi siempre hay dos versiones totalmente opuestas para cada situación.
EliminarSaludos.
Uno de los dolores más lacerantes es el que produce el amor no correspondido. Una de las acciones más nobles, rechinar los dientes y respetar la decisión de quien no nos ha preferido si esa es su felicidad, que es lo que se busca cuando de verdad se quiere.
ResponderEliminarLa vida bajo el brazo es la entrega absoluta de una persona a otra dicho de la mejor manera y con tan solo cinco palabras. Ella bajó la mirada, pero no le contagió de esa alergia, porque su atención le correspondía, de forma clara, a otro, un buen hombre por lo demás, porque se preocupa por él de forma sincera.
Ganar es siempre fácil, pero resulta imposible no sentir cariño hacia este perdedor.
Cincuenta vocablos llenos de sensibilidad, buen hacer y aderezados de recursos literarios que hacen de este relato una joya.
Un abrazo fuerte, Enrique
Hay siempre en tus certeras disecciones mucho de concienzuda reflexión personal, lo cual dice mucho no solo de tu agudeza para analizar la vida, ya sea ficticia o real, sino también de tu espíritu atento y amable hacia los demás.
EliminarEn efecto, no he querido hacer un relato sobre malos y buenos, ya que la existencia por sí misma es capaz de hacernos daño sin necesidad de arbitrariedades o injusticias. Este chico quizá se lo haya pensado demasiado y al final ha llegado tarde, aunque tal vez, incluso madrugando, jamás habría tenido posibilidades de lograr el amor de ella; vete a saber, porque lo que me importaba en el relato era esa situación sentimental en la que solo había lugar para dos y en la que, en consecuencia, uno tenía que resultar herido.
Muchas gracias, amigo Ángel, por todo, incluida tu siempre generosa valoración.
Un fuerte abrazo.
Genial micro con triángulo incluído.
ResponderEliminarEnamorado hasta la médula, iba dispuesto a darle su vida entera y se encuentra con ella, pero también con aquel que ocupa el lugar que anhelaba. Y llega el dolor, que sube y que brota sin remedio.Y "el otro" se traga lo de la alergia... mientras ella entiende perfectamente esa "congestión"... bajando la cabeza.
Sublime!
Me encanta la frescura y la precisión con que “cuentas” la historia. Aparte de evidenciar con ello lo buena narradora que eres, me dejas con la satisfacción de comprobar que he transmitido en ella todo lo que quería. Muchas gracias, Galilea. Me alegra mucho tu valoración.
EliminarUn abrazo.
Al frecuentar esta página, ya debería estar acostumbrado a los relatos geniales, y sin embargo, cada tanto aparece uno que me deja con la boca abierta. Como esta “Alergia no correspondida” donde cada frase es un ejemplo del arte de escribir y la belleza va de la mano con la sencillez para narrar una historia muy simple, pero que no logra ocultar que detrás hay muchísimo oficio.
ResponderEliminarEs una gozada leer micros como éste. Enhorabuena, Enrique.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo contigo en cuanto a la calidad literaria de esta página, Georges; son muchos los relatos excepcionales que aparecen cada mes, e incalculables los diferentes estilos en que pueden estar escritos. Pero me abruma que me dediques todos esos elogios. Supongo que todos nos enfrentamos a problemas similares a la hora de plantear y resolver las historias y que de igual manera el resultado que logramos unas veces es mejor que otras. Me alegra mucho, con todo, que este mío te haya gustado especialmente.
EliminarMuchas gracias por todo.
Un abrazo.
Enrique, hay mil formas de enterarse de un desengaño amoroso, de percibir la realidad del amor, pero a tu protagonista creo que le ha tocado la peor. Y es encontrarse con el desengaño frente a frente y no saber reaccionar, o mejor tener que hacerlo sobre la marchar e inventar como tu narras mil excusas para engañar y que no sepan lo que realmente le ocurre.
ResponderEliminarNos has contado esta historia de forma excelente, con frases que marcan y relazan el relato, como esas iniciales "Iba con mi vida bajo el brazo, para entregársela". y la frase final es magistral "Ella, que sabe que en otoño no florecen gramíneas, bajó la mirada", es un resumen de la reacción de los dos protagonistas.
Muy buen relato, Enrique, me ha gustado mucho, enhorabuena.
Un abrazo enorme.
Me alegran mucho tus palabras, Javier. Incluso me has hecho ver cosas de las que no era del todo consciente al escribir el relato, como esa de colocar al personaje en una situación algo extrema. Sí que intento últimamente, siempre que me acuerdo, buscar un modo mejor de contar la misma cosa, por lo que me satisface mucho también el que te hayan gustado esas dos frases.
EliminarMuchas gracias por tan positivo comentario.
Un fuerte abrazo.
Hay relatos y RELATOS. Este va en mayúsculas. Es una clase maestra para los que intentamos escribir. No tengo mucho más que añadir, solo decirte, maestro, que sigas engrandeciendo este lugar con tus letras.
ResponderEliminarPuto amo.
Amigo Mike, de sobra sé de lo exigente que eres al juzgar los relatos, propios y ajenos, por lo que creo que aquí te has relajado un poco, jajaja. Creo que tú también me conoces algo y que sabes lo que me abruman los halagos, así que ya te puedes imaginar estos, sobre todo por lo poco que se ajustan a la realidad. Muchísimas gracias de todos modos. Me alegra mucho que este relato te haya hecho reaccionar así y espero no defraudarte con los que vengan después, ;-).
EliminarUn fuerte abrazo, poeta.
Hola, Enrique. El desamor suscita muchos sentimientos encontrados, sobre todo si hay un tercero en discordia. La parte que se lleva el palo sufre tanto que los psicólogos hablan de "arañazo en el alma", comparando nuestro ser inmaterial con el cuerpo en cuanto a capacidad para sentir dolor. Es un relato maravilloso, que te hace ponerte en la piel de ese hombre y empatizar con él. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarMuy interesante ese concepto del “arañazo en el alma”, María José, idea que comparto totalmente, pues no hay nada más que ver las cicatrices de todo tipo que las malas experiencias sufridas nos van dejando en las entrañas. El haber logrado que empatizaras con este personaje es para mí un gran logro.
EliminarMuchas gracias y otro abrazo para ti.
Enrique, cuando uno lleva su vida debajo del brazo para entregarla, sin escudos y sin red, puede ocurrir que la realidad le sacuda tan fuerte que no sepa reaccionar y los sentimientos afloren sin poder evitarlo.
ResponderEliminarLo peor, es que la persona que te hiere lo sabe y calla.
Muy buen relato, lleno de sentimientos.
Besos apretados.
Perfectamente descrita la situación, Pilar. El grado de vulnerabilidad es total cuando uno lleva la intención de entregarse por entero y sin condiciones. Una vez recibido el daño cualquier reacción de ayuda por parte de los demás puede resultar inútil, sobre todo si, como en este caso, los sentimientos no son correspondidos.
EliminarMuchas gracias por todo y aun fuerte abrazo.
Un sofocón con síntomas de alergia pero fuera de temporada. Relato excelente y perfectamente narrado.
ResponderEliminarEnhorabuena, Enrique.
Eso es; algo así como decir que has llegado tarde porque no te arrancaba el coche, cuando en realidad no tienes carné y mucho menos coche.
EliminarMuchas gracias, Rafa.
Un abrazo
Uno se queda sin palabras al ser tan bien elegidas para plasmar algo tan difícil como una catarata de sentimientos. Cuando el amor, la sorpresa, la desolación, el pundonor, la amabilidad y la turbación se convocan para ser amaestradas con la seductora semántica de las metáforas, sólo queda acomodarse en el deleite de la excelencia y dejar que, al final, la admiración te ponga en pie.
ResponderEliminarAdmirado Enrique, esas gramíneas no dejarán nunca de florecer cada vez que pongamos la mirada en tu maravilloso relato.
Lo has bordado, compañero. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Admirado y en pie me he quedado yo al leer tu espléndido comentario, como también emocionado y agradecido por todos esos elogios, desmesurados sin duda.
EliminarAmor, sorpresa, desolación, pundonor, amabilidad y turbación; con estas palabras has descrito cada uno de los rasgos predominantes en cada paso de la historia, mostrando una vez más tu enorme capacidad para sintetizar ideas y sentimientos, pero también la generosidad con que has leído y analizado el relato. Es un placer escribir cuando sabes que vas a ser recibido con tanta amabilidad.
Muchas gracias, Antonio.
Otro fuerte abrazo para ti.
(Genial por cierto tu nuevo avatar; sorprende cuando ves de lo que se trata)
Un enamorado dispuesto a entregar la vida que lleva bajo el brazo -excelente metáfora-, una amada que no le corresponde porque ha encontrado a otro, ese otro al que no se puede odiar pues desconoce el problema y empatiza con su rival. Y la amada que baja la cabeza para no ver el dolor del enamorado. Bien sabe el origen de sus lágrimas. En suma, un triángulo muy bien trazado en el que vamos pasando de la reacción de un personaje al otro. Qué tristes son las historias de los perdedores y cuánta belleza encierra el micro.
ResponderEliminarMe ha encantado, Enrique. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Acertadísimas tus palabras para describir el relato. Me alegro de que en general hayáis conectado con lo que quería transmitir. Ya sabemos que con solo cincuenta palabras a menudo se quedan muchas cosas en el aire, y el este caso el papel que juega ella, noble según lo imaginé, no ha salido demasiado bien parado en alguna de las lecturas.
EliminarMuchas gracias por todo, Carmen.
Un fuerte abrazo.
Identificar el desamor/amor (y sus efectos) con una alergia, me parece una genialidad. Por decir algo, ya que soy incapaz de superar los comentarios de mis compañeros
ResponderEliminarMuchas veces nuestro cuerpo tiene idénticas respuestas para estímulos totalmente diferentes.
EliminarMuchas gracias por tu visita, Luisa.
Un abrazo.
Una de las razones por las que me alegra enormemente pertenecer a esta comunidad es haber encontrado tus letras, Enrique, también tu persona, por supuesto. Eres capaz de trazar dos líneas, aparentemente sencillas, preparar un encuentro con ellas, darle después unas pinceladas y parir esta maravilla de relato. Pura delicatessen.
ResponderEliminarLo veo directamente en la final, Henry. Es de diez.
Un beso grande.
Malu.
Qué cosas dices, querida Malu. Y lo curioso es que esas mismas palabras tuyas me sirven para referirme a ti, alguien que, entre otras cosas, encarna a la perfección lo mejor de las letras de este blog, así como la enorme amabilidad que lo caracteriza. Saber que alguien como tú va a leer mis relatos te aseguro que es el mayor estímulo que tengo cada vez que intento escribir algo. En cualquier caso, todos sabemos que hay rachas en que salen mejor las cosas que en otras. Me alegro mucho de que este te haya gustado. Muchísimas gracias por tu generosidad.
EliminarUn fuerte abrazo.
Espero, Enrique, que el protagonista de tu historia encuentre a una mujer que le cure sus alergias. Me ha gustado tu micro. Saludos
ResponderEliminarYo también lo espero; no es cuestión de que el pobre esté a base de antihistamínicos.
EliminarMuchas gracias, Plácido. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
Cuando al amante herido se le escapan las lágrimas para negar que se deben a la tristeza o cualquier otra congoja, puede aducir que se le ha metido un mosquito en el ojo, o que ha estado pelando cebollas; en el caso que nos atañe parece que ha recurrido a las alergias, algo tan de moda; pero a ella, que ha desdeñado su amor por el de otro, o, simplemente, está jugando con dos barajas, como suele decirse, no puede engañarla, y supongo que no sólo porque en otoño no florezcan las gramíneas.
ResponderEliminarPor lo que parece, había una relación entre ellos que no sabemos hasta qué punto había llegado, pero debía de haber alcanzado cierta profundidad, ya que ella, al ser sorprendida, siente vergüenza, siente la punzada de la culpa por haber hecho daño a quien sabe que la quiere y que por lo que parece es un bendito, pues no se encoleriza, ni plantea una ruptura, por el contrario, las lágrimas le vienen a los ojos, y hasta sabe valorar a su rival en su sinceridad y amabilidad.
En esta estampa que nos dejas, resalta lo sutiles que son las relaciones humanas, lo que puede haber en juego sólo con tres personas que se han encontrado y se detienen a hablar en la calle, cómo en cada cabeza hay unas sensaciones y unas percepciones diferentes, y lo has hecho con la gran maestría con que sueles pergeñar tus historias, como ese gran dibujante que, con cuatro trazos, representa un mundo.
Un abrazo, tocayo.
Un placer siempre recibir tus sesudos y generosos comentarios, tocayo. Y me gusta especialmente el modo en que en este analizas ese momento en que los personajes se encuentran y cruzan miradas y palabras.
EliminarAunque eso es algo que no explico en el relato, siempre imaginé al escribir esta historia que ella no tenía culpa de nada (él podría haber estado indeciso o falto de valor demasiado tiempo, o incluso haber estado jugando con ella), por lo que esa bajada de ojos de la chica para mí supone empatía dolorosa con él, pero no vergüenza ni amor (al menos de la misma naturaleza que el de él, si bien en algún momento pudiera haberlo sentido), algo esto último que he querido aclarar en el título. En cuanto a los demás creo que coincidimos totalmente, incluida esa idea de que a ella no podía engañarla con ninguna excusa.
Muchas gracias por todo, Enrique.
Otro abrazo para ti.
Por el amor hacemos locuras, incluso "llevar la vida bajo el brazo para entregársela". Muy afortunada frase. Me gustaría saber si el otro también está en postura tan generosa. A veces no sabemos valorar lo que se nos ofrece y nos apetece justo lo que no nos conviene. Pero, tanto en el amor como en otras cosas, si todo encajara siempre la vida sería menos amarga, pero también más aburrida. Como siempre, Enrique, un micro macro. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Juana; el amor no está muy sujeto al sentido común, y entre decidirnos por quien más nos quiere o por quien más queremos, la segunda opción es sin duda la que más papeletas lleva, aunque lo de que coincidan ambas cosas (lo ideal) también se da a menudo.
EliminarMuchas gracias por todo.
Otro abrazo para ti.
No sé que me ha gustado más: si el principio -esa vida bajo el brazo- o el final con esa mirada caída de remordimiento. Me parece un micro redondo y genial.
ResponderEliminarUn saludo, Enrique.
Me halaga mucho tu comentario, Macarena. Todos sabemos que en este género uno nunca está completamente seguro de haber contado todo lo que quería, o de que al menos se llegue a entender la idea. Muchas gracias.
EliminarUn saludo.
Un gran relato Enrique, de esos que se pueden releer después de terminado volviendo al título (redondo creo que les llaman). Lo mejor es lo de la alergia, una buena excusa para dar cuando me encuentre con Patricia, o Malu, o Raquel, o Carmen o...
ResponderEliminarMuchas gracias, Jean, por tu visita y por tu generosa opinión. En cuanto a ese momento de encontrarte con tan entrañables damas, no me gustaría perdérmelo. Por cierto que si es en otoño más vale que vayas pensando en otra excusa, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.