Guerrilla urbana
Accede al callejón con el sigilo de un gato. De su mochila extrae varios aerosoles y, sin perder un segundo, ejecuta su trabajo sobre la inmaculada pared. Escudriña en la noche al olfatear la amenaza. Un rastro de adrenalina, olor a pintura y a transgresión va dejando en la huida.
Mª Jesús, tu frase final resume espléndidamente esta "Guerrilla urbana" , así es como actúan y así es como se deben sentir. Un relato que es como un fotografía, o casi un graffiti perfectamente ejecutado.
ResponderEliminarBesos, Mª Jesús.
Hay una poética de la nocturnidad que se convierte en arte efímero sobre paredes y vagones de tren. Detrás, como recoge el título, muchas veces hay una actitud combatiente o, cuando menos, una actitud diferente de mirar el mundo y plasmarlo allí donde era, en principio, improcedente. Rebeldía o rebelión anónima, casi siempre, contra el estatus establecido. Bansky es hoy un exponente de esta nueva visión artística del mundo, crítica y comprometida.
ResponderEliminarUn tema muy original, Mª Jesús, un tiempo presente que late narrativamente en el relato. Un beso.
Estamos llenos de ellos... Los hay más o menos artísticos, pero de un tiempo para acá parece que (salvo excepciones) son algo respetuosos con el entorno. Yo tengo una foto de los contenedores del cristal con auténticas obras de arte. Me ha gustado mucho, amiga. Un abrazo.
ResponderEliminarLos grafiteros expresan rabia, reivindicaciones, arte, o, simplemente, manchan las paredes de forma insolidaria. Una actividad curiosa, que a veces parece estar cercana al arte, mientras que otras se aproxima más al puro gamberrismo, pero que, de una forma o de otra, conforma el paisaje de nuestras ciudades.
ResponderEliminarUn abrazo, María Jesús
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ResponderEliminarEl arte callejero del grafiti exige nocturnidad y altas dosis de rebeldía. Cada vez son más valorados algunos de estos autores que dejan su impronta en el paisaje urbano.
ResponderEliminarUn relato muy visual, María Jesús. Un beso.
Interesante propuesta la tuya, Mª Jesús. Es un mundo peculiar el de los grafiteros, yo he hablado un poco de ellos en un relato que no he publicado. Tienen mucho de gusto por el peligro y por la transgresión, pero, reconozcámoslo, algunos son grandes artistas de lo efímero.
ResponderEliminarUn abrazo.
La noche pintada por los gatos. Rastros de un sigilo que se cuela en una lectura cómoda a través de una historia interesante. Queda al final la imagen de los botes en el suelo bajo una pared que grita con colores la injusticia.
ResponderEliminarUn gran relato, Mª Jesús. Enhorabuena.
Un saludo.
Las paredes siempre han sido buenas comunicadoras de la voz del pueblo. Qué bien has descrito esa noche oscura que cubre el relato.
ResponderEliminarPues me ha gustado mucho, M. Jesús.
Un beso.
Ahora cualquiera se cree Banksy o Belin. Bueno, al menos deja su regalo en un callejón, no en un edificio del siglo XVI. Un buen micro. Saludos, Mª Jesús
ResponderEliminarEl título y el modo en que lo cuentas (dotando al protagonista de una tensión y precisión de gato, tan activos cuando todos duermen) vienen a enfatizar el aire romántico que acompaña siempre a esa apasionante actividad, que va mucho más allá del arte, dado su habitual carácter furtivo y su papel de compromiso social, entre otras cosas. Me encanta el dinamismo de la última frase, así como lo importante que resulta por su contenido para rematar la historia.
ResponderEliminarPerfecto, como de costumbre.
Un abrazo, María Jesús.
Gracias, amigos por vuestros valiosos comentarios. Os sigo, aunque a otro ritmo, pero no dejo de leeros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mª Jesús, yo también te sigo, a otro ritmo del acostumbrado...
ResponderEliminarMuy buena esa "Guerrila urbana". Un beso.
Malu.