Asombrado
Oyó entrar al extranjero. Cauteloso, se acercó a él y le observó. No era diferente a los otros: pequeño, débil. Estaba pensando cómo le mataría cuando advirtió que el intruso sostenía algo en la mano izquierda. ¿Qué demonios era?
El Minotauro, que contemplaba asombrado el hilo, no vio la espada.
El Minotauro, que contemplaba asombrado el hilo, no vio la espada.
Pues yo, pasmada me he quedado, que no he visto ni el hilo ni la espada, ni te he visto venir.
ResponderEliminarQué bueno, Plácido.
Al Minotauro le llamó más la atención el hilo, que el arma, ese asombro le llevó a un gran error,que le costó la vida. Podíamos decir eso de "las apariencias engañan".
ResponderEliminarPlácido una versión, en 50 palabras, del final de la leyenda del Minotauro. Original.
Un abrazo.
Me paso lo de Patricia, pues ni vi llegar la muerte... Muy buen relato Plácido, un enfoque genial a un tema clásico y recurrente.
ResponderEliminarSaludos.
Si Ariadna supiera para qué sirvió su hilo...
ResponderEliminar¡Buena versión, Plácido! Un saludo.
Buen hilo, Plácido, con el que te has manejado para tender un nueva revisión al mito. Un abrazo.
ResponderEliminarPues igual que a Patricia y @Jean_DD, e incluso igual que al Minotauro, estaba yo concentrado en el hilo de esta trama, que ni vi el hilo del extranjero, ni su espada, ni el "hachazo" que le asestó antre cachos al desprevenido Minotauro. Bonito relato en verdad.
ResponderEliminar*entre cachos
Eliminar¡Que bueno! Disfruté mucho con ese final, me habías despistado por completo. Genial.
ResponderEliminarHay que saber manejar los hilos frente a los monstruos... Muy imaginativo tu micro, Plácido. Saludos.
ResponderEliminarAsombrados nos dejas a todos, Plácido. Ninguno vimos nada hasta el final.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Ese hilo nos ha atrapado y no hemos visto el final, aun conociéndolo. El hilo de la trama es perfecto y el de Ariadna servía para algo más que para saber salir del laberinto.
ResponderEliminarMagnífica versión del mito. Enhorabuena, Plácido. Un fuerte abrazo.
Decía el filósofo inglés Whitehead que toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de la filosofía platónica. Claro está que Platón nos ha llegado casi íntegro hasta el presente, mientras que las obras de otros filósofos griegos sólo disponemos de unos pocos fragmentos.
ResponderEliminarY la filosofía sólo es una pequeña parte del legado de los griegos, legado que, igualmente, ha llegado muy mermado, aun así, podría decirse que lo hicieron todo y lo acapararon todo.
También su mitología es una fuente inagotable de inspiración, y en tu caso la has aprovechado muy bien en esta serie que le has dedicado al mito del Minotauro, uno de los que más me gustan, dicho sea de paso, como, al parecer, a Pablo Picasso.
En este microcuento, creo que el pobre Minotauro andaba un poco pensando en las musarañas, quizá confiado en su potencia y en su superioridad, sin saber que quien buscaba su perdición era todo un héroe griego, y así le fue.
Enhorabuena por estas sutiles incursiones en tan fascinantes historias, un abrazo, Plácido.
También yo he quedado asombrado. Nada en el primer párrafo del micro da una pista de por dónde transitaba el extranjero. El párrafo final nos da la solución y aporta una nueva versión, muy buena y original de cómo fue que Teseo mató al Minotauro.
ResponderEliminarEnhorabuena, Plácido.
Un cordial saludo.
Vaya, Plácido, parece que nos encontramos ante el primer torero del que se tiene noticia, o ante lo más parecido. Ingenioso y muy bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Totalmente de acuerdo con Enrique. Tiene toda la pinta de referirse a un torero. Muy bueno, Plácido. Abrazos.
ResponderEliminarPlácido, resulta tan válido como faena taurina como una nueva vuelta de tuerca al mito del Minotauro.
ResponderEliminarMuy bueno y original micro.
Besos.
Nos has mantenido en vilo hasta el final, con éste micro-histórico de ficción.
ResponderEliminarEstupendo, Plácido.
Saludos virtuales para ti y tu simpática tierra.
Qué bueno... hasta la última línea nos has tenido perdidos
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarMuy buen relato, Plácido. Una estupenda historia con una perfecta ejecución. El primer torero mitológico que despista al cornudo con ese hilo, antecesor del capote, mientras esconde la espada.
ResponderEliminar¡Bravo! Enhorabuena.
Un abrazo.
Pequeño y débil quizá, pero más inteligente que ninguno, pues planificó su estrategia a la perfección. Ya dicen los estrategas que la sorpresa es un gran aliado, como también que la curiosidad mató al gato, o al hombre-toro.
ResponderEliminarUn abrazo, Plácido