Latidos
Tras conocer su sexo, soñó su nombre y dibujó su cara.
Imaginó su sonrisa, se enamoró de su mirada.
Le mostró el color del cielo y el mar, su guitarra y su disfraz de hada.
Pobre Yolanda, decían. Ignoraban que ya no hablaba sola, que ahora tenía con quién volar.
Pobre Yolanda, decían. Ignoraban que ya no hablaba sola, que ahora tenía con quién volar.
Yolanda está de enhorabuena y volando por el cielo. Ahora saborea la felicidad con ese amor de una madre hacia su hijo/a.
ResponderEliminarQué suerte va a tener ese bebé que podrá escuchar las múltiples historias que Yolanda tiene en su interior.
Un micro muy bonito, José Bravo.
Un abrazo.
Compartir el ritmo de esos primeros latidos y el inicio de una comunicación íntima y profunda es el origen del amor incondicional que siente Yolanda por su futuro retoño.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Enrique.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho este relato,por su tono melancolico. Es muy romantico.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado.
EliminarMuchas gracias por comentar, Iñaki.
Vaya! Es de ensoñación la forma en que describes ese enamoramiento de una madre por su hij@, al descubrir ese tesoro que ahora crece en sus entrañas. Qué bello micro José.
ResponderEliminarSiempre me han despertado una inmensa ternura los bebés y las futuras madres. No por común, esa maravillosa capacidad de dar vida deja de ser un milagro deslumbrante.
EliminarGracias por tus palabras, Alejandro.