No soy responsable de mis actos
La encontré en un semáforo. Me cautivó su olor, el baile de su pelo al andar y el rítmico movimiento de su culito respingón. La abordé como si no existiera un mañana...
Sentí una fuerte opresión en el cuello. Mi condición fiel y sumisa me alejó, entre aullidos, de ella.
Sentí una fuerte opresión en el cuello. Mi condición fiel y sumisa me alejó, entre aullidos, de ella.
Fernando, tu protagonista se deja llevar por su instinto animal, pero está claro que a su dueño no le hace ni pizca de gracia.
ResponderEliminarBuen relato, Fernando.
Un abrazo.
Las hormonas mandan y en veranillo más, je je... Me ha encantado; los perros son mi debilidad. Genial, Fernando. Un abrazo.
ResponderEliminarQué vida tan perra! jejeje
ResponderEliminarMuy bueno... Me ha gustado!
Aparte de lo obvio de tu microrrelato, lo que más me interesa es la lección que puede sacarse acerca de la libertad, pues ese perro doméstico tiene un amo, y es este el que manda sobre sus instintos; un perro callejero podría seguirlos sin que le reprimiese nadie, es un decir, porque hay mucho salvaje por ahí suelto dispuesto para saciar su crueldad a hacer perrerías, nunca mejor dicho, sabemos por las noticias a que bajezas puede descender el ser humano.
ResponderEliminarPero esa reflexión acerca de la libertad tenemos que hacérnosla cada uno, preguntarnos cuánto sacrificamos de ella para asegurarnos lo necesario para llevar una vida lo más digna posible, pues la libertad absoluta es imposible. En definitiva, todos llevamos alguna correa al cuello que, a veces, nos impide dar un paso hacia muchos de nuestros íntimos y justificados deseos.
También me gusta el tono ligero del microcuento, su humor, aunque no deja de ser una faena para el pobre animal ver frustrados son más fuertes instintos.
Un abrazo, Fernando.
La correa que todos llevamos al cuello es la cadena social que nos impone el vivir en colectividad. El instinto guía nuestro impulso animal, la educación y la norma lo someten. Puede ser más o menos aceptable y discutible, pero es lo que nos ha hecho evolucionar y llegar, con ciertas pautas de respeto hasta aquí. Distinto sea cómo se impone o se transmite la norma.
ResponderEliminarUna situación bien elegida y mejor llevada para suscitar la reflexión. Saludos, Fernando.
¿Un perro o un marido? Sí, ya sé que hay quien cree que los maridos no llevan correa, pero eso es un error. En cualquier caso, si se tratara de un perro, no sé yo si podría aplicársele lo de amigo fiel.
ResponderEliminarUn excelente micro, Fernando. Saludos
Muy bueno y divertido, Fernando. Es que el instinto es así, aparece de pronto y no hay quien lo domine, salvo una buena correa.
ResponderEliminarUn beso.
El instinto es el instinto, hasta para un perro, al que se le supone el mejor amigo del hombre, ha de ser constantemente educado y reprimido por éste si quiere formar parte de esto que llamamos sociedad. Todo tiene sus normas y sus límites, aunque nunca sabremos si las mascotas llegan a entenderlo.
ResponderEliminarUn abrazo de verano, Fernando