Miradas
Para recuperar trozos de vida perdidos, arrancándolos del inexorable paso del tiempo, me gustaba observar las fotos de los familiares que se habían ido. Nunca advertí si ellos notaban algo desde el otro lado del papel, pero ahora sé que resulta conmovedor sentirse añorado; así que nunca dejes de mirarme.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter
Pablo, que contraste entre mirar y ser mirado, en este caso fotografías de los que se han ido. Tu protagonista ha descubierto la sensación de ser observado, y tal vez tenga razón debe ser conmovedor sentirse añorado, señal que para esa persona has dejado marca y un buen recuerdo.
ResponderEliminarEl título me parece genial, ya que nos muestras las distintas miradas.
Me ha gustado mucho, pienso que este relato también será para añorarlo por lo bueno que es, para recordarlo, apetece volverlo a leer, y de paso aprender. Enhorabuena.
Un abrazo enorme, Pablo.
Muchas gracias por tus amables palabras, Javier. Significa mucho para mí que te haya gustado. Además has captado todo lo que quería transmitir en el relato.
EliminarUn fuerte abrazo.
Pablo
Pablo, me gusta tanto el continente como el contenido de tu magnífico microrrelato. Algunas veces nos hemos preguntado (yo, al menos) si todo ese grupo de familia y amigos que nos rodean y dan cariño en vida, seguirán estando "ahí", una vez muertos. Y si nos echarán de menos y por cuánto tiempo, cuando ellos fallezcan... Me temo que siempre habrá preguntas sin respuesta...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amigo.
Yo estoy seguro de que siempre están ahí. A veces los siento. Y eso reconforta. Soy de los que piensa que después de morir hay algo más.
EliminarUn beso fuerte.
Pablo
Estratosférico. Sin artificio, con solo palabra, pulso y sensibilidad, me desarmas. Tu mirada es única y tan afilada que nos permite ver lo invisible.
ResponderEliminarDe cuadro de honor. Un pedazo de abrazo, monstruo Pablo.
Estratosféricos son tus comentarios, mi querido Manuel, y tus micros, tanto los mensuales como los que sacas cada mes con los títulos de los finalistas.
EliminarUn fuerte abrazo, genio.
Pablo
Miradas nostálgicas de otro tiempo, y seres que posiblemente ya no existan.
ResponderEliminarTodo un recital poético, de fondo, en ese papel amarillento de imágenes y presuntas reflexiones.
Como siempre, soberbio.
Saludos
Muchas gracias por tus palabras María Jesús. Tu comentario es precioso. Me quedo con ese papel amarillento de imágenes,
EliminarUn beso.
Pablo
La perenne mirada de quienes recordamos, mientras se posa el tiempo en su fotografía, establece una conversación muda cuando la ausencia aprieta y despierta voces que conmueven e imágenes que confortan. Pero sobre todo, reviven esos momentos que nos regalaron y que permanecerán durante toda la eternidad de nuestra vida.
ResponderEliminarQue nunca dejen de mirarnos. Y tú, querido Pablo, nunca dejes de escribir.
¡Magnífico!
Un fuere abrazo.
Tu comentario encierra toda la sabiduría que te acompaña y que tan bien sabes transmitir con palabras. Como bien dices, que nunca dejen de mirarnos y, por mi parte, yo no dejaré de escribir sabiendo que tendré el gran premio de tus palabras bajo mis letras.
EliminarUn fuerte abrazo.
Pablo
Las imágenes nos ayudan a recordar a los seres que hemos perdido. Mirándolas establecemos un diálogo del que no sabemos si llega al otro lado. Tras leer tu micro, podemos afirmar que sí, que nos escuchan y nos suplican que no los olvidemos. Qué buen juego de miradas, Pablo.
ResponderEliminarUn micro magnífico y conmovedor. Un beso.
Mi querida Carmen, Esas conversaciones existen, O al menos así lo creo yo.
EliminarMi mayor premio es que te haya parecido un buen micro. Muchas gracias.
Un beso.
Pablo
La magia nos acompaña en nuestras vidas, pero sólo la percibimos en momentos de soledad, esos en los que nos olvidamos de todo y dejamos que ella nos guíe. Está en las viejas fotos y en relatos como éste, que nos abren los ojos y el corazón.
ResponderEliminarYo no voy a apartar la mirada de tu chistera y esperaré para leer lo próximo que tu magia haga brotar de su interior.
Mi querida Patricia: la magia está en los ojos con los que sueles leer cada relato. También en la memoria de mi padre, por supuesto, que me acompaña y me dijo este relato al oido, así que el mérito es de él. Bueno, un poco mío porque era un poco desastre con los ordenadores, pero por lo demás, es de él.
EliminarUn fuerte abrazo y un un besazo.
¡Viva el Callejón!
Las fotografías tienen la magia de un instante congelado en el tiempo. Tanto es así que personas que ya no están entre nosotros parecen cobrar vida física de nuevo, es parte de la magia de las imágenes.
ResponderEliminarRecuerdo haber leído que los miembros de una tribu de África se negaban a que les hicieran fotos porque pensaban que les robaban parte del alma.
Este relato incide muy bien en esa percepción que todos hemos experimentado, la hace posible y se pone en un lado y en el otro con maestría. También lo siento como una forma de comunicación con las personas que nos han dejado, que nunca se marcharán del todo.
Un abrazo fuerte, Pablo
Acertadísimo, como siempre, tu comentario, Ángel. Este es de los que necesitaba sacar en esta época de altibajos que vive uno cuando pierde a un ser querido. Pero ahí quedan los recuerdos.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola, Pablo. El protagonista pasa de estar en un lado a estar en el otro y lo explica con absoluta naturalidad. Así se percibe al leerlo. Una fluidez que te envuelve y cautiva. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias, María José. Me gusta lo que dices porque en relatos tan pequeños, si se pierde la fluidez, se desinflan irremediablemente y no siempre soy capaz de sacarlo adelante.
EliminarUn beso fuerte.
En tu microcuento, como en la película de Amenábar, hay dos mundos y, quizá, como en ella, quienes creemos que estamos en uno, en realidad, estemos en el otro.
ResponderEliminarSea cual sea la verdad, lo que sí parece cierto es que todos tenemos que pasar al otro lado, si es que existe, y en caso de que existiese, quizá tampoco fuera el definitivo, que creencias las hay de todas las clases y tal vez alguna de ellas haya rozado la verdad.
El personaje de tu microcuento, como un nuevo Proust, lucha contra los desgarrones del tiempo, contra la eficacia de su goma de borrar, el escritor francés lo hizo embarcándose en una obra descomunal e interminable, entregando su vida al arte, tu personaje, quizá más humilde, pero a lo mejor más sabio, lucha contra Cronos mirando los retratos de sus seres queridos que ya no están, y se ensimisma en profundas meditaciones, una de ellas es la de preguntarse si esos retratos están impregnados de las vidas de quienes en ellos aparecen; otra la de desear que, tanto en esta vida como en la otra u otras, si las hay, alguien nos añore, de hecho, aunque la muerte fuese la nada absoluta, nuestros deseos van encaminados a que nos recuerden, a que nos añoren, pues mientras estemos en la memoria de otras personas no habremos muerto del todo; aunque la malograda Cecilia, en esa canción en la que se planteaba matarse, parecía no se decidía a hacerlo porque, decía, era muy triste convertirse en recuerdo; pero creo que, en su caso, lo del suicidio era sólo un asunto poético. De todas formas, peor que ser un recuerdo es haber sido olvidado, desaparecer del todo como si uno no hubiese vivido nunca, lo cual, al filósofo Gianni Vattimo le parece un escándalo absoluto.
Aparte de todo lo anterior y mucho más, tu extraordinario microcuento, pienso que inspirado en tus vivencias actuales, me ha traído a la memoria el poema de Juan Ramón Jiménez El viaje definitivo: “Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros / cantando... “
Un fuerte abrazo, Pablo.
Qué pedazo de comentario, Enrique. Cada vez que te leo aprendo pues son clases magistrales a partir de la pequeña historia que escribo.
EliminarPara colmo, además de todo lo que me cuentas, enriqueciendo (EnriqueAngulociendo) el relato, has pillado la esencia de por qué salió este relato.
Mil gracias por pasarte por aquí de nuevo. Solo un comentario tuyo me premia con el tiempo que le dediqué al relato, que por otra parte fue un placer el escribirlo porque, si no obtuviéramos placer, ¿para qué escribir? Para mí, además, es una de las mejores terapias que existen y si encima me regaláis estas palabras, pues aún me dan más ganas de seguir recargando la pluma.
Un abrazo.
Profundo relato, en el que en forma entrañable nos planteas la relación con quienes ya no están, en ese ejercicio de recuperar vivencias pasadas. Yo, en esas “miradas”, trato de limitarme a revivir esos momentos sin dejar que a continuación la mente me lleve por encadenamientos que conducen a la angustia y a lo que tú planteas: a pensar en estar del otro lado del cristal.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pablo, por otro de tus relatos que calan hondo y que no son fáciles de olvidar.
Un abrazo.
Georges, es muy interesante lo que dices de dejar congelado el momento sin encadenar lo que vino después. Me quedo ese pensamiento para que esas miradas provoquen una sonrisa en lugar de una lágrima.
EliminarMe encanta tu inmenso comentario. Otro premio que recojo con gusto.
Un abrazo.
Pablo
"Nunca dejes de mirarme". Posiblemente eso escriba en mis fotos. Cautivador tu relato Pablo. Me ha encantado. Muchos besos.
ResponderEliminarGeyna, me alegra que esa última frase se te haya quedado, porque es la más importante del relato y a la que hay que agarrase.
EliminarGracias por pasarte por aquí.
Un besazo fuerte.
Qué fuerza suelen tener algunas miradas a cámara. Lo mejor es que esa mirada quedará fija para siempre y si te gusta, podrás decir tu frase lapidaria: «NUNCA DEJES DE MIRARME» y así las miradas serán recíprocas.
ResponderEliminarGran relato, Pablo.
¡Como tú!
Un abrazo enorme.
¡Cómo tú!
Isidro, me desarmas con tu comentario.Yo por mi parte te diré que "Nunca dejaré de leerte".
EliminarUn abrazo grande de sevillano a bolo. Grande tú.
Aprovecho para anunciar por aquí la próxima publicación de tu libro. Tennos al tanto cuando salga esa obra de arte.
Pablo
Pablo, las miradas de los que amamos, que se han ido, jamás se olvidan, pero nos gusta mirarlas y recordar lo que hemos vivido a su lado.
ResponderEliminarSi no interpreto mal, el protagonista ha pasado de mirar a ser mirado, por lo tanto, entiendo que ha muerto y por eso ya sabe lo que se siente desde el otro lado de la fotografía.
Excelente relato lleno de sentimientos y con sorpresa final.Enhorabuena.
Besos apretados.
Querida Pilar, has entendido perfectamente el significado del relato. El protagonista recuerda cuando estaba en un lado de la foto, y ahora nos habla desde el otro. ¡Qué razón llevas en que las miradas de los que amamos jamás se olvidan! A mí es lo primero que me viene a la memoria.
EliminarMil gracias por tus palabras, como siempre, llenas de sentimiento.
Un beso.
Ahhh. Qué ternura. Maravilloso relato.
ResponderEliminarLu, me encanta que con una palabra "ternura", hayas definido el relato y es que creo que es de lo más acertada pues eso era precisamente lo que yo sentía cuando lo estaba escribiendo.
EliminarGracias por pasarte por aquí.
Un beso. Espero que te vaya bien en España.
Pablo
Mientras alguien mire nuestra foto, nosotros seguiremos vivos. Una forma de verlo. Desde luego, un buen micro. Saludos, Pablo
ResponderEliminarHas dado en el clavo, Plácido, la vida no nos la arrebata al muerte, sino el olvido.
EliminarUn saludo.
Pablo.
Los dos tiramos de fotos este mes para relatar y hablar del paso del tiempo. Me ha encantado. Enhorabuena Pablo. Un abrazo
ResponderEliminarCierto, Carmen, este mes los dos hemos tirado de fotos. A mí es un tema que apasiona, tanto como tu excelente micro. Las fotografías son un excelente instrumento para hacer que balanceemos el tiempo y que los recuerdos queden nítidos.
EliminarEl aire de Huelva nos ha inspirado con nuestras fotografías. ;-)
Un beso a una de las mejores sonrisas de cincuenta.
Pablo.
Una preciosidad, Pablo. Es cierto que a veces parece que las imágenes de nuestros seres queridos que se fueron parecen querer hablarnos desde allí donde estén, darnos consejos, contarnos algún chismorreo del más allá, tantas cosas que aún quedaban por decir...
ResponderEliminarUn beso muy fuerte.
Cierto, Asun, cuando alguien se va, a veces la cabeza quiere imaginar qué hubiera sido si aún no se hubieran ido. Y creo que, al final, nos susurran desde el otro lado del papel que vivamos el presente sin anclarnos en el pasado ni preocuparnos, en exceso, por el incierto futuro.
EliminarBesote, ahijada.
Sugerente siempre está situación de convivencia de ambos lados, de los unos y los otros, aunque en este caso su poder para emocionar se ve incrementado por la naturaleza del narrador, así como por su sensibilidad (intacta al parecer aun tras la muerte) y ese anhelo por ser testigo de los sentimientos que aún pueda inspirar en sus seres queridos.
ResponderEliminarHermoso y conmovedor, Pablo, con un título tan simple como efectivo para dar mayor dimensión a las palabras que le siguen.
Un abrazo, amigo.
Mi querido padrino (maestro de tantas cosas): no hubiera encontrado yo en mil años mejor resumen de lo que quise dejar entrever con mis cincuenta palabras. El protagonista de mi relato me recuerda más de lo que imaginas a ti: un hombre bueno, dispuesto siempre a ayudar y sin ninguna queja. Y, por supuesto, con una sensibilidad que aún tengo a mi lado y que nunca dejará de acompañarme.
Eliminar¡Eres grande, padrino! No eres consciente aún de todo lo que me diste al traerme a esta comunidad.
Un abrazo fuerte, creador de MicroMochones.
Hay miradas que lo dicen todo, las de ahora, las de antes, las que serán mañana...
ResponderEliminarEs una delicia de relato, lo mires por donde lo mires, por cómo está escrito y, sobre todo, por el momento en el que está escrito.
Querido ahijado, sabes que siento admiración por ti y tus escritos, porque pones el alma en todo lo que creas, dicho esto, solo me queda darte la enhorabuena y pedirte que sigas emocionándonos con tus micros, aunque sé de sobra que lo harás.
Un beso grande, Paul.
Malu.
EliminarHay comentarios que te inflan las ganas de escribir, y este es uno. Yo tengo una buena maestra que me enseñó con sus relatos y sus consejos que lo más importante de un relato es que tenga alma y, desde entonces, no olvido esos consejos. Has conseguido que escribir resulte la mejor terapia para mí, y me salgan mejor o peor los relatos, que sobre todo me importe el sentirme vacío cuando vierto lo que tengo, sobre el papel. Arriba le dije a mi padrino que no es consciente de todo lo que me dio al traerme aquí. Hago extensivas esas palabras para ti, madrina. No sabes el bien que hiciste al mostrarme el camino de cómo vivir esta maravillosa aventura de escribir, y al enseñarme a liberar mis palabras y mi forma de pensar. A sentir lo que escribo. A ser más feliz conmigo mismo. A hacer relatos como este con los que soltar algo de lastre de mi corazón, que me ayudan a cambiar el dolor por la esperanza, y seguir adelante el camino.
Un besazo.
Pablo.
Interesante reflexión la que haces Pablo, si nos ven desde el otro lado del papel, me parece un vuelco de tuerca genial el que das.
ResponderEliminarUn gran abrazo Pablito (que escribía un relatito...)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarUn gran abrazo, Jean. Y gracias por pasarte por aquí. Me gusta mucho lo que apuntas de la vuelta de tuerca. Siempre es un gusto leerte, amigo.
EliminarSaludos, y te deseo mucha y buena lectura de nuestra venerada "Valdemar".
Me encanta tu relato Pablo. Felicitaciones. La idea es entrañable y original, y tu forma de conducir el relato muy elegante.
ResponderEliminarUn abrazo suerte con las votaciones.
Muchísimas gracias, Raquel. Cómo me gusta que siempre te pases por aquí a dejarme tus palabras.
EliminarUn beso fuerte.