Lo que el tiempo se llevó
Un anciano pasea por un parque, descubriendo rincones con bonitas flores.
Dos manzanas más allá, un hombre con paso apresurado y la angustia pintada en el rostro recorre las calles.
A medio camino el viento arrastra una nota: "Papá, no te muevas de aquí. Vengo con el coche a recogerte".
Dos manzanas más allá, un hombre con paso apresurado y la angustia pintada en el rostro recorre las calles.
A medio camino el viento arrastra una nota: "Papá, no te muevas de aquí. Vengo con el coche a recogerte".
¡Qué bonito, M.Carme! El tiempo se llevó la tristeza de aquel adorable anciano que decidió salir en búsqueda de apreciar las flores y de lo bello que es vivir. No sé si el anciano tiró a propósito la nota que su hijo le dio o es que se le ha perdido.
ResponderEliminarEn cualquier caso, no se si acierto al pensar que es sordo y, de ahí, aquella nota.
Lo que sí es seguro es que el hijo está angustiado y está pasando un mal rato buscando a su padre.
Precioso, M. Carme.
Besos
No había pensado en que la nota podía ser para alguien sordo, ciertamente en ese caso sería un método de comunicación. En mi cabeza la historia va más por donde han indicado otros lectores, por la falta de memoria y desubicación.
EliminarSiempre son enriquecedores los comentarios.
Encantada si te gusta.
Un abrazo!
Precioso, Carme. Me encanta cómo he contado este relato y el remate de esa nota volando al compás del viento. Un relatazo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un beso.
Pablo.
Celebro que te guste, Pablo, imaginando esa nota recorriendo las calles.
EliminarBeso de vuelta!
Tras una escena plácida, nos muestras en la siguiente la otra cara de la moneda. Y lo rematas con esa nota perdida por los aires. Me ha gustado, Carme. Saludos y suerte.
ResponderEliminarA veces viendo a alguien o algo nos quedamos con parte de la historia. Y entonces hay un nexo que la une a otra, y obtenemos el cuadro final.
EliminarGracias Jesus, un abrazo grande.
El olvido. Bonita forma de mostrarlo.
ResponderEliminarEse olvido que persigue a muchos de nuestros mayores...
EliminarGracias Maria por tu comentario.
¡Saludos!
Carme.
Me encanta tu micro Carme. Un mismo escenario visto con dos lentes distintas, la del anciano, al que quizás hasta le falla la memoria de corto plazo o divaga con facilidad y olvidando la recomendación del hijo va y se pone a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida (las que al final son las que más importan, y una mente sabia, de muchos años vividos percibe intimamente), una bella tarde primaveral quizás, adornada por hermosas flores, aromas de jazmín (tal vez). Y luego, el pobre hijo, preocupado por un anciano padre que seguro ya no se puede valer del todo por sí mismo, necesita el cuidado, la ayuda, la protección del hijo. Y yo que soy medio Sci-Fi les digo a ambos que no sufran de más, que pronto le daremos al anciano un reloj con carátula clásica (para que no se lo quiera quitar) con GPS incluído y el hijo podrá desde su celular usar una App para saber siempre con toda exactitud en donde se encuentra este. Me encanta tu relato, insisto.
ResponderEliminarAlejandro, con tu comentario adornas la escena (que yo había dejado con el mínimo decorado) con colores y aromas dejando una sensación de placidez primaveral.
EliminarLuego, con la descripción del resto de la escena, nos comentas esa interpretación que es la que yo tenía en mente al escribirlo.
Buena idea la del reloj localizador. Puede ir bien para ancianos. Y quizá alguien te la pedirá para hijos adolescentes!
Contenta quedo si te gusta el relato :-)
Un abrazo.
Carme.
Carme, ese final me encanta. Y el título es genial, el tiempo, ese maldito tiempo que se lleva la memoria de esas personas mayores, que vuelven a ser niños y viven en su mundo. Contrapones perfectamente esa ausencia en su mundo del anciano, con la preocupación del hijo, lo expresas muy bien.
ResponderEliminarMe ha gustado, Carme.
Besos.
Así es, Javier, el tiempo se lleva muchas cosas. Algunas ya va bien que se vayan, como los malos recuerdos que se van difuminando, pero si van a por la memoria...
EliminarCelebro que encuentres acertada la forma de expresarlo.
Un beso.
Contrspones la placidez ensimismada del anciano a la angustia del hijo que no encuentra a su padre. El viento se ha llevado el aviso del hijo, pero es el tiempo -la vejez del padre- quien los ha separado.
ResponderEliminarMuy poética esa nota perdida en el viento, Carme. Besos.
Muy bien resumido, tocaya.
EliminarPor cierto, el hijo no está por mucha poesía ahora mismo, el pobre.
Un petó.
Carme, creo que los compañeros han dicho mucho y bello del micro merecidamente. Ese frágil hilo que une las dos situaciones mediante la incontestable rotundidad de las consecuencias, amplia su dimensión y salta desde el caso particular al arquetipo universal. Dicho queda en el título.
ResponderEliminarBesos.
Me gusta ese "frágil hilo" que has identificado en la "rotundidad" que nos trae texto. Que bonito comentario Manuel.
EliminarGracias.
Carme, dices mucho en tu Cincuenta de este mes. Nos muestras a un anciano con despistes de memoria, al hijo que se preocupa por su padre pues probablemente sea frecuente que este desaparezca y una nota que lleva el viento que denota despreocupación por el receptor de la misma, al no haberla guardado pertinentemente. Me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, M.José, el receptor se despreocupó, o se le cayó la nota de las manos vete a saber. Y ahí va el pobre hijo buscándole. Le vamos a decir que vaya al parque de las flores, que allí lo encontrará.
EliminarUn beso!
Carme.
Carme, me ha encantado. Por desgracia tengo experiencia con padres que se pierden, voy a tener que regalarle al mío un reloj localizador con GPS como el que describe Alejandro. Muy buen micro y el título muy apropiado.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Asun por tu comentario, celebro que te guste. Y ánimos con la familia, todos sabemos de alguien más o menos cercanos con estos problemas.
EliminarBesos.
Carme, con los años y con sus problemas de memoria, los ancianos dejan de dar valor al tiempo, a la vez que se desorientan al no recordar donde están.
ResponderEliminarEs el caso del anciano de tu micro. Su hijo lo busca desesperadamente, mientras él, en su mundo, no es consciente de ello. Y en medio, esa nota que vuela a merced del viento.
Buen micro.
Besos apretados.
Eso es, Pilar, los problemas que nos trae la edad avanzada en algunos casos y lo difícil que es para todos (que estamos a merced del tiempo).
EliminarUn beso de vuelta!
Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Celebro que te guste, Isidro.
ResponderEliminarGracias por pasarte a comentar.
Besos!
Muy bonito Carme. A la vez angustia por el hijo y felicidad por ese padre mientras que una nota revolotea como la hoja de Forrest Gump. Precios y visual, enhorabuena!. Un besote.
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