¡Qué sumamente extraño me resulta todo!
Me sorprende la insólita circunstancia de circular sin cruzarme con otros vehículos. Kilómetros y más kilómetros de parajes yermos. Viajo por espacios inmensos, con una misteriosa sensación de soledad. Me esfuerzo mentalmente por buscar recuerdos, aunque sean difusos. Rememoro que unos ¿cuántos? días atrás se produjo aquella inevitable crisis mundial.
El tema apocalíptico del relato nos coloca en el peor de los escenarios posibles para después de una crisis, y mira que ahora todas las crisis son mundialmente fastidiosas, de un alcance soberbio, porque aunque se generen en el lugar más alejado de nosotros, acaban afectándonos.
ResponderEliminarLa escena que describes me parece genial para abrir una película de género. Paisaje desolado, confusión del personaje, feedback con los recuerdos y el guion está servido.
Me gusta esa voz del narrador en primera persona que subjetiviza el punto de vista y nos transmite una sensación desasosegante.
Un abrazo, José Antonio.
J.A., tengo dos noticias que darte, una buena y otra mala. La buena es que has sobrevivido y la mala, que eres el único que queda en el planeta. Aunque igual es al revés y la buena es la mala y la mala, la buena.
ResponderEliminarAbracicos veraniegos.
Genial Patricia. Aunque, como todo buen guión de película post-apolíptica (ya lo imaginé como peli y no como libro) no falta que se encuentra a la chica tan hermosa que de casualidad también sobrevivió y en una región no tan lejana a donde vive el sujeto. O si no, aunque sea un pastor alemán ha de encontrar ;)
Eliminar.. Y quedó un superviviente para reiniciar el ciclo. Al revés que los dinosaurios, la humanidad no se extingue.
ResponderEliminarSaludos de afecto.
Como sigamos así, tu relato, en vez de apocalíptico, va a resultar realista. Como siempre, imprescindible tus letras en nuestra comunidad, Maestro.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, paisano.
Pablo.
Yo creo que, el que más o el que menos, nos hemos imaginado estar solos en el universo y las sensaciones que viviríamos, si fuese así... Tú ya has tenido la experiencia, ¿me la recomiendas? ¿sientes dolor? ¿alivio, acaso? Me imagino que la soledad y el cabreo porque la Humanidad haya hecho el tonto, acabando con todo, será tu sentimiento más inmediato...
ResponderEliminarUn abrazo.
Interesante relato. Apenas una arista de lo que sería un mundo post-apocalíptico, pero suena tan verosímil. Y que vuele la imaginación para pensar en qué clase de crisis ocurrió, qué detonó finalmente el apocalípsis y todos sus etc. Me ha gustado.
ResponderEliminarVaya, en tratar de corregir una que otra tilde rebelde que no aparecía, he eliminado 2 comentarios previos y veo que aquí queda huella de que lo hice. ¡Qué bochorno!
Eliminar(el comentario era esencialmente el mismo ¡eh!)
No te preocupes por eso. Estamos en familia y eso se soluciona pagando una ronda de cañas en la próxima quedada.
EliminarUn abrazo, Alejandro.
José Antonio, nos presentas la historia del día después. Un único superviviente buscando algo, buscando alguien, simplemente buscando...
ResponderEliminarLo has descrito de tal manera que nos has sumergido en ese paisaje de silencio y soledad, incluso de miedo.
Muy buen relato, José Antonio, me ha gustado.
Un abrazo enorme.
En un mundo sobrepoblado y cargado en exceso de mensajes de todo tipo, la búsqueda de paz e intimidad suele ser algo que se añora. Cosa muy distinta es que ese mismo mundo, hecho para la colectividad, solo tenga un habitante, nadie con quien hablar, compartir o discutir. Si eso no es la desolación absoluta no se me ocurre que pueda serlo. Ese mundo, que es el mismo que antes, ha de resultar, como dice el título, "sumamente extraño". Me ha recordado un poco la novela "La carretera" de Cormac McCarthy que leí hace un par de años, tiene versión en película que no he visto. La Humanidad ha pasado por muchas crisis, siempre estamos en alguna, esperemos que no llegue la temible, la definitiva. De hacerlo, quizá sería mejor no sobrevivir en solitario, pues nada tendría sentido en un mundo tan estéril.
ResponderEliminarUn relato, si me permites decirlo, con marchamo de calidad Barrionuevo que transmite muy bien ese desasosiego personal que podríamos sentir cualquiera en la piel de tu protagonista.
Un abrazo fuerte, José Antonio
Fe de erratas: "qué (con tilde) pueda serlo". "El mismo de (no 'que' antes". La última: "," después de Barrionuevo.
EliminarDisculpas y abrazos
Sobrevivió solo, a la inevitable crisis mundial. Kilómetros de soledad y recuerdos que no llegan con claridad. Un panorama desolador... que podría reproducirse en cualquier momento. La humanidad sólo está en este planeta en "practicas"... y hasta la fecha no hace más que acumular errores...
ResponderEliminarMuy bueno!
gusto encontrarte por aquí @Galilea ')
EliminarAnda! Que no me dí cuenta cuando te leí por arriba. Entre nicks y nombres reales... me despisté.
EliminarMe alegra verte por aquí!
Je je.... ;)
EliminarSobrevivió solo, a la inevitable crisis mundial. Kilómetros de soledad y recuerdos que no llegan con claridad. Un panorama desolador... que podría reproducirse en cualquier momento. La humanidad sólo está en este planeta en "practicas"... y hasta la fecha no hace más que acumular errores...
ResponderEliminarMuy bueno!
Nos has situado perfectamente en la escena, tanto que, como veo, al cabo de unos pocos comentarios más, va a salir un buen guión para peli apocalíptica.
ResponderEliminarMe pido de ayudante de dirección. (El director serías tú, claro)
Me gusta mucho tu relato y puede ser el principio de una hermosa... trilogía. ¡Por ejemplo!
Un fuerte abrazo, amigo Barrio.
Qué bien has plasmado la escena, la sensación de soledad tras una crisis mundial. Como dicen por aquí, un buen comienzo para una película que esperemos siga siendo solo ficción. Enhorabuena, Jose Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose Antonio, relato aterrador por lo que supone vivir en un mundo deshecho. Y en la mas completa soledad. Buen comienzo para algo mas largo. Besos
ResponderEliminarSuperviviente único de una hecatombe... De pensarlo da miedo, José Antonio. Espero que no lleguemos nunca a eso, aunque no sé si este cambio climático que empezamos a padecer no asemeje una lenta tercera guerra mundial. Estupendo micro. Un beso.
ResponderEliminar¡Qué bien pintas la escena y el desconcierto de tu protagonista! Y como él queremos saber exactamente qué sucedió y sobre todo qué va a suceder. No nos puedes dejar así. Como te han dicho, este micro merece ser el primer párrafo de un relato largo, muy largo. Anímate y luego nos dices dónde podemos leerlo. Y no valen dilaciones, como que esperemos a que salga la película.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo José Antonio.
El extraño desasosiego de la soledad. Nadie interacciona con nuestros deseos, nadie para compartirlos. Nadie con quien ser alguien, en definitiva. Muy conseguido el ambiente apocalíptico, tanto exterior como interior, José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
El microcuento trasmite unas potentes imágenes cinematográficas, quizá porque hemos visto muchas películas de catástrofes, de apocalipsis, de mundos distópicos y otras tantas ‘lindezas’ que somos capaces de propiciarnos a nosotros mismos sin ayuda de demonios o alienígenas, sólo con nuestra estupidez y nuestra maldad.
ResponderEliminarEn tu microcuento, para que la sensación sea más agobiante, nos presentas a un protagonista al que nadie acompaña, que viaja en su coche como si lo hubiesen llevado a otro planeta, pues va dejando atrás kilómetros y kilómetros de carretera y no se cruza con nadie.
Aparte de eso, hay una gran confusión en su mente, como si lo ocurrido hubiera sido tan espantoso que su cerebro ha reprimido los recuerdos; sólo, como si fuese la punta de un iceberg, aparece un punto de referencia en su memoria y es esa crisis mundial -¿cuál?-, la que, por otra parte, dice que era inevitable, o sea, que se veía venir, como ahora estamos viendo venir muchas cosas negativas sin que nos preocupemos demasiado por ello.
Has trasmitido muy bien todas esas sensaciones inquietantes, misteriosas y angustiosas, y el relato queda abierto a muchas posibilidades y muchas preguntas, lo cual lo enriquece.
Enhorabuena y un abrazo, José Antonio.
¡Bienvenido al posapocalipsis! Disfruta de la soledad y del coche (hasta que se te acabe la gasolina).
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, José Antonio
Jose Antonio, tu relato nos presenta un panorama de destrucción absoluta. El día después amanece desolador. Terrible futuro nos espera...
ResponderEliminarMuy buen relato, que acaba dejando un poso de angustia e invita a la reflexión.
Besos apretados.
Hay algo en tu relato, empezando por el título y siguiendo luego por la sorpresa del personaje ante lo que ve, esos espacios tan inmensos, esa misteriosa sensación de soledad, su escasa memoria... que me dice que hay algo más de lo que en principio pareces mostrar, que no es poco por cierto, pues por su magnitud sería causa suficiente del estado del protagonista. Pero son ya varios años teniendo el placer de leerte y algo me dice que hay algún mensaje más por ahí oculto, aunque por más vueltas que le doy al texto, ni salgo de esa idea ni logro encontrar la clave. Aun así me parece un relato de enorme belleza, tremendamente sugerente y narrado de modo magistral. Da bastante miedo y supongo que será por lo cercano a la realidad que parece estar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, José Antonio, y enhorabuena por esta gran historia.
Has sabido transmitir muy bien esa atmósfera de soledad y desamparo con la que logras contagiarnos ya desde las primeras frases. Esperemos que no lleguemos a vivir esa situación. Un abrazo, José Antonio.
ResponderEliminar¿Qué tal, amigas y amigos cincuentistas?
ResponderEliminarMe vais a permitir que os conteste de manera grupal. Ya el mes pasado quise hacerlo, uno a uno, a cada comentarista y, al final y para mi desgracia, no pude o no supe cómo responder individualmente y dejé a algunos sin respuesta. Lo siento. Se supone que en los meses de verano uno halla más tiempo libre, pues... ¡¡mentira podrida!! Porque ni lo hallo ni lo espero. Pero bueno, voy al lío.
Todos coincidís en el hecho de que mi cincuenta se centra en una distopía, lo cual es más que evidente y habéis dado de pleno. Ese apocalipsis futuro está presente -no tan evidente- desde el comienzo del relato, quedando clarificado en la última y definitiva frase. Hasta ahí totalmente de acuerdo con vosotros. Pero hay algo más, algo que tan solo los dos Enriques, Mochón y Angulo, han intuido de alguna forma, han visto que el relato tiene un trasfondo que, de alguna forma, queda confuso en los límites obligados de mi cincuenta. Y así es. Si no lo han terminado de ver estoy completamente seguro de que ha sido más por torpeza mía en el discurrir narrativo que por impericia suya en el leer.
Os lo aclaro: El título es fundamental para que comprendáis mi idea, que no es otra que la de que el narrador también está muerto, que esa crisis mundial que ha resultado inevitable ha terminado con toda vida sobre la faz de la Tierra. Esa extrañeza, ese sentirse tan raro, no es más que su vagar espectral por lo que él sigue pensando que existe: parajes yermos, vehículo con el que cree circular. Sabe que hay algo que no es habitual, como esa sensación de soledad (misteriosa dice), ese esfuerzo mental que necesita para buscar recuerdos, difusos, para rememorar algo que aún sin tenerlo claro es evidente. ¡Está muerto y vaga, como vagarán seguramente otros espectros en un mundo en el que no queda nada, salvo estos espíritus errantes!
Insisto, si no he sido capaz de trasladar esa idea que ahora intento clarificaros, he fracasado, aunque el texto me haya quedado más o menos estético e, incluso, cinematográfico (hay varios comentaristas que así lo han visto). Pero bueno, quedo satisfecho con vuestros más que amables comentarios, algunos he de reconocerles más mérito que al propio relato comentado. ¡Y es que sois muy grandes! De verdad de las buenas.
Concluyo. Muchísimas gracias a todos, amigos y amigas cincuentistas, por esas palabras y por haberme leído. Gracias de corazón a Manuel, Patricia, Alejandro, María Jesús, Pablo, María José Viz, Isidro, Javier, Ángel, Galilea, Asun, Carmen, María José Sánchez, Georges, Antonio Bolant, Enrique (Angulo), Plácido, Enrique (Mochón), Pilar y Juana. Y si alguien se suma a posteriori a estas palabras, también le agradezco su más que seguro amable comentario. O eso espero.
Deciros, cincuentistas del alma, que os leo, que disfruto con vuestras historias y con vuestra manera de escribir. Y si últimamente no comento mucho, lo que no suele ser habitual en mi persona, es por lo que ya os he dejado dicho al principio de mi comentario.
Un saludo muy pero que muy afectuoso y nos seguimos leyendo, en mi caso con total devoción por todos los cincuentistas. ¡Vaya que sí! Lo sumamente extraño sería que no fuera así.
Querido José Antonio, yo estoy más que tardía en este mes veraniego, pero no por ello voy a dejar de comentarte. Después de leer a los compañeros y tu aclaración, ya parece que no tiene mucha gracia lo que pueda comentar, pero sí quiero dejar claro que, como bien sabes, me gusta todo lo que escribes y que esta apocalipsis y posterior desasosiego de tu personaje no me ha dejado indiferente. Trasladándolo al mundo más real, veo un personaje totalmente desconcertado por una hecatombe o un cambio brutal en su vida. Esto último, permíteme que lo vea así, es que me niego a ver el fin del mundo como tal.
ResponderEliminarTe mando un beso, querido amigo, y mi enhorabuena por tu micro.
Nos seguimos leyendo.
Malu.