Tradición familiar
"¡De payaso nada, so cobarde!", le gritó su padre encaramado en el trapecio, dando después un impecable salto mortal. Él guardó silencio y caminó lentamente hasta su refugio, allí donde la soledad se precipita con el viento en el océano desde lo alto del acantilado. "¡No será tan difícil!", pensó.
¡Terrible la historia que nos cuentas, Luis, en solo 50 palabras! Me ha impresionado. El maltrato familiar llevado hasta sus últimas consecuencias... Muy bien relatado. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Es recia la urdidumbre de las tradiciones familiares, que no son sino formas anquilosadas de un rígido sistema de valores que se perpetúa inmisericorde presionando a cualquier vástago que pretenda tomar una senda divergente.
ResponderEliminarHas elegido un contexto muy original para desarrollar el conflicto y subrayarlo de manera trágica al filo del más difícil todavía. Saludos, Luis.
Desprecio del que se sale de la línea marcada.
ResponderEliminarMe ha impactado.
Muy bueno
Juzgando desde la altura magnífica de su soberbia ¿que podría salir mal?
ResponderEliminarUn saludo
Desgraciadamente, a veces acabamos siendo lo que nos dicen que somos. Un padre puede ser el mejor constructor, pero también el mayor demoledor. En este caso, papa consigue tener razón: ha convertido la fortaleza de un camino propio, en la debilidad de un callejón sin salida.
ResponderEliminarMuy buen relato, Luis. Enhorabuena.
Un saludo.
Gran relato, Luis, en el que el título es pieza fundamental para el resto de la historia. La última frase, el sitio donde se refugia tu protagonista, es para enmarcar.
ResponderEliminarMagnífico.
Un abrazo.
La tradición familiar y la opresión paterna pueden convertirse en la cárcel más opresiva, como si el arte de saber hacer reír a los niños y a la gente fuese algo deshonroso. La incomprensión hacia las aficiones ajenas, el desprecio por la vocación de las personas es una forma de violencia psicológica atroz. Tu protagonista, una persona acosada y sensible, al final dará gusto (y disgusto) a su padre con un salto mortal de verdad, al tiempo que se sentirá liberado. La decisión del muchacho es drástica, pero no podemos por menos que identificarnos con él
ResponderEliminarMuy buen relato, Luis, dramático y efectivo.
Un abrazo
El suicidio como desenlace final, a una vida de humillación familiar.
ResponderEliminarTriste historia que pone los pelos de punta.
Suerte, Luis
Hola, Luis. Un relato que da escalofríos. Pobre muchacho, mala manera de terminar sus días. Pequeña gran historia muy bien narrada. Un abrazo.
ResponderEliminarUnas cincuenta con pirueta, pero no final, desde la exclamación inicial. Magnífica historia. Bien llevada de forma dolorosa. Con la quinta palabra, ese "cobarde", ya se empieza a encoger el corazón, y los últimos pensamientos del chaval no hacen sino volver a encomillarla. Un saludo, Luis. Veo tu relato como uno de los seleccionados del mes.
ResponderEliminarPodría ser peor. ¿Y si su padre fuera hombre bala? Un buen micro. Saludos, Luis
ResponderEliminarMuy bueno. Ese salto mortal que está dispuesto a dar parece que va a ser el primero y el último.
ResponderEliminarUn saludo.