Cuerdas felinas
Camino a clases encontré un tigre que un mago buscaba con ahínco, así que lo guardé en mi saco.
Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.
Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.
¡Vaya, Christopher! Propones sustituir las cuerdas de un violín por las de un tigre. Me imagino que el tigre estará muerto, ¿no? Original propuesta. Me ha sorprendido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me parece que ese tigre tiene un gusto exquisito por el melodioso sonido del violín.
ResponderEliminarEso sí, no nos confiemos que quizá pierda ese delicado sentido cuando el hambre voraz se instale en él. Por lo tanto, dejemos una distancia siempre prudente.
Genial, Cristopher.
Un abrazo.
Un chico sin talento para tocar el violonchelo. Pero con una imaginación fantástica y portentosa, con un tigre mágico en su bolsillo planea acompañar la melodía de la escuela a punta de ronroneo felino. Qué genialidad pegar dos o tres ideas tan disociadas para crear este entretenido relato. ¡Aplausos!
ResponderEliminarMago eres tú, Cristopher, que nos has escrito una historia fantástica de desbordante imaginación.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Pablo.
Una historia surrealista. No sé yo si tu nuevo instrumento se dejará tocar.
ResponderEliminarSaludos, Cristopher
Me has sumergido en el mundo de lo improbable con toda naturalidad, y eso es muy meritorio.
ResponderEliminarSuerte y saludos, Cristopher
Está muy divertido este cuento.
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