Madre
No pasa un solo día sin que te recuerde. Tus besos eran mi motor. Tu mirada, mi paz. Tus caricias ya me convertían en campeona. Entonces yo podía con todo...
Ahora, miro al cielo y te dedico pequeños logros cotidianos. Los problemas complicados son un clásico en tus aterciopeladas manos.
Ahora, miro al cielo y te dedico pequeños logros cotidianos. Los problemas complicados son un clásico en tus aterciopeladas manos.
¡Precioso y auténtico relato, María José! Me ha encantado y conmovido.
ResponderEliminarNo hay nada más grande que el amor de madre; espero que la persona del micro que la añora pueda, con el paso del tiempo, ver que su madre está y vive dentro de ella.
Seguro que, con esos valores y ese gran amor, su madre le enseñó unos principios maravillosos.
Un micro de 10, ¡enhorabuena!
Un beso.
Hola, Enrique. En primer lugar, muchísimas gracias por tu precioso comentario. Me llena de satisfacción que transcienda el gran amor que he intentado plasmar en estas líneas, y que no es otro que el que me sigue inspirando ella, mi madre; aunque ya, por desgracia, no la tenga conmigo. No he querido contar más historia que la mía, personal e intransferible... la de una persona que echa en falta a su gran maestra de la vida, un ser lleno de luz y bondad. Me emociono... De nuevo, agradecerte la belleza de tus palabras, querido Enrique. Un besito.
EliminarMªJosé, es difícil olvidar a una madre, me identifico plenamente con todo tu relato. Cuando están son el motor de nuestras vidas desde pequeños. Y después a su manera también, siempre recurre uno buscando respuestas y soluciones. Y yo creo que nos escuchan y ayudan.
ResponderEliminarBello y sentido relato MªJosé, se ve escrito con el corazón, felicidades por tus letras.
Besos.
Hola, Javier. Muchísimas gracias a ti también por igualmente bello comentario. Tal y como has dicho, no es mi dedo el que ha escrito sino directamente mi corazón, como no no podía ser de otra manera. Es un humilde homenaje a quien me dio la vida cuando nací, y que me la siguió dando después en cada acto desinteresado de sacrificio y entrega. Las madres son el mayor regalo. Tendrían que durar siempre... Un besito, Javier. Eres una persona encantadora. No cambies.
EliminarYo me uno a Enrique y a Javier, en sus apreciaciones sobre tu microrrelato. Nuestras madres quizás hayan tenido imperfecciones, pero nadie negará que tuvieron un gran valor, por encima de todos: ser nuestras guías en el descubrimiento de la vida. Yo también echo mucho de menos a la mía, muchísimo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Hola, María José, preciosa. Muchas, muchas gracias por pasarte a leerme. Por lo que veo, por aquí hay bastantes mamás que nos protegen desde el Cielo, en silencio. Yo creo que es la principal característica de la condición de madre: darlo todo por los hijos sin hacer ruido, desde la humildad.
EliminarLa verdad es que me siento arropada por este hermoso grupo virtual de gente sencilla, que adora escribir. Y te digo una cosa, tocaya, podré enviar otros relatos a Cincuenta Palabras; pero, sin duda, para mí, el más hermoso es el de hoy. ¡Besitos y gracias otra vez!
Vaya, es hermoso tu escrito. Un homenaje a ese ser sublime que la vida nos obsequio para ser ángel guardian durante primeras etapas en nuestra vida. Hasta que se fue. Y desde la tierra hacia el cielo le obsequias estas bellas letras y nos las brindas para hacerlo nosotros igual, aquellos que también hemos perdido ya a nuestra madre.
ResponderEliminarHola, Alejandro. ¡Muchas gracias por tu comentario! Encantada de conocerte.
EliminarImagino que si estás en mi misma situación, me entenderás perfectamente. En mi caso, al ser la más pequeña de la casa he pasado toda la vida con mi madre desde que mi padre faltó hace muchos años. Por eso se me fue con ella más de la mitad del corazón. No hay palabras para describir el enorme vacío que deja su falta. Un besito, amigo.
Gracias por tu bella respuesta María José. Entiendo mucho mejor como te sientes ahora. Yo, tristemente no me di cuenta con toda su fuerza que mi madre era totalmente mi brújula y mi viento a favor en todos mis emprendimientos. Ahora me hace falta horrores, pero se sigue adelante, se le ama desde aquí y se le desea descanso y paz eterna, bien merecidas.
Eliminar(y te invito a leer mi micro "Entre sueños e irrealidades" también publicado hoy)
Por supuesto que sí lo leo. Besos, Alejandro.
EliminarMás emotivo imposible. Nunca se olvida a una madre y mientras la recordemos, permanecerá con nosotros.
ResponderEliminarDe esos micros que llegan muy adentro.
Enhorabuena por haberlo escrito tan bello, María José.
Besos.
Pablo
Muchas gracias, Pablo. Necesitaba hacerlo. Una vía de escape a tanto sentimiento alojado en mi interior. Se lo digo a diario, porque siempre parecen pocos esos "te quiero" en vida, y pienso que donde quiera que esté los recibe. Sé que me ve, me protege, me guía... Procuro alimentarme de esa firme creencia.
EliminarMuchas gracias, Pablo. Felicidades por tu precioso relato ganador.
Besitos.
La paz su mirada aún sigue ahí, entre el terciopelo de unas manos jamás olvidadas, acurrucada en el remanso de tu memoria, de tus sensaciones. Tu madre puede estar orgullosa de tu recuerdo y del legado que dejó dentro de ti.
ResponderEliminarEmocionante relato, María José.
Un abrazo.
Antonio, emocionante es tu interpretación y comentario. Como el que hiciste a mi anterior relato. Eres profundo; de sentir a tope. Auténtico, diría yo. Y cuando alguien así te escribe, te llena de orgullo poder leerlo.
EliminarSobre el tema de mi micro, es tal y como tú lo describes de forma tan bella.
Muchísimas gracias por estar ahí. Besitos.
Qué bello lo que has escrito...!
ResponderEliminarSabes...? Siempre digo, que cuando pierdes a una madre... a partir de ese preciso instante, tomas conciencia de que por primera vez, estás solo caminando por la vida. Da igual que tengas pareja o hijos, el único amor incondicional, ése que hagas lo que hagas siempre estará allí para apoyarte... es el de una madre.
Yo, doy gracias por tener a la mía conmigo. No quiero pensar en que me pueda faltar...
Enorme y cargado de sentimientos tu micro, Marīa José!
Hola, mi querida amiga. Por encima de todo, agradecerte tu comentario, que me toca el corazón de lleno. Las madres, efectivamente, marcan el rumbo en la vida de los hijos y nos sentimos muy desprotegidos cuando no están ahí, orientándonos. Y es cierto también que su lugar no lo pueden ocupar ni hijos, ni pareja. Son irreemplazables, únicas... NECESARIAS. Ley de vida, pero esa ley duele en lo más profundo.
EliminarGalilea, dile que la quieres, no te canses de decírselo. Abrázala y bésala. Nunca es mucho.
Besitos y mil gracias.
María José, leo muy emocionada tu relato. Ya sabes que estamos sintiendo lo mismo. Es precioso que expreses con palabras lo que tu corazón siente. Ella bien merece este homenaje. Seguro que la llenas de emoción como has hecho conmigo.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu sensibilidad.
Besos.
Pilar, compañera de trances, imaginaba tu visita sobre todo por ese motivo que mencionas. Me alegra mucho haberte emocionado; ya sabes lo que tiene el corazón, se expresa por sí solo, sin necesidad de florituras o adornos. Lo que se lee es lo que hay, sin más. Estupenda terapia el canalizar tus sentimientos a través de la escritura, aparte de que te lo pide a gritos ese músculo que nos dirige siempre con acertado criterio.
EliminarMuchos besitos, guapetona. Y muchísimas gracias.
Precioso y emotivo relato.
ResponderEliminarNo hay nada igual al amor de una madre, que en vida siempre está ahí para protegernos, para darnos confianza, para estimularnos, porque para ella seguimos siendo su niño o niña sin importar nuestra edad. El amor filiar en general no tiene la misma intensidad y cuando cuidamos de nuestros padres, nuestro amor tiene una buena carga de sentido de obligación, mientras que el maternal es amor puro.
Es cuando la perdemos cuando nos damos cuenta de su dimensión y cuando nuestro amor, que ya no le podemos expresar, puede aproximarse a la intensidad del suyo, quizás porque algo de ella ahora está en nosotros.
Lo has expresado muy bien en tu micro, escrito desde el corazón y que al corazón nos llega. Allá donde tu madre esté, estará muy orgullosa de ti.
Un gran beso, María José.
Georges, muchísimas gracias. Me alegra mucho verte por aquí. La sencillez que nace del corazón es la que llega a calar hondo. Todo lo que la sinceridad y el amor unidos expresan, aunque parezca lo más básico e instintivo, no lo es tanto por lo mucho que llega a transmitir. Es un texto no rebuscado, no enrevesado, que para lo que sirve a quien lo lee es para reflexionar sobre el cariño verdadero, el de una madre. A veces necesitamos cambiar las tornas y mostrar nuestro interior; es bueno pues uno se siente libre.
EliminarBesitos, querido Georges, e infinitas gracias.
Has escrito un micro muy emotivo, María José. Perder a una madre es sentirse huérfano para siempre, por muy acompañado que estés. A quienes ya no la tenemos nos faltan su mirada, sus manos, su calor. Lo has descrito de modo bello y certero. No hay dia en que no nos sorprendamos imaginando qué pensarían sobre cualquier acontecimiento cotidiano. Tras el duelo inevitable, han pasado a formar parte de nosotros mismos.
ResponderEliminarEnhorabuena por este precioso relato. Felices vacaciones y un beso.
Carmen, muchas gracias. Siempre son enormemente gratas tus palabras para mí. Sé que a ti también te faltan tus padres ( si no me equivoco) y me siento muy comprendida, al igual que me pasa con Pilar. Los llevamos dentro; nuestro corazón no olvida los momentos compartidos, los besos, el amor que envolvía ese ambiente perfumado de sus presencias. Nos queda eso, el recuerdo que no desaparece jamás, que morirá sólo cuando lo hagamos nosotros. E incluso irá, si me apuras, más allá, acompañándonos en nuestro último viaje.
EliminarBesitos, guapa. Feliz verano. Gracias de nuevo.
Qué hermosas palabras para tocar con ternura y amor el recuerdo de una madre. En una madre caben todas, y en tu relato toco el recuerdo de la mía, aún después de tantos años transcurridos de su pérdida. Ni un solo día pasa, ni un solo minuto. El corazón es un reloj que mide el tiempo de su ausencia, el desconsuelo de un amor que quedó huérfano, falto de esas caricias aterciopeladas que recreas en esa imagen, emotiva y vibrante.
ResponderEliminarEnhorabuena, por la belleza. Gracias por el momento. Un beso, Mª José.
Hola, Manuel. Eres encantador. Lo siento por tu mujer, pero tenía que decirlo, je je... En serio, me pareces una bellísima persona, con enormes valores. Sin menospreciar a tanta gente que circula por esta página, pues son todos/as maravillosos.
EliminarLas madres, el origen de nuestras vidas, nuestro escudo... Cuando desaparecen (físicamente) nos sentimos desnudos; caminando por el mundo sin la coraza protectora. Tan importantes a la hora de aconsejarnos y preservarnos de lo malo... Siempre entregadas. Nunca las olvidaremos. De todos los amores es el único verdaderamente sin mácula.
La mía ( y no es amor de hija) era un ángel. Noble, sencilla, no veía lo negativo en los demás; para ella todo el mundo era bueno. Una persona espiritual. Saber que está en el Cielo me reconforta.
Muchísimas gracias. Tus palabras son pura belleza, poeta de Cincuenta.
Besitos.
Mi madre murió hace más de treinta años, estando yo en la mili. Lógicamente, no estoy pensando siempre en ella (tampoco podría considerse muy "normal" esa circunstancia), pero sí que sé, inconscientemente, que está ahí. Un merecido y muy bello homenaje literario a todas la madres. Saludos y suerte, María José.
ResponderEliminar¡Hola, Jesús! Muchas gracias por pararte por aquí. Me encanta tu visita. No puedo evitar sentir cariño por todos/as los/as cincuentistas, entre los que se hallan personas incondicionales, como es tu caso. Somos una familia a la que se van incorporando nuevos miembros cada mes.
EliminarMis palabras son, como dices, un pequeño homenaje a las mamás, en especial a las ausentes. Es lo mínimo que se puede hacer por ellas, tan lindas. No merecen sino lo mejor. En cuanto me sea posible, a lo largo de la tarde te comento tu micro, que seguro es precioso, como todo lo que sale de tu mano.
Besitos, Jesús. Gracias, otra vez.
Hola María José! por desgracia sé bien como te sientes pues yo hace seis meses tuve la desgracia de perder a mi madre. Ella tenía 66 años y yo 31. La vida es muy distinta desde entonces...ánimo!
ResponderEliminarLo siento muchísimo, caja de ideas. La mía hace dos años y medio, pero da igual el tiempo que pase; el dolor te acompaña siempre. Aprendes a vivir con él, vas lidiando con la vida, luchando día a día. Y tratas de hacer las cosas para que ella se sienta orgullosa, al menos en mi caso es así. Muchos besitos y toneladas de apoyo. Hemos de seguir por ellas. ¡Ánimo!
EliminarCreo que su mamaíta le hace muy buenos regalos desde el otro lado de la sombra. Es un relato muy bien ideado. Me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo delos dos.
José María, tengo un lío contigo, no sé si es que usas dos nombres y por eso siempre te despides con un abrazo de los dos... Será así, je je.
EliminarMuchas gracias por detenerte en mi pequeño rincón. Mi madre ha sido y creo que será lo más grande que Dios me ha dado. Por madre como tal y por bellísima persona. Si digo que era un ángel es porque ser tan noble y transparente creo merece esa distinción.
Besitos, José o tu gemelo. Merçi beaucoup.
Una madre siempre está ahí, aunque ya no esté.
ResponderEliminarUn buen micro, María José. Saludos
Plácido, mi incondicional crítico literario (siempre para bien), muchas gracias por honrarme con tus palabras, que tengo por sabias en todo momento. Muy cierto lo que dices; está ahí, aunque ya no esté. Parece contradictorio, pero el verbo estar en cada uno de estos dos casos tiene matiz diferente (presencia física/espiritual o en el corazón). Si te cuento una cosa, probablemente pensarás: "M.José está zumbada"... Conforme pasa el tiempo, descubro en mí gestos, expresiones, maneras, etc, que identifico como características de mi madre. Tanto es así que llego a asustarme del enorme parecido con ella y a creer que vive en mi interior. Te lo prometo. Va in crescendo.
EliminarQuerido amigo, lo dicho, muy agradecida por tu presencia virtual.
Besitos.
Un relato con sensibilidad a flor de piel. Todo un recordatorio cálido y emocional a la figura más importante para un ser humano.
ResponderEliminarMe has emocionado María José, me has hecho acordarme de la mía, y también levanto los ojos al cielo.
Besito virtual cargado de melancolía.
María Jesús, guapetona, muchas gracias por tu comentario igualmente cargado de sensibilidad. No he dicho nada nuevo, desde luego, pero sí que ha servido de recuerdo y reflexión acerca de la figura materna. Esas luchadoras por naturaleza, que son capaces de dar la vida y lo que haga falta por un hijo, ejemplo de absoluta resignación y entrega. Merecen todo y más.
EliminarSe echan tantísimo en falta...
Besitos virtuales, amiga mía. Y siento mucho que tú también la hayas perdido.
No sabes cómo te entiendo, María José. A mi madre la perdí hace ya más de seis años, pero la recuerdo cada día y creo que cuanto mayor sea más la echaré de menos.
ResponderEliminarUn beso.
Así es, guapa. Son tan bonitas por fuera y por dentro... Al menos para nosotras, sus hijas. Y se añoran siempre; las recordamos sin parar a través de detalles que, inevitablemente, nos las traen al pensamiento. Te puedo decir que, en mi lucha diaria, todo lo hago pensando en que se sienta orgullosa de mí, aunque sea por la cosa más pequeñita.. Con independencia de que al final las circunstancias no sean demasiado favorables.
EliminarBesitos, Asun. Muchísimas gracias.