Domingo (II)
Una tarde de invierno, mientras dormitaba en el sofá le vino una arcada a la garganta y, cuando abrió la boca porque sintió que algo muy fuerte trataba por fin de abrirse paso, le resbaló un grito: "¡Hijo puta!". Los labios le sangraban como fresas aplastadas. Luego cayó al suelo.
No sé como conectar las 2 historias... espero ansiosa el desenlace.
ResponderEliminarSaludos Catalina
Duro y gran relato el tuyo, Catalina, perfectamente escrito. Esa arcada en forma de insulto y esa sangre que recuerda a fresas aplastadas, unas genialidades que realzan tu historia.
ResponderEliminarEnhorabuena. Esperando la tercera parte.
Un beso.
Domingo (III), sospecho, va a quitarnos el sueño a más de uno.
ResponderEliminarSaludos, Catalina
Parece que el domingo y la tristeza se apoderan del protagonista; de la misma manera, la incertidumbre se apodera del lector -que no tiene otro remedio que esperar el desenlace-. ¡Esperaremos!
ResponderEliminarBesos.
El pelo de punta me has puesto, Catalina. Y un escalofrío se ha apoderado de mí. Como dice Plácido, no quiero pensar en la tercera entrega. Para tal día me acostaré con el osito de peluche al lado, je je...
ResponderEliminarUn texto genial. Empleas justo las palabras necesarias para causar este tenebroso efecto.
Besitos.