El desfiladero del recuerdo
Incapaz de agarrarme a la libertad del olvido, mi memoria sigue el camino reservado a tus miradas cuando aún me invitaban a perder la cabeza contigo. El hábito de aquella cordura me condena a soñarte cada noche, sintiendo el mayor de los deseos y, al despertar, el vacío más profundo.
¡Bravo, Pablo! Qué nostalgia tan bien expresada. El título me parece muy acertado: ese desfiladero, esa condena a recordar, a soñar todas las noches con aquella mirada que, contradictoriamente, le hace perder la cabeza a la vez que le da cordura.
ResponderEliminarPero los despertares son duros al devolverle a la amarga realidad. El olvido se transforma en un imposible y el vacío en una condena incuestionable.
Felicidades por otra joya que nos vuelves a regalar.
Un abrazo. Enrique
Emotivo como siempre, amigo Pablo, llegando como siempre al corazon. Es tan dificil olvidar lo que llena tu vida. A pesar del sufrimiento. Un bello micro. Buen verano. Besos
ResponderEliminarPablo, este "desfiladero del recuerdo" es un grito desesperado por un amor perdido, por un amor imposible de olvidar. Tu protagonista vive encerrado en un corredor sin salida, como si fuera un círculo continuo, donde siempre vuelve al punto inicial, a volver a recordar, ya que de ese amor imposible es lo único que puede hacer.
ResponderEliminarEscrito con mucha sensibilidad y sentimiento. Me gusta ese contraste final entre el mayor de los deseos y el vacío más profundo.
Muy buen relato, Pablo, felicidades.
Un abrazo enorme.
Notable micro, Pablo. Con tu sensibilidad y tu gran oficio has sabido encontrar las palabras justas para expresar en forma poética un sentimiento tan fuerte como lo es la dura e infructuosa búsqueda del olvido liberador y la condena a seguir atado al sueño de una relación sin futuro.
ResponderEliminarEnhorabuena,
Un abrazo.
Pablo solo la expresión de la libertad del olvido, merece ya un relato en sí mismo. Yo al contrario que algunos compañeros, veo que la esposa posiblemente falleció. Pero yo es que...me tiro siempre a lo siniestro.
ResponderEliminarUn abrazo Pablo
Empezando por ese fantástico título, tu relato parece discurrir entre las circunvalaciones del cerebro que componen el laberinto del pasado retenido. Esa memoria de las miradas que atan a los sueños, es una dulce condena de noche y una amarga derrota al despertar, que sin embargo, llega en forma de palabras a conquistar todos los rincones de quien las lee.
ResponderEliminarEste relato es un sentimiento hecho palabra, algo enormemente difícil de traducir y que tu has conseguido de forma sublime, Pablo. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Pensaba que lo tuyo era un estado de gracia (eso si, casi permanente), pero, mes a mes, me has convencido de que no. Es oficio. Y talento. Talento en estado puro.
ResponderEliminarUn abrazo, monstruo. Más que monstruo.
Borges comienza dos de sus poemas con ideas contradictorias, en uno dice: “Sólo una cosa no hay. Es el olvido”. En otro: “Ya somos el olvido que seremos”.
ResponderEliminarPor un lado, nos dice que nada se pierde, que nada se olvida, que a nivel universal todo permanece, y quizá sea así; por otro, dada la fragilidad humana, ya somos lo que seremos, es decir, olvido.
Entre esos dos extremos de la nada y el infinito parece estar colgando la vida humana, y quizá cuando más nos apercibimos de ello es al estar enamorados, al vivir ese abanico de sensaciones que van desde el éxtasis de la unión de los dos amantes hasta la separación o la ruptura, se deban estas a las causas que se deban.
Y es ahí donde se inicia tu microcuento, en esa pérdida, en ese desfiladero del recuerdo que todos los abanderados del pensamiento positivo nos invitarían a abandonar cuanto antes, tienes que pasar página, nos dirían, olvidar, la vida sigue, y otro montón de frases hechas.
Pero eso es precisamente lo que no desea hacer un amante verdadero, porque ha puesto toda su alma en ese amor, porque le parece mucho más rica su vida de nostalgias, de melancolías, de tristezas añorando ese gran amor, que una vida rutinaria en la que haya conseguido arrancarlo de su mente, eso lo supieron muy bien Dante y Petrarca, que elevaron sus amores platónicos por Beatriz y Laura, respectivamente, a la categoría de religión.
Genial historia, Pablo, con esas antítesis –olvido-memoria, locura-cordura, deseo-vacío- que le dan una gran fuerza a tu microcuento.
Un abrazo.
El desfiladero de los recuerdos... ese refugio en el que nos dejamos atrapar, para rememorar y volver a "vivir", aunque sólo sea en sueños.
ResponderEliminarA pesar de que luego, el despertar así, sea más doloroso.
Hermoso cincuenta, Pablo.
Maestro Pablo, me vuelvo a sacar el sombrero ante tu maestría para reflejar el sentimiento (y no me cansaré de repetírtelo...). Este micro es otra buena muestra de tu estilo. No conozco micros tuyos humorísticos, pero eres un virtuoso en el plano de las emociones, lo cual no es "pecata minuta". Felicidades, amigo.
ResponderEliminarMaría José
Pablo, un nuevo relato lleno de nostalgia y sentimientos. Lo que desea el protagonista aparece en sus sueños, mientras que al despertar vuelve a la dura realidad.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besos.
Un amor entre el deseo -imposible de cumplir en el presente del relato- y la realidad -la ausencia- de cada despertar.
ResponderEliminarBello relato poético, Pablo, lleno de sentimiento.
Enhorabuena y un beso.
Un micro muy triste, Pablo. A veces, tener mala memoria tiene sus cosas positivas. Saludos
ResponderEliminar¡Qué bonito escribes, Pablo! Sin duda, eres de esas "almas" románticas y soñadoras que necesitan abandonar de vez en cuando la cruda realidad para recrearse en la belleza de una poesía o prosa poética, de un pensamiento nacido directamente del corazón. Es un micro precioso, lleno de figuras literarias pero a la vez natural, espontáneo. Me encanta.
ResponderEliminarBesitos.
Esa evocaciones nocturnas que nos ofrecen un cierto alivio, pero, cuando han cumplido su misión, parecen ahondar aún más en la tristeza y la realidad de sus abismos. Me ha gustado. Saludos y suerte, Pablo.
ResponderEliminarHay algunas ausencias a las que nos es muy duro resignarnos y, como tan bellamente has escrito, nos hacen asomarnos continuamente a ese "desfiladero del recuerdo". Soñar con nuestros seres queridos es un consuelo que nos permite la vida, aunque al despertar nos caigamos nuevamente al "vacío más profundo". Preciosamente triste, Pablo. ¡Enhorabuena! Un abrazo.
ResponderEliminarEn estos tiempos estivales tengo menos tiempo que el que quisiera para contestaros como os merecéis, uno por uno.
ResponderEliminarPermitidme que en este mes de agosto os dé las gracias conjuntas en este mensaje por tan magníficos comentarios a mí humilde escrito.
Mil gracias y que disfrutéis de lo que os quede de vacaciones y a los que ya las hayáis disfrutado, pues ánimo, que ya queda menos para las próximas.
Besos y abrazos.
Pablo.
Precioso y poético, Pablo. Lleno de sensaciones placenteras y dolorosas a la vez. La expresión "incapaz de agarrarme a la libertad del olvido" es genial.
ResponderEliminarUn besazo, amigo. Buenas vacaciones también para ti.
Pablo, es una maravilla de relato, cargado de frases para enmarcar. Yo me quedo con corduras que hacen perder la cabeza y condenas que obligan a soñar cada noche.
ResponderEliminarPrecioso, de verdad. Enhorabuena.
Un beso grande.
Malu.
Y el condenado siguió asomándose al abismo y reclamando al eco el nombre que quedó en el fondo del desfiladero. Precioso, Pablo.
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