La sonrisa
Nadie así. Nadie como ella.
El humo del cigarro ocultaba los destellos de miedo que escapaban de su triste mirada. Silencios obligados sellaban sus labios. Él la miró. Intentaba averiguar el porqué de su inesperada visita. ¡Tenía tanto que hacer aún!
—¿Por qué yo? —preguntó.
Ella, la muerte, le sonrió.
El humo del cigarro ocultaba los destellos de miedo que escapaban de su triste mirada. Silencios obligados sellaban sus labios. Él la miró. Intentaba averiguar el porqué de su inesperada visita. ¡Tenía tanto que hacer aún!
—¿Por qué yo? —preguntó.
Ella, la muerte, le sonrió.
Buen relato a pesar de que le faltaría una palabra.
ResponderEliminarGracias, Luis.
EliminarPerdóname, Salvador, me encanta tu forma de escribir. Además yo tuve un relato muy parecido en su contenido, hace mucho tiempo, por eso me gusta el tema y está bien escrito. Creo que deberíamos tener la oportunidad de enmienda. Un buen debate, ¿no? ¿Por qué tendré que meterme en estos porqués? Lo digo porque con las teclas quietecitas estaría más guapo. Perdón, perdón y perdón. Un abrazo, Salvador.
ResponderEliminarGracias, Luis.
EliminarSalvador, ojalá tardemos tiempo en ver esa sonrisa, pero llegará, y creo que siempre nos encontrará con cosas por hacer, o por lo menos ese es mi pensamiento.
ResponderEliminarMuy bien contado, no le sobra ni le falta nada, enhorabuena. El titulo me encanta.
Un abrazo, Salvador.
Muchas gracias, Javier. ¡Ojalá tarde esa visita!
EliminarLa parte amable de la ineludible Parca. Preciso y precioso.
ResponderEliminarSaludo desde la tierra colombiana.
Guillermo, muchas gracias.
EliminarLa muerte se ha presentado caprichosa para el protagonista del relato. No ha mirado si era el momento, el lugar o la situación: simplemente, le ha escogido y se lo ha llevado sin dar la menor explicación.
ResponderEliminarUn micro muy bueno para explicar los antojos del destino.
Felicidades, Salvador.
Un abrazo.
Muchas gracias,Enrique
EliminarSalvador, el protagonista se encuentra frente a la muerte, totalmente inesperada. Por si acaso, hay que vivir intensamente...
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.
Muchas gracias, Pilar.
EliminarEsperemos que tarde.
La muerte es siempre una visita inesperada. Nunca estaremos preparados para recibirla, sobre todo si todavía albergamos sueños. Es ella la que elige la hora. Al menos, aquí sonríe, aunque de modo enigmático.
ResponderEliminarFelices vacaciones y un fuerte abrazo.
Cada vez que cerramos nuestros sueños... sentimos esa visita inesperada. Gracias, Carmen.
ResponderEliminarCada vez que cerramos nuestros sueños... sentimos esa visita inesperada. Gracias, Carmen.
ResponderEliminarAh caramba!
ResponderEliminarEntretenido y tétrico relato.
Has dibujado con excelencia ese escenario de como uno recibiría a la muerte si acaso ésta llegase personificada y tuviéramos conciencia plena de su visitación. Y ella, finalmente, no te dice nada. Una sonrisa obligada nada más, en respuesta a nuestra necia pregunta.
Y ella, finalmente, viene... siempre viene. Gracias, Alejandro.
EliminarHasta la última palabra, que sorprende, no desvelamos de quién es esa daba con la mirada triste y el humo tapando su rostro.
ResponderEliminarEres un maestro. Me encanta tu estilo, desde el primer micro que leí tuyo, en el que el silencio era el protagonista, hasta esté en la que una sonrisa no podría tener peores consecuencias.
Enhorabuena.
Pablo
Pablo, agradezco tus palabras y tu memoria. Un abrazo.
EliminarLa Muerte siempre llega sin cita previa. Y poco le importa si queda algo por hacer o no.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Salvador
Gracias por tu reflexión, Plácido. Es así... cuando menos lo esperamos.
EliminarQueremos olvidarnos de ella, y está siempre ahí acechado. Cuando toca su guadaña, siempre tenemos cosas que hacer y pretextos para seguir viviendo.
ResponderEliminarSuerte, Salvador.