Grand Central Terminal
La señora sentada a su lado parecía desgañitarse, pero, extrañamente, Jimmy no podía escuchar sus gritos.
Cuando el tren llegó a la estación central, no supo levantarse. Sólo podía mirar la mancha roja que se extendía por su camisa y cómo corría el chico que le había quitado la cartera.
Cuando el tren llegó a la estación central, no supo levantarse. Sólo podía mirar la mancha roja que se extendía por su camisa y cómo corría el chico que le había quitado la cartera.
Escalofriante y duro tu relato Carles, me produce impotencia al imaginarme como se le va la vida, como se va el tren, a tu personaje. Abrazos. Buen verano.
ResponderEliminarJimmy y yo te agradecemos tus palabras. Saludos cordiales, Carmen y a disfrutar del verano.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTu relato parece acontecer en una fracción de segundo. Tiene mucho magnetismo, porque el significado va desde dentro hasta fuera, y hasta que no tienes todas las piezas del puzzle no puedes recomponer lo sucedido. Es como si los hechos fuesen más rápidos que el pensamiento. Algo así nos sucede, quizá por empatia con el propio protagonista que a penas se ha dado cuenta de su propia muerte y la causa al mismo tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo Carles
Depende como, en un segundo pueden suceder muchísimas cosas e incluso devenir eterno.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Raquel y saludos cordiales.
Tu protagonista, Carles, es testigo atónito de su propia muerte. Me ha encantado cómo has descrito la escena. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
Podría decirse que el pobre Jimmy inaugura la época de los necroselfies.
EliminarMuchas gracias por tus felicitaciones, María José, y un abrazo.
Carles, un relato impactante, es una pura fotografía. Cada palabra, cada signo de puntuación cada espacio,todo en su lugar oportuno para lograr un gran relato,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, enhorabuena Carles.
Un abrazo enorme.
Pues cada una de tus palabras es causa también de alegría para mí, Javier.
EliminarAbrazo.
Muy buena historia, Carles, muy visual. Me gusta mucho la forma que has encontrado para contarla.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Esa búsqueda que señalas es, probablemente, la parte más placentera de la aventura de escribir microrrelatos, Georges,
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
Con el último hálito de vida, o quizá desde el alma ya desgajada del cuerpo, asiste a sus últimos momentos, en la frontera entre una vida y lo que haya de venir después. Todo ha sucedido muy deprisa, de ahí la perplejidad de tu protagonista, que tan bien reflejas en pequeñas dosis, con pistas que hacen que el lector saque sus conclusiones mientras el personaje sigue con sus dudas.
ResponderEliminarUn relato original y, hay que decirlo, muy bien narrado, con sucesivas pinceladas que hacen imaginar la escena.
Un abrazo fuerte, Carles
Ojalá me llegué así la muerte, sin enterarme.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, Carles. Saludos
¡Qué bien contada esta historia en la que el protagonista asiste como testigo estupefacto a su propia muerte! Da la sensación de que se produce un desdoblamiento entre la voz del narrador y la del protagonista, siendo ambos el mismo. También hay dos percepciones temporales: el robo y acuchillamiento suceden muy rápidos, pero el moribundo tarda mucho en comprender lo que sucede.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles. Felices vacaciones y besos.
Da escalofríos ver cómo se desarrolla ese último aliento. Parece que parte hacia el otro mundo como sin darse cuenta. Dramática historia pero genialmente narrada, Carles. Has conseguido desgarrarnos y tocarnos el alma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pobre Jimmy, menos mal que en par de segundos fue capaz de tres cosas: ver como la vida se le iba en derrama roja. Ver al cabrán que le robaba la cartera y lo mejor... poder contarlo en 50 palabras a mi amigo Carles, para que el lo contara al mundo.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato por su fugacidad capaz de recogerse en una instantánea de las Polaroid de antaño.
Un abrazo Carles.
Transmites perfectamente el extraño equilibrio que el protagonista mantiene sobre la evanescente frontera de un mundo que se pierde. Parecen sensaciones oníricas que ya han borrado trazos de la vida abandonada, pero que deambulan perplejas hasta conseguir encajar lo qué ha ocurrido.
ResponderEliminarMe ha parecido un relato magistral, Carles. Con un interesante enfoque has demostrado un gran talento para desarrollar una acción singular sin un ahora, que se apoya en el antes y deja abierto un después.
¿Qué buen relato, compañero! Enhorabuena.
Un abrazo.
Carles, la historia sucede muy rápida, pero el protagonista parece que la vive a cámara lenta y como observador, no como protagonista.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Besos.
Haciéndonos entrar en esa emblemática estación neoyorquina que titula el relato, acercas el zoom de tu imaginación hasta Jimmy, siendo testigos con él de la huida de ese ladrón que se lleva su cartera y su vida. La palabra "Terminal" tiene doble significado en este excelente micro. Felicidades, Carles, y abrazo.
ResponderEliminarEstupendo y fascinante relato, Carles. Me recuerda, para bien, a Ghost, cuando alguien salía de su cuerpo, no sé muy bien quien, y veía la escena desde fuera. Saludos y suerte.
ResponderEliminarRedundo en lo dicho por los comentarios anteriores, Carles, fugacidad ha dicho Isidro, y Antonio, ha bordado el análisis del relato. Ese instante que transcurre en el lapso que media entre dos tiempos, marcando la diferencia entre la vida y la muerte, vibra sublime. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarNo se puede contar mejor el momento en el que se escapa de nuestros dedos el último aliento de vida. Y con una historia de fondo muy interesante.
ResponderEliminar¡Bravo!
Un escena que bien podría formar parte de una película de cine negro americano. Muy descriptiva y visual.
ResponderEliminarMe ha gustado. Un beso, Carles.