Dos vidas en un instante
De repente, tiró su estuche al suelo, rompió las hojas del cuaderno, su cara enrojecía ante la perplejidad de sus compañeros y yo no recordaba ninguna asignatura para manejar esto. Sólo se me ocurrió decir:
—Joaquín, te quiero.
Sentí su desubicación ante mi reacción y, asombrosamente, empezó a recoger todo.
—Joaquín, te quiero.
Sentí su desubicación ante mi reacción y, asombrosamente, empezó a recoger todo.
No sabemos el detonante de su reacción inicial, pero sea lo que fuese, está claro que la sorpresa de recibir una palabra afectuosa hace que cambie. Tal vez sea solo eso la falta de cariño, podría haber sido un te quiero o un abrazo. Como bien dices no todo está explicado en los libros o en la teoría.
ResponderEliminarUn relato lleno de ese sentimiento tuyo de educador que tan bien nos haces llegar con tus buenas letras.
Me ha gustado, Enrique.
Un abrazo.
Muchas gracias, Javier, por tus palabras. Es cierto, no todo está explicado en los libros o en la teoría; muchas veces, hay que servirse de la intuición. Y, en este caso, la sorpresa de Joaquín fue recibir una palabra cariñosa en un momento inesperado.
ResponderEliminarTe agradezco tu comentario.
Un abrazo.
Nos enseñas cómo una palabra cariñosa o una muestra de atención, a algunos (sobre todo si no han recibido ninguna), puede hacerles reaccionar. Yo, como tantas veces, voy a meterme en berenjenales: ¿Cómo reaccionarán los compañeros al oir esas palabras? ¿Cómo lo harían otros profesores menos dispuestos a la empatía con sus alumnos? ¿Y sus padres, si los tiene? ¿Y los otros padres? Me interesa tu propuesta, Enrique. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y tus propuestas, Jesús. Como dices, hay veces que una muestra de atención puede hacer reaccionar al que la necesita -no siempre sucede así-.
EliminarEn cuanto a lo de cómo reaccionarían sus compañeros, creo que debemos aprender que, muchas veces, hay que dar cariño al que lo precisa y entender que hay que ayudar al que se equivoca en lugar de hundirle más. No hay mejor forma de que lo vean que con el ejemplo, tal vez ellos empiecen a optar por la misma estrategia cuando su compañero pierda los papeles en otra ocasión. Ello no implica que no se le pongan límites al que tenga comportamientos inadecuados; pero si vamos a la raíz de la situación podremos ayudarle a gestionar su propia ira. Es un asunto complicado porque no se trata de una ciencia exacta: unas veces funciona y otras veces no. Es, en mi opinión, el aspecto más complicado y uno de los maravillosos retos de la docencia: saber llegar a cada alumno y encontrar el estímulo más adecuado para cada uno.
En cuanto a cómo lo harían otros profesores, puedo entender que no hay una única solución para esta reacción; seguramente, cada profesor emplee la herramienta que considere que ayudará mejor a gestionar el incidente. La intuición juega un papel fundamental, pues no todos los alumnos reaccionan de la misma manera ante un mismo estímulo y, además, un mismo alumno no siempre reacciona de forma similar. Puede haber muchas soluciones acertadas. Muchas veces, por inercia social, podemos tener la tentación de aplacar la situación con reprimendas en lugar de pararnos a pensar en que, tal vez, sea un caso en el que en el que dentro de esa cabeza esté diciendo: "necesito un poco de cariño."
Evidentemente, ante una situación así, es fundamental la comunicación entre los padres o tutores y el profesor/a. Remar en una misma dirección ayudará exponencialmente al alumno a empezar a gestionar sus emociones.
Gracias, Jesús.
Un abrazo.
A veces no se necesita nada más que eso. Un gesto de cariño antes que una riña o una mala cara.
ResponderEliminarDicen que se consigue más con una sonrisa que con un grito.
Buen micro. Lo he disfrutado
Un saludo.
Completamente de acuerdo con tu comentario, María: a veces no se necesita más que una muestra de cariño.
EliminarCiertamente, se saca mucho más con una sonrisa que con un grito. Sin lugar a dudas.
Un abrazo.
Un "Te quiero" a tiempo es la mejor cita para la ira y las almas doloridas. Y quien sabe curar con esas dos palabras, administrándolas en el momento oportuno, es un sabio que tiene muy claro que "All WE need is love".
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Gracias, Pablo, por tu comentario. ¡Qué gran frase has aportado para resumir la idea!: "All we need is love". Aplicando esta máxima cambiaría, ya no sólo la docencia, sino el mundo. Me apunto tus espléndidas cinco palabras.
EliminarUn abrazo
En cuestión de reacciones no hay nada escrito, Enrique, pero cabe esperar una actitud positiva ante unas palabras de cariño. Buena propuesta que nos enseña a los lectores tanto como a los alumnos de tu micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, María José. Como bien dices: cabe esperar una actitud positiva ante unas palabras de cariño. O, al menos, habrá más posibilidades de llegar mejor al niño en cuestión.
EliminarTe agradezco tus palabras.
Un abrazo.
Compartimos, pasión docente, Enrique. Con el tiempo y buenas lecturas llegué a la conclusión de que el amor es el principal bagaje con el que un maestro o maestra debe llevar a la escuela. Dar amor, enseñar a verbalizarlo, darlo y recibirlo, son parte de la imprescindible formación emocional que hemos de compartir con nuestro alumnado.
ResponderEliminarTus relatos, como este de hoy, tienen la gran virtud de elevar los pequeños acontecimientos escolares a principios universales. Enhorabuena. Un abrazo.
Suscribo todas tus palabras, Manuel. No puedo estar más de acuerdo con tu aportación, sabias ideas y bellísimas intenciones. Dar amor y enseñar todas sus variantes es el principal bagaje con el que ir a la escuela.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
El docente muchas veces se encuentra ante situaciones cuya solución no está en los manuales, y en esos casos debe echar mano a lo que su inteligencia, su sentido común –en general cada vez más escaso– o su corazón le proporcionen. Tu protagonista ha utilizado el mejor instrumento y le ha salido bien. Que tampoco por dar amor el buen resultado está asegurado.
ResponderEliminarGran micro, Enrique.
Enhorabuena y un abrazo.
Cieto, Georges: tampoco por dar amor el buen resultado está asegurado. Eso es lo que engrandece la enseñanza; hay que buscar soluciones creativas y la intuición, el sentido común y el corazón dan muchas pistas de cómo hacerlo. Complicado pero apasionante.
EliminarGracias por tu aportación.
Un abrazo.
Enrique, con tu micro demuestras que se consigue más con una palabra de cariño que con imposiciones o castigos. Es cuestión de saberlas administrar en el momento oportuno.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Besos.
Qué razón tienes, Pilar. Al menos, con cariño y empatía podrás llegar mejor al alumno para intentar comprenderle y ayudarle mejor. La cuestión -como bien dices- es saber administrar estas dosis en el momento oportuno.
EliminarGracias, Pilar.
Besos.
La empatía entre docente y alumno es imprescindible en el aula. Nada se puede enseñar ni aprender sin esta condición fundamental. La labor del profesorado excede lo meramente académico y exige una constante atención y una gran capacidad en la resolución de conflictos, tareas que dependen de su intuición -como bien has afirmado-, de su buena voluntad y de la experiencia acumulada. Aun así, acertar no es fácil, pero siempre merece la pena intentarlo con muestras de afecto. ¡Ojalá todos los Joaquines encuentren el cariño de su maestro y todos los maestros obtengan la respuesta favorable de Joaquín!
ResponderEliminarUn micro que es una declaración de amor a la enseñanza, Enrique. Te felicito por ello. Besos.
¡Gracias, Carmen! No puedo más que estar de acuerdo con cada idea que has ido desgranando sobre la docencia. Lo has resumido formidablemente: la mutua empatía es indispensable para la educación, la labor docente excede de lo puramente académico, siempre merece la pena una muestra de cariño...
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen, por tu gran aportación. Besos
Yo también soy del gremio, Enrique. ¡Je, je! Y no sabes cómo me identifico...
EliminarUna táctica para solucionar conflictos que se puede aplicar a otros ámbitos, no solo al académico. Comprendo que el alumno se haya asombrado de la reacción del profesor/a, que tan buen resultado ha dado.
ResponderEliminarUn abrazo, Enrique.
La verdad que, como dices, el aplicar amor se puede extender a todos los ámbitos de la vida.
EliminarA veces, estamos tan necesitados de amor que comentarios y gestos de cariño nos desubican, como le ha pasado a Joaquín.
Gracias, Asun, por tus palabras.
Muchos besos.
¡Cómo se nota que eres del gremio, Carmen! Todo tu primer comentario es una muestra inconfundible de ello. Para enmarcar.
ResponderEliminarMuchos besos
Enrique, rezumas auténtica dulzura. Cada mes espero con ganas tu micro, porque sé que va a ser precioso. El poder del amor queda patente en la reacción del pequeñajo; de este modo, el profe consigue una respuesta adecuada. Mi madre siempre decía: "Hija, conmigo no pueden". Se refería a que al tratar con cariño a los demás, por antipáticos que fuesen, siempre se rendían a su carácter afable. Yo lo comparto absolutamente.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo. Un beso veraniego muy grande.
Gracias, María José. Tus palabras son realmente encantadoras; tu madre tiene toda la razón: el amor acaba absorbiendo al odio porque nadie, en su sano juicio, elige la agresividad y el conflicto. ¡Con razón no podían con ella! Sabía bien el principio básico.
EliminarUn beso veraniego.
Yo no soy docente pero vivo con uno de ellos y sé que los maestros tenéis que ser como los magos, estar preparados para salir airosos de mil situaciones que pueden darse con los alumnos. El profe protagonista de tu relato no pudo reaccionar mejor, con esa declaración de afecto desarmó a ese alumno que expresaba su rabia ante algo que desconocemos. La mejor de las lecciones. Precioso, Enrique. El ejemplo del micro puede valernos para muchas ocasiones. Me ha encantado. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana, por tus palabras. No siempre se logra el efecto deseado; es complicado dar con la tecla adecuada, lleva tiempo y conocer bien a los alumnos y la intuición no siempre brinda una opción tan acertada como muestra el micro.
ResponderEliminarEs un poco como todo; a base de hacer y rehacer vas aprendiendo a ir afinando la puntería. Lo que sí es contrastable es que con cariño sacas más y mejor de los niños y con un gasto energético y paz interior bastante menor que desde la ira.
Gracias por tus palabras, Juana.
Un abrazo.
¡Ay, Don Enrique, cómo no te van a querer los niños!
ResponderEliminarMaravilloso tu relato de este mes.
Disfruta de los poquitos días que quedan para volver al cole.
Un beso grande.
Malu.
¡Muchas gracias, Malu! Ya queda poquito para empezar el nuevo curso. Muchas ganas e ilusión. Nos vemos muy pronto por el cole.
ResponderEliminarMuchos besos.
No hay edad para sentirse querido ni cimiento más poderoso que el aprecio y la empatía. La intuición educativa de tu personaje es notable, como sospecho propia del que escribe. Es asombrosa la capacidad didáctica de tus relatos mediante una narrativa eficaz y muy entretenida. ¡Qué difícil lo que consigues, Enrique! Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy agradecido por tus palabras, Antonio. Como has dicho, la intuición del personaje fue acertada. No siempre funciona de esa forma tan automática pero expresando cariño hay más posibilidades de éxito.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias de nuevo.