Maldito
Aquel desgraciado devolvió voluntariamente el cuadro de Munch al museo y, aferrado a la celosía del confesionario, me juró que nunca volvería a robar. Aún no puedo desterrar de mis pesadillas sus manos intentando taponar los oídos, el rostro cadavérico, aquellos ojos desorbitados, esa boca que era un puro grito.
Un relato en verdad inquietante, en el que el ladrón se identifica con la imagen del cuadro sustraído, del que podría haber sido su modelo, pues está poseído de la misma angustia de ese perdonaje, retratado con pinceladas circulares de desesperación. De una forma o de otra es un hombre maldito, pues ni al confesar su falta parece hallar la paz; es más, contagia de inquietud al sacerdote.
ResponderEliminarMuy buen relato, Belén, como no podría ser de otra forma.
Un abrazo fuerte.
Me encantan los relatos referidos a pinturas célebres. Te ha quedado genial. Es de esos que me hubiese gustado escribirlo yo, pero por algo eres una campeona, amiga Belén.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Yo creo que es uno de los cuadros de los que no te olvidas nunca, sencillo y complicado a la vez. Hasta en el WhatsApp nos lo encontramos. Me ha gustado mucho el micro, es original al máximo. Un besito y suerte, Belén.
ResponderEliminarEl espejo de la culpa: un grito ¡Lo que se debe de gritar es que este micro es muy bueno!
ResponderEliminarPoderosa descripción del ladrón que es descripción de la angustia que encierra la figura universal de Munch. Para mí queda una lectura terrorífica en el ambiente como si el ladrón hubiera sido poseído por la angustia vital que tortura a la figura del cuadro, que lanza al micro a una zona oscura vibrante.
ResponderEliminarSaludos, Belén.
En la estupenda descripción del cuadro de Munch observamos la angustia que plasmó el pintor, la del ladrón que no se redime ni devolviendo el cuadro al museo ni en la confesión y la del sacerdote que lo confiesa. Realmente el cuadro está maldito y transmite esa angustia a cuantos tienen relación con él.
ResponderEliminarUna idea genial y un hermoso homenaje a Munch. Enhorabuena, Belén. Un beso.
Excelente relato, Belén, muy propio de ti. Ese cuadro de Munch da mucho juego literario y tú has sabido interpretarlo con maestría. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amiga.
Un micro que como la referida pintura no se puede dejar en el olvido. Magnífica fotografía de un cuadro dentro de un cuadro. Un abrazo, Belén.
ResponderEliminarEs sabido que el arte imita a la realidad. Un tipo angustiado, aterrorizado, que grita desesperado...
EliminarPero tú, Belén, le has dado la vuelta al asunto, nos presentas a alguien que imita al arte. De hecho te lleva a dar un salto espectacular en el aire y con cincuenta partículas, esta vez de arte, compones una suerte de anti-ficción. Por así decirlo.
¡Enhorabuena!
Una obra de arte ha poseído al ladrón. El complejo de Edipo al revés. Un micro brillante.
ResponderEliminar¡Qué buena eres, Belén!
Un beso.
Pablo
Belén, este ladrón mimetizado con el cuadro que había robado y arrepentido por ello, deja atónito al cura que lo confiesa.Realmente el cuadro estaba maldito.
ResponderEliminarUn relato muy original y espléndidamente escrito.
Me ha gustado.
Besos, Belén.
Tal vez lo robó, precisamente porque lo sintió como parte de sí mismo. Tal vez lo devolvió, incapaz de verse reflejado constantemente en el cuadro... Tal vez él, es el mismo espíritu escapado del cuadro. Tal vez jamás consiga desligarse de esa pintura. Decididamente estå maldita...
ResponderEliminarAl sacerdote... le recomiendo unas vacaciones.Necesita despejarse o acabará él también a puro grito.
Me ha encantado tu micro. Es estupendo!
El cuadro impregna su esencia a aquel que comete la imprudencia de arrancarlo de su lugar de reposo, como en una especie de 'retrato de Dorian Gray' al revés. Con una eficiente exposición cargada de un ingenioso dramatismo, dejas la bonita idea de hacer pagar al malhechor con su misma moneda.
ResponderEliminarExcelente, Belén. Enhorabuena.
Un abrazo.
Belen, parece que el cuadro impresiona al que lo ve, pero a tu protagonista lo ha llenado de remordimientos imposibles de olvidar, y que se ven reflejados en sus mismos gestos y rostro.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos apretados.
Muchísimas gracias por vuestros comentarios y por visitarme. Es una alegría enorme leer estos análisis y aprender de ellos. Besos grandes!
ResponderEliminar¿A quién se le ocurre robar El grito de Munch? Tenía que haberse llevado La alegría de vivir de Matisse. Terrorífico micro. Saludos, Belén
ResponderEliminarSólo puedo decirte, Belén, que tu micro es buenísimo. Esa ambigüedad entre el ladrón y el autor, me ha parecido excelente.
ResponderEliminarBesito virtual
Magnífico, Belén. Me parece una propuesta muy valiente atreverte a escribir sobre una obra de arte tan sublime. Y lo has bordado, enhorabuena.
ResponderEliminarBesos.
Bendito tu modo de escribir, Belén. El tono, el ritmo, el vocabulario... le van perfectos a esta historia que yo calificaría de auténtico terror, y que acaba extraordinariamente rematada con esa boca condenada a la sola función de gritar con el mayor de los espantos.
ResponderEliminarMuy muy bueno.
Un abrazo.
jajajaja... Buenísimo!!!
ResponderEliminar