Encuentros que pasan de largo
Cuando el semáforo estuviera verde los dos se cruzarían en la calzada. Sin mirarse disimularían no reparar en el encuentro.
Su corazón estallaba cuando pasó a su lado. Una ráfaga de aire trajo su aroma característico. Sabía que durante los próximos diez años se culparía por no haberle dicho nada.
Galilea, que historia de amor tan preciosa has contado, bueno de un amor que no se encuentra, que pierde una oportunidad, de un amor arrepentido, pero al fin y al cabo de amor.
ResponderEliminarEl título es un relato en sí mismo. Y lo has expresado de tal manera que ese cruce en la calzada se siente, hasta se escucha el latido del corazón.
Me ha gustado mucho, Galilea.
Besos.
Gracias, javier!
EliminarA veces, por mil razones dejamos pasar encuentros, que luego no puedes quitarte de la cabeza.
Tiene tu relato Galilea una extraordinaria sensibilidad. Impregnas el aire que envuelve a los personajes de una tristeza que te hace desear que fuera lo que no ha sido. Me ha gustado mucho. Es muy visual. Abrazos y buen verano.
ResponderEliminarGracias, Carmen! Feliz verano también para ti.
EliminarUn encuentro entre muchas zonas demarcadas que resultaron inútiles por causa del "y si no se aproxima, yo no me aproximo".
ResponderEliminarGracias por tu historia.
Sí, a veces es el orgullo, otras... falta de decisión, inseguridad. Piensas que el otro debería, y tal vez, duda como tú, incluso también, se arrepiente después, de no haber aprovechado la oportunidad casual de ese encuentro. Esos instantes insignificantes, que igual definen el resto de tu vida.
EliminarGracias por leer y por tu comentario, Guillermo.
Hay ciertos trenes en la vida que sólo pasan, lamentablemente, una vez. La verdad que, en este tipo de situaciones, es mejor entristecerse por lo que se haya hecho que no por lo que no se haya hecho.
ResponderEliminarLos "y si", los "peros", los "porqués"...asediarán, durante largo tiempo, a nuestro personaje principal del relato.
Esperemos que la vida le brinde más oportunidades de ser feliz, ¡seguro que sí!
Fantástico, Galilea.
Un beso.
Exacto... esa es la idea. No sé, yo creo que todos o la mayoría, tenemos pequeños episodios que recordamos como reacciones que hemos reprimido y que luego hemos lamentado. Como bien dices, es mejor equivocarse, a no saber qué hubiera pasado...
EliminarGracias, Enrique!
Galilea, tu micro lleva a reflexionar acerca de todas aquellas ocasiones perdidas de conocer realmente a una persona, para ser amigo o enamorado. La timidez pesa mucho en comportamientos así, pero también el orgullo de no querer "rebajarse". Me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es... dejamos pasar, dejamos de hacer... de arriesgar. Luego, esa indecisión, o ese orgullo, pesa.
EliminarMuchas gracias, María José!
Muy bien contado este encuentro casual de dos enamorados que, por indecisión o timidez, pierden la ocasión expresar lo que sienten. Cuánto se sufre a veces por dejar pasar una oportunidad.
ResponderEliminarBello micro, Galilea. Felices vacaciones y un beso.
Gracias, Carmen! Felices vacaciones también para ti 😙
EliminarTe ha quedado genial Galilea. Se sienten esas emociones y sensaciones conforme las describes. Y queda ese sabor a "debí hablarle". Nos ha pasado a varios alguna vez en la vida. Felicidades por un micro que dice mucho de sentimientos y posibilidades.
ResponderEliminarGracias, Alejandro!
EliminarComo se suele decir, hay trenes que no puedes perder. Esa pena por no haberlo intentado siquiera tiene que ser muy dolorosa. A veces esa indecisión, timidez, etc. se da por ambas partes y la cosa se complica todavía más. Triste pero bello micro, Galilea. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Juana!
EliminarSe cruzan en el semáforo, ambos se conocen y sin embargo disimulan y continúan su marcha. Él o ella se arrepentirán de no haberse dicho nada. Me gustaría que les sucediera a ambos. Sería más justo y más trágico.
ResponderEliminarGran micro, Galilea. Uno se olvida de los casos en los que actuó y se equivocó, pero siempre queda el recuerdo y el arrepentimiento por las ocasiones que dejamos pasar.
Saludos
Cierto, eso sería lo más justo. Que si ninguno gana, los dos pierdan.
EliminarPrimero, he descrito la situación de ambos. Después, me he puesto en la cabeza de uno de ellos. De lo que siente "el otro", ninguno de los dos, ni nosotros, lo sabremos nunca. Ese es el drama de las oportunidades que se dejan pasar.
Muchas gracias, Georges!
Qué difícil es superar el arrepentimiento por lo que no hacemos...
ResponderEliminarMe gusta el micro, Galilea.
Un abrazo.
Es el peor de los arrepentimientos... deja demasiadas incógnitas en el aire.
EliminarMuchas gracias, Gabriel!
Empezando por elegir un escenario tan acertado en el que sabemos que la acción durará unos pocos segundos gracias al apunte del semáforo, y siguiendo por esa sensación tan bien descrita en la que el corazón y el olor de esa persona provoca una revolución en el cuerpo del protagonista (tengo que confesarte que yo he vivido esa sensación y jamás la hubiera podido describir con tanta puntería), has escrito un magnífico micro, rematado con ese gran final, también acertadísimo y que nos hace ver las consecuencias que trae el dejar pasar los trenes que se cruzan en nuestra vida.
ResponderEliminarGenial, Galilea.
Un beso.
Pablo.
Muchas gracias, Pablo! Veo que lo has "respirado"... Me encanta!
EliminarNo te lamentes, Galilea: con una frase es casi imposible que enamorar a nadie. Lo sé por experiencia. Saludos
ResponderEliminarCon una frase... posiblemente no. Pero da ocasión a que sucedan más cosas.
EliminarMuuchas gracias por leer y comentar, Plácido!
La vida se nutre tanto de los instantes que vivimos como de los momentos que desaprovechamos. Reflejas muy bien la intensidad de un instante que será un lastre en el recuerdo del que lo ha dejado pasar. Pero, quién sabe si, al contrario, se hubiera culpado, 10 años después, de no haberle dejado pasar de largo.
ResponderEliminarComo muy bien reflejas en tu relato, el pasado es una trampa para los sentidos presentes.
Un saludo.
Cierto... pero esa es la incógnita que nunca despejaremos.
EliminarMuchas gracias por tu reflexión, Antonio!
Precioso relato. El orgullo es un rival duro de combatir y poco útil a la hora de sembrar la semillita para la futura felicidad. Si nos dejamos embriagar por su egoísta porte de victoria, de control de la situación, con el tiempo sufriremos las temibles consecuencias. En el amor, por ejemplo, ser demasiado orgulloso te puede llevar a perder a quien te haría dichoso de veras. Para colmo, se sufre siendo así, como una suerte de masoquismo que nos imponemos porque somos tontos.
ResponderEliminarEl texto es muy lindo. Te hace recapacitar sobre el tema. Enhorabuena.
Besitos.
Orgullo, miedo, inseguridad...todo son trabas.
EliminarMuchas gracias, María José!
Nos muestras de una forma muy nítida y reconocible una circunstancia que, debido a la indecisión o la vergüenza o a sabe dios qué, va a condicionar nuestra vida y causarnos sufrimiento. Me ha gustado, Galilea. Saludos y suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jesús!
EliminarPrecioso, Galilea. Me recuerda a todas esas situaciones que por unos motivos u otros se nos escapan de las manos. Personas que al final no conocimos, cosas que nunca hicimos, momentos que nunca disfrutamos...deberíamos ser más valientes a veces y vivir al 100% cada día!
ResponderEliminarEso sería lo deseable, vivir al 100%. Vencer aquello que nos frena...
EliminarMuchas gracias por tu comentario!
Sin duda tus personajes, son tus marionetas en el relato. Que pena que l no les hayas dejado besarse en medio del paso de peatones, cualquier envidioso podría haber acabado con ellos.
ResponderEliminarFelicidadees,buen relato.
Pues sí... es una verdadera pena. No tengo corazón jeje
EliminarGracias por comentar!
Suele pasar. Hay que aprovechar las oportunidades aún a riesgo de meter la pata. Así no lo lamentaremos el resto de nuestros días.
ResponderEliminarUn relato muy ágil.
Suerte, Galilea
Muchas gracias, María Jesús!
EliminarMe llevas a aquella que... ¡ay, Galilea! No sé si todos, pero si que yo tengo algún momento que dejé pasar, y pesan, porque la indecisión, fuera por la razón que fuera, siempre nos interroga sobre cómo hubiera sido todo si la hubiéramos convertido en acción.
ResponderEliminarEse instante que recreas con la fugacidad precisa para entender que nunca más volverá, aquilata su tiempo, pues desde el pasado, volverá una y otra vez con su recuerdo.
Sereno y sensible tu relato, Galilea. Saludos.
Así es... yo creo que casi todos tenemos en algún rincón de la mochila, ese "bulle-bulle"... En fin, crear la vie. De todo se aprende.
EliminarGracias, Manuel!
C'est la vie... quería poner
EliminarLa indecisión, el miedo a equivocarnos, a interpretar mal las señales que otros personas nos lanzan...cuántas cosas se dejan pasar por esto.
ResponderEliminarMuy bueno, Galilea. Un saludo.