Impregnación
Quedó su fantasma y algo más. François colocó el taburete en el centro del baño. Dispuso encima un pañuelo con mocos, un algodón teñido de azul, una compresa y, en el centro del altar, su perfume. Abrió el frasco. Una lágrima descendió en turbulencia lechosa por el Eau de Rosa.
La esencia de amor necesita de un ritual propio para ser destilada. Más fuerte que la ausencia es el alma enamorada, que permanece entre los objetos cotidianos esperando ser revelada.
ResponderEliminarEsencia poética en tus palabras, que me hacen impregnarme de tu relato, Cristina. Saludos.
El fantasma se ha quedado de forma involuntaria, no espera nada porque no comprende nada, pero me ha parecido preciosa tu visión sobre "el alma enamorada que permanece esperando ser revelada", impregnando una casa que ya no es la de ella. Gracias por compartir tu mirada sobre mis palabras. Un abrazo fuerte.
EliminarHay quien dice que el recuerdo de una persona se materializa en su perfume o, a falta del mismo, en su olor corporal. Nada más primitivo y elevado, a la vez. Me ha gustado, Cristina.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
En efecto, el olfato es un sentido muy potente e infravalorado, por eso llevé mi historia al país de los perfumes. François da la primera pista y Rosa juega desde el recuerdo con el Rochas. Lo primitivo es la esencia misma de lo que dejamos. El frasco es un vehículo, uno más de los objetos, pero adquiere el protagonismo como detonante de las lágrimas, que llegan al final como desahogo de lo que unos segundos antes era rabia y dolor. Gracias, María José. Un fuerte abrazo.
EliminarEstá muy bien elegido el baño como recinto religioso para esa especie de altar con restos biológicos. Ese lugar donde en vida fue testigo tanto de secreciones corporales como de exquisitos perfumes tan apreciados por aquella que François intenta evocar.
ResponderEliminarMisticismo y contidianidad a partes iguales en un original micro que llega a impregnar.
Un abrazo, Cristina.
El baño, la toilette francesa, es ese lugar de la casa en el que a pesar de utilizarlo muchas veces con la puerta abierta, en otros momentos echamos el cerrojo a la intimidad. Se convierte por unos instantes en una muralla. Cuando François cae en la cuenta de haberla traspasado tras la contemplación de lo más íntimo, y quedar impregnado del misticismo poético de lo cotidiano, es miedo a lo evidente, a lo que su mente le dice que sucederá al abrir el perfume en último lugar, es lo realmente brutal. Un segundo que se transforma en una eternidad de recuerdos. Gracias por tu acertada puntualización. El baño fue una ubicación casual pero me pareció muy efectiva. Un fuerte abrazo, Antonio.
EliminarTe ha quedado un poco cochino, pero es lo más poético que te he leído. Muy bonito, de verdad, y tal vez ese juego de efluvios que acaban con una lágrima sea la esencia de la impregnación que provoca tu micro en el alma.
ResponderEliminarSi hasta se siente el aroma del perfume.
Aplausos míos y de toda la colección de fantasmas que viven conmigo, que están emocionados.
En los mundos misteriosos esos, una casa se llama "impregnada" cuando por ella pululan diversos vestigios de quienes la habitaron, presencias físicas o incorpóreas. He mezclado ambas con mucho atrevimiento. Pueden ser temporales o más duraderas de lo deseado en nuestra idea del tiempo, pero este hogar del micro no está en Amityville ni es la habitación 510 del Hotel Corona. Perdido está el fantasma de ella, pero solo es un espectador y perdida está el alma enamorada de él, pero solo es una lágrima desgarrada. Si he conseguido que lo cochino sea poético, esa era la idea, pero no quería cargar el punto repulsivo que parece sobresalir, sino intentar normalizar unos objetos que ya de por sí son de lo más normales. Gracias.
EliminarDiles a tus fantasmas que se dejen de aplaudir y que no le tengan el acceso denegado a mi Rosa, que ya son veteranos y le podrán acompañar en el camino, y se van todos en estado puro a gozar de los lugares celestiales ¡que a saber ande andarán!. Se merecen reposo. Besos y abrazos, Patricia.
Cristina, tal vez para este ceremonial con el perfume hubiera sido suficiente, pienso que ese aroma contiene los recuerdos suficientes. El resto de aderezos para el ritual, son de un fetichismo algo desagradable, tal vez hasta el fantasma salga corriendo.
ResponderEliminarUn relato que nos va a dejar a todos impregnados de su esencia, Cristina.
Besos.
Mi historia describe un momento demoledor. No es fetichismo el que demuestra François, es un dolor en estado tan intenso que eché mano de otras esencias, aunque no son tal. Los aderezos como les llamas ni los está oliendo ni le son desagradables, le están golpendo en el centro del corazón de forma despiadada.
EliminarCuando uno despide el cuerpo de su amada, se enfrenta a una casa impregnada:una colilla en el cenicero, su última ropa en el tendedor, los cabellos en el cepillo de pelo, su teléfono móvil, su bolígrafo preferido, la nota para la compra en la nevera ... Al contemplar estas cosas, el edificio entero se te viene encima, sin misericordia, y solo queda una cosa: abandonarte al llanto. Me alegra que mis cincuenta te hayan impregnado de sensaciones, que iban más inodoras de lo que has valorado pero más crueles. Un abrazo, Javier.
Esa lágrima que se confunde con el perfume... Con eso me quedo. Lo demás es un poco guarrete, je, je. Pero es original, rompe esquemas... Me ha gustado, Cristina. Un beso.
ResponderEliminarImpregnados de efluvios o de lágrimas. Todo destila un sentimiento puro, inmisericorde. Es una vuelta a esos objetos guarretes. Todo el conjunto es el camino del duelo, tan personal en cada individuo. Me agrada que te guste. Besos para tí también, María José.
EliminarEn este ritual evocador del olor del fantasma se mezclan efluvios corporales con el perfume y la lágrima. El olfato es el sentido con mayor poder evocador. Y aquí no ha querido olvidar ningún ingrediente.
ResponderEliminarOriginal sí es, aunque bastaría con algunas esencias. Un beso, Cristina.
El olor de un perfume comprado, que llevan miles de mujeres en el mundo, se me quedaba corto, pero no quería eludir el hecho de que asociamos un perfume a una persona. La originalidad puede que sea el hecho de tratarlo como uno más y no el más importante. Todas las esencias desatan en el protagonista lo irreversible de la muerte, el recuerdo y la añoranza. Besicos, Carmen.
EliminarCuando una persona desaparece nunca lo hace del todo, deja tras de sí su aura y sus pertenencias materiales. También algo muy personal que tiene caducidad; su olor, que viene a identificarse también con su esencia. Tu protagonista ha reunido en una especie de altar improvisado los últimos vestigios en este sentido, efímero rastro de ADN antes de que se disipe. Cuando ello ocurra ya si que solo quedará una presencia etérea en forma de fantasma y el recuerdo. Todo ello no deja de ser un deseo de perpetuar el amor que aún se siente por aquel que se marchó en su forma física.
ResponderEliminarSaludos, Cristina
¿Qué somos? La eterna pregunta. Quizá somos el envoltorio de un alma o los recuerdos de lo que hemos dejado en otros, que a su vez serán recordados por otros que aún están, por otros que aún están, por otros que también marcharon, por otros que serán, y así un buble infinito. Nuestro deseo de perpetuarnos puede crear fantasmas, y no son ni tétricos ni horrorosos. Las despedidas a veces son largas pero tomadas desde nuestro punto de vista. En un micro sobre la partida en una concepción del tiempo que debemos valorar y entender. Rosa está en un plano del tiempo y del espacio que no entiende ni sabe cómo manejar. Se podría decir que utiliza lo efímero y con fecha de caducidad de su ser corporal, pero tampoco es cierto. Está perdida, pero François no lo está menos que ella, no sabe si disipar sus rastros para siempre o seguir contemplándolos un rato más. Igual las lágrimas le desvelan una respuesta. Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Un abrazo.
EliminarUn bello micro. El olor asociado a la mujer amada despierta recuerdos penetrantes. Saludos, Cristina
ResponderEliminarImágenes muy visuales, para un un micro absolutamente sensorial y sensual.
ResponderEliminarSuerte, Cristina.
El olor como vehículo del recuerdo, me gusta la idea que has plasmado en tu micro, Cristina. El olor se queda impregnado durante mucho tiempo en las prendas de ropa, pero no lo notamos porque nos fijamos primero en otros estímulos sensoriales procedentes de la persona a la que queremos.
ResponderEliminarUn saludo.