Por sorpresa
Ella se acerca por detrás. Él, ni se inmuta. Ella aproxima sus labios hasta la altura del lateral izquierdo de la cabeza de él. Por fin, los hunde (los labios) y se aparta. Él muere repentinamente.
Cáustico, el forense concluye su informe: "Falleció, atónito, de un beso en la sien".
Cáustico, el forense concluye su informe: "Falleció, atónito, de un beso en la sien".
Don José Manuel me gusta, aunque debería decir "Por fin hunde los labios y se aparta". Disculpa por la franqueza de entrada.
ResponderEliminarSaludo.
Gracias, Guillermo, es una cuestión del estilo raro que tengo últimamente. Abrazo
EliminarUn beso tan profundo y directo como una bala a la sien... iba a matar. Besos por sorpresa y a traición, que te dejan sin respiración.
ResponderEliminarMe ha encantado la idea del simil!
Sí, un beso con pólvora. Gracias por tu comentario, Galilea. Abrazo¡¡
EliminarCreo que murió muy feliz. No supo encajar tanto cariño de forma repentina y falleció sin asimilar tanto estímulo a traición, ni en los mejores de sus sueños.
ResponderEliminarHay ciertos gestos que pueden despertar del mayor de los letargos hasta a la mente más fría. Fue un beso algo vampirizado.
Qué forma tan sorprendente de retratar la felicidad, José Manuel.
Un abrazo.
Sí, desde luego hay peores formas de morir. Abrazo, Enrique
EliminarMe ha provocado una sonrisa tu micro, José Manuel. ¡Mira que hay forenses guasones!, jajaja. Parece que el exceso de felicidad, al sentir el beso, hizo que falleciese tu protagonista... ¡pues bendita muerte, tan agradable!
ResponderEliminarUn abrazo.
Es la falta de costumbre, pobre hombre. Abrazo, María José¡¡
EliminarUna historia que más bien me deja triste. Parece que esta pareja vivía en un mar de desamor, con carencia total de gestos para expresarlos. Una realidad que consume a tantas parejas de la actualidad. Y de pronto, un gesto tan leve como inesperado, causa una confusión tal a nivel emocional y sensorial, que provoca la muerte súbita en el pobre hombre. Es para reflexionar y esforzarnos en rescatar esos gestos, esas expresiones de amor con nuestros seres amados, principalmente nuestra pareja.
ResponderEliminarEso es, Alejandro, la, falta de costumbre... Un abrazo¡¡
ResponderEliminarEste beso supera al de Judas...
ResponderEliminarMe encanta, José Manuel (para no variar en los relatos que leo tuyos).
Un abrazo.
Me ha encantado la historia de ese hundimiento (de los labios) que ha provocado la huida de la vida por sorpresa.
ResponderEliminarYo tengo que decirte que, personalmente, me encanta el recurso de ese paréntesis encerrando a los labios. Me gusta la originalidad y el toque de atención que da al lector. Resalta esos fundamentales labios, reales protagonistas de esta sorpresa. A mí tu estilo me enamora, la verdad, en todo lo que te leo: aquí y en otros lares.
Un lujo tenerte por aquí.
Un abrazo.
Pablo.
¡Menuda sorpresa! ¿Y cómo habría reaccionado si el beso se lo da un hombre?
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, José Manuel
Me ha parecido realmente curiosa tu historia y la forma que has decidido para hacérnosla llegar. Suerte, José Manuel. Un saludo.
ResponderEliminarEl beso mortal en la sien, una genialidad a mi modo de ver.
Un placer leerte, José Manuiel
Escalofriante. Sorprendente. bueno. No me la presentes nunca no sea aue le de por besarme.
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