Espejismo
Al escuchar el estallido corrió a preguntar a su padre qué había sucedido. Este, escopeta en mano, señalando el viejo espejo del que apenas quedaban unos fragmentos en los vértices del marco, dijo: "Le ordené varias veces que se fuera, pero no había manera de hacer salir a ese carcamal".
Yo creo que, a partir de cierta edad, más valdría prescindir de los espejos. Se ahorrarían muchas situaciones como la que planteas y además ayudaría a sentirse jóven mucho más tiempo,
ResponderEliminarMuy bueno y divertido tu micro, Juana.
Un abrazo.
Juana, en ocasiones no nos gusta lo que vemos de nosotros reflejado en un espejo y queremos acabar con ello, tal como hace el protagonista de tu relato. Pero además con la edad y según las circunstancias cada vez nos gusta menos. Mientras la forma de acabar con lo que no nos gusta, sea rompiendo, aunque sea a tiros ese reflejo, todo irá bien, lo peor será cuando nos queramos destruir a nosotros mismos.
ResponderEliminarJuana, un buen relato, con un gran título que encierra mucho.
Besos.
Entretenido relato con un atisbo de demencia senil
ResponderEliminarMuy bueno
Ese acto de fallida autodestrucción pone en juego un tema apasionante: el de la falsa identidad. Aunque pudiera ser que el señor esté afectado por la demencia, también es posible que haya una no aceptación del nosotros que envejece y pierde valor en el mercado social de lo eternamente joven. Y es que no sabemos mirarnos. La mirada sobre nosotros mismos debiera evolucionar y hacerse introspectiva, madura, reflexiva con el tiempo. A cierta edad, deberíamos saber ver lo esencial, no mirarnos solo con los ojos vacuos de lo superficial. Creo que muchas personas,incluso jóvenes, hoy día están descontentas consigo y con su imagen, les gustaría ser otro, el más famoso, el más guapo, el más exitoso. Así es cuando dejamos que alguien mire por nosotros y nos ofrezca espejismos que alcanzar.
ResponderEliminarUn micro tenso y vibrante, como un golpe de atención a las conciencias. Muy intenso, Juana. Besos.
El espejismo se encontraba en la cabeza de este hombre, incapaz de asumir el paso del tiempo y la propia decadencia. Tiene una imagen de sí mismo que no se corresponde con la realidad y se niega a admitir la verdadera. Una escena así de drástica, con arma de fuego de por medio, es para preocupar a cualquiera, pero por otro lado, también indica que este personaje tiene fuerza y ganas de vivir, más de las que su cuerpo admite. Mejor esa actitud que dejarse morir o caer en la desesperanza.
ResponderEliminarUn abrazo, Juana
La verdad es que la vejez, cuando llega, no se va ni frotando con estropajo de aluminio. Lo mejor es aceptarla y, si llegamos a tiempo, retrasarla, porque sino, no ganaremos para espejos.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, Juana. Es contundente y guarda muy bien la sorpresa final, mérito de su buen planteamiento y ejecución.
Un abrazo.
¿A quién quería echar fuera de su vida, al espejo o a su imagen avejentada e imperfecta, qué la luna le mostraba?
ResponderEliminarOcurrente y reflexivo tu relato, Juana.
Mucha suerte y un besito virtual
Qué gran relato, Juana. Desde el título hasta el punto final, su planteamiento y su enternecedor desenlace.
ResponderEliminarCuánto aprendo en esta página.
Un beso fuerte.
Me encanta!
ResponderEliminarNo se reconoce... pudiera ser que la demencia senil le haya puesto una venda en su memoria.
Pero también puede ser, que símplemente no acepta paso del tiempo.
A partir de una edad, vamos cambiando y dejando atrás lo que fue nuestra apariencia. Sin embargo, seguimos siendo los de siempre. ¿Qué pasa?... Que el nuevo (viejo) envoltorio hay que aceptarlo. Pero para encontrarnos hay que mirar hacia dentro. Y es ahí, donde debemos mantenernos tal como éramos.
Muy bueno tu micro.
Espejo y espejismo, dos situaciones que, a veces, nos hacen zozobrar en la vida. Ese espejo que muestra lo que, a veces, no queremos ver, y esos espejismos que nos hacen cometer toda clase de tonterías, o cosas peores.
ResponderEliminarAl personaje de tu microcuento no sabemos exactamente qué le ha pasado, quizá sólo sea un acceso de furia pasajera, tras uno de esos berrinches que nos hacen enfurecernos hasta extremos peligrosos; o quizá es el inicio de algo mucho peor, de un agujero negro que se está abriendo en su mente y que se le irá tragando poco a poco.
Sea lo que sea, lo que queda tras leer tu magnífico microcuento es una reflexión sobre uno mismo, sobre el paso del tiempo, sobre los enemigos que nos acechan a lo largo del camino y sobre lo difícil que es mantener nuestra barca a flote para que no zozobre en ese inquietante mar.
Es el conócete a ti mismo del filósofo, pero es que resulta imposible saber cómo es uno mismo y más difícil aún manejarse con un poco de cordura.
Enhorabuena por este microcuento y un abrazo, Juana.
Juana, qué duro resulta cuando una persona ya no se reconoce frente al espejo. Maldito Alzheimer que arrasa con los recuerdos y nos vacía la memoria. Lo peor es no saber quién eres, ni dónde estás y no recordar a los tuyos.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besos.
Hola, Juana. Magnífico micro que te hace sentir pena (por el doloroso tema de las demencias) y reír a la vez (al imaginar lo absurdo de la situación) . Perfectamente planteado y narrado. Un beso.
ResponderEliminarLos espejos son horribles. A veces, cuando me miro en el del baño, parece que veo a mi padre.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Juana
Insatisfacción corporal, pero satisfacción de lectura.
ResponderEliminarEs difícil aceptarse ante el espejo a cualquier edad, porque no siempre nos devuelve la imagen mental que tenemos de nosotros mismos. Esta situación se agrava si no estamos habituados a la introspección y si no aceptamos el inevitable declive del paso del tiempo. A tu protagonista quizá le ocurra de todo un poco o se vea afectado por una enfermedad senil. En cualquier caso, el espejismo nos puede sorprender en el momento menos pensado. Una interesante reflexión con un final contundente, Juana.
ResponderEliminarUn beso.
Los espejos son crueles cuando las mentes no están cuerdas.
ResponderEliminarMagnífico, Juana. Te mando un beso.
Malu.
Ese hombre, además de conmover por su estado mental (seguramente padece algún tipo de demencia senil), también preocupa un poco por lo que pueda llegar a hacer.
ResponderEliminarAmarga historia, Juana María, contada con gran fuerza.
Un abrazo.
Una original y bien contada forma de enfocar la demencia senil, por supuesto de forma sorprendente e inesperada.
ResponderEliminarSaludos Juana!
Juana, muy bien relatado un "desencuentro" entre el yo y el reflejo del yo. Muchas veces llegamos a odiarnos a nosotros mismos, aunque sepamos que el principio básico es lo contrario: quererse mucho. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta tu sarcasmo. Tu relato es muy enérgico, se lee muy rápido y te saca una sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo suerte con las votaciones.
el protagonista será un carcamal, pero está muy bien el relato, real como la vida msma, me da envidia, el del rifle, no el del espejo, aunque seanel mismo.
ResponderEliminarBesos de los dos
Mil gracias por vuestro tiempo para leer y comentar. Un abrazo.
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