¡Silencio!
Ya no se oyen las risas, ni los pasos apresurados por el pasillo. Las carrerillas también cesaron. Incluso las canciones que tarareaba mientras jugaba a botar la pelota.
Pero no ha vuelto la paz. Esa pelota, esa maldita pelota. Debí enterrarla junto a su dueño. ¡Nunca me dejará en paz!
María, lo primero, sino me equivoco, es darte la bienvenida a 50palabras, sino es así disculpame.
ResponderEliminarTu relato,este ¡Silencio! nos grita desde lo más profundo. Comienzas suave, narrando lo que ya no sucede, pero de repente, nos sacudes, nos golpeas con esa pelota que tanto inquieta a tu protagonista. Esas frases esconden el remordimiento o tal vez el odio que aún tiene hacía ese niño.... Soluciones tan drásticas y contundentes suelen acarrear grandes consecuencias.
Un relato muy bueno, María, enhorabuena.
Un saludo cordial.
Gracias por la bienvenida y no, no te equivocas, soy novata por aquí, aunque sólo escribiendo, ya que leyendo los geniales microSD llevo un poco más.
EliminarTodo se hubiera solucionado con unos tapones :)
María, es bueno tu relato por lo que cuentas y por lo que sugieres. Me ha llevado a una reflexión: aunque parezca contradictorio, a veces echamos de menos a los que nos molestan o hacen sufrir. Gracias por provocarme este pensamiento.
ResponderEliminarUn abrazo.
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EliminarGracias María José.
EliminarEs verdad que cuando te acostumbras a un ruido y para, sabes que algo ha pasado, pero ¿qué?. Se tarda un tiempo en averiguarlo.
Jejejee, sigo siendo María, ha salido mi nick de Google.
EliminarBienvenida, María.
ResponderEliminarExcelente este inquietante relato en el que el silencio se convierte en un grito lleno de recuerdos a través de esa pelota que rebota en la memoria de tu protagonista y le despierta la conciencia.
Me ha parecido brillante.
Un beso.
Pablo.
Gracias Pablo. Un saludo.
EliminarBuen relato María, inquietante y a la vez intrigante. ¿Qué clase de historia se esconde tras de él? Me inclina a pensar en una tragedia oculta. Sigue así. Un abrazo.
ResponderEliminarSeguro que si. No me gustaría tenerlo de vecino.
EliminarUn abrazo.
jope, inquietante un rato largo, y ese sonido de la pelota que tal parece que bote sola, haciendo recordar lo que no se quiere, como la voz de la conciencia. Quizás ella consiga, vota que te vota, que el asesino pierda los nervios y confiese.
ResponderEliminarMuy bueno
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EliminarGracias Luisa. Un abrazo.
EliminarTu protagonista bien pudiera ser un asesino de mente perturbada, a quien todo molesta movido por la obsesión del silencio. Para eliminar lo que para él es un ruido insoportable es capaz de terminar con un niño. Sin embargo, culminada semejante atrocidad, no deja de escuchar ese sonido que tanto le inquieta, porque en realidad siempre estuvo dentro de su mente obsesiva y enferma, ahí es donde radica su problema.
ResponderEliminarInquietante relato y buen estreno.
Bienvenida y un saludo, María
Así mismo, era una obsesión con el silencio.
EliminarGracias por la bienvenida Ángel. Un saludo.
Me ha gustado mucho tu relato. A veces me gustaría escuchar más las pelotas en los patios de las casas y a sus dueños correr tras de ellas...ya no se escuchan. Las han sustituido por la tecnología y la calle ha perdido su esencia...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato. A veces me gustaría escuchar más las pelotas en los patios de las casas y a sus dueños correr tras de ellas...ya no se escuchan. Las han sustituido por la tecnología y la calle ha perdido su esencia...
ResponderEliminarGracias Elena. Es cierto, ya no salen a jugar a la calle como antes. Eso se ha perdido.
EliminarSaludos.
Subástala en eBay, deshazte de ella. El karma puede hacer que la pises sin darte cuenta y te ocurra una desgracia.
ResponderEliminarUn buen micro, María. Saludos
Jajajaa Plácido, buen consejo.
EliminarSaludos
Parece que la pelota llega a ser más que un recuerdo de -entiendo- su fallecido hijo. La pelota formaba parte de aquel travieso niño que -por causas que desconocemos- se marchó y dejó algo que siempre le acompañaba.
ResponderEliminarSin duda, un micro que expresa el dolor de una madre o un padre completamente desbordado.
Tu micro genera mucha melancolía. Se fue el sonido de la pelota pero no llegó la paz.
Felicidades, María.
Besos.
Gracias Enrique, le has dado otro enfoque y me gusta.
EliminarSaludos
Bienvenida a 50 Palabras, María. Te estrenas con un micro inquietante. Esa pelota que rebota en la mente del protagonista es su conciencia. No narras lo sucedido, lo sugieres y es realmente terrible.
ResponderEliminarEnhorabuena y besos.
Gracias Carmen. Un saludo
EliminarUn asesino con sentimiento de culpa, protagonizada por una pelota al más puro estilo del corazón delator de Poe. Interesante. Me gustaría saber la historia detrás de esa muerte. Que intrigante.
ResponderEliminarBienvenida a 50 palabras lunaNegra.
Gracias Raquel, un placer estar por aquí.
EliminarLa impronta de los recuerdos en los objetos son los que más alto gritan sobre el hueco dejado por los que se han marchado. Esa pelota será siempre la esférica imagen de la más callada de las presencias.
ResponderEliminarDesgarradoramente hermoso tu estreno, María. Bienvenida.
Saludos.
Gracias Antonio, un saludo
EliminarMaría, excelente relato. Cuanto cuentas sin decir... Sigo escuchando botar a esa maldita pelota.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Pilar.
EliminarSaludos
Qué macabro relato. Esbozado con delicadeza, inicialmente uno no se espera ese final espeluznante. Felicidades.
ResponderEliminarGracias Alejandro.
EliminarSaludos
Parece ser que el muerto, probablemente asesinado, martiriza al asesino mediante esa pelota botando incesantemente. Has creado una atmósfera entretejida de misterio y de miedo muy atractiva. La imagen de la pelota me ha recordado a la película "Al final de la escalera", para mí una de las mejores en el género de terror. Bienvenida al club cincuentista, María, y felicidades por este inquietante micro tan bien contado. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Juana.
EliminarSaludos
Qué miedo da esta historia, María. Además, la cuentas de una manera muy acertada. Enhorabuena. Saludos y suerte.
ResponderEliminarGracias Jesús. No pierdas el sueño je jeje.
EliminarSaludos
Inquietantemente obsesivo, el ritmo de la pelota marca el perfil de un personaje desquiciado que se prolonga más allá del relato en una secuencia en espiral que acabará alcanzando a cualquier otro hijo de vecino.
ResponderEliminarTu estreno, María, es sobresaliente por la narración y terrorífico por su contenido. bienvenida. Saludos.
Muchas gracias Manuel por la bienvenida y la crítica.
EliminarUn placer formar parte del grupo
Saludos.
Muy bueno, María. Felicidades por un estreno 10.
ResponderEliminar¡Besitos guapa! ¡Bienvenida!
Gracias María José.
EliminarBesos