Victoria aplastante
Casi todas eran señoras de edad madura. Concursaban con sus perros, con la esperanza del triunfo. Yo, deprimido y recién divorciado, decidí preguntarles a diez de ellas a bocajarro.
—¿A quién quiere más, a su marido o a su perro?
Siete a tres, victoria aplastante para los animales. Sigo depresivo.
—¿A quién quiere más, a su marido o a su perro?
Siete a tres, victoria aplastante para los animales. Sigo depresivo.
Con acierto dejas, José María, una duda de quiénes son los verdaderos animales de tu historia (o eso me parece entender). Una buena reflexión sobre lo que debe primar sobre lo demás, en cuanto a afectos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, has acertado de pleno; un abrazo de los dos.
EliminarBuen homenaje a los perros y a los animales. En este caso, y a nivel cómico, en detrimento de los maridos.
ResponderEliminarEl espíritu noble de los animales merecen relatos como el tuyo.
Un abrazo, Gil Hernando.
Me animas a seguir escribiendo, Enrique, gracias.
EliminarUyy... jeje Pues tiene lecturas eh! Y algunas arriesgadas jajaja... Casi que no me atrevo... sin conocer exactamente tu intención.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Es divertido... y tiene su picardía.
Bravo!
Bueno, es que a un perrito, con su nobleza, ternura y juguetona personalidad, no se puede más que quererlo. Ahora, querer al conyugue con su sarta de vicios y defectos, es algo que está bien perro.
ResponderEliminarEncantador relato, que con desenfado nos grita a la cara unas cuantas realidades. Felicidades Gil.
Te van a decir que dices la verdad, y luego puede pasar cualquier cosa... Gracias por tus palabras.
Eliminar¿A quién se le ocurre preguntarle a una mujer si prefiere a su marido o a su perro? Y todavía creo que tres de ellas mintieron.
ResponderEliminarSaludos, Gil
Como lo sabes... Esa pregunta como la dela edad, no se la hagas a ninguna mujer, si no quieres salir escaldado.
EliminarUn abrazo de los dos.
Curioso y, me temo,muy realista historia. Mi relato de este mes trata de algo muy parecido a lo tuyo, arriesgándome a que se ofendan los amantes de las máscotas. Suerte y saludos, José María.
ResponderEliminargracias Jesús por tus palabras, espero verte en estas letras pronto, y ya veremos en que se parecen los relatos.
EliminarUn ABRAZO DE LOS DOS.
muchas gracias por tus palabras, has acertado de pleno; un abrzo delos dos.
ResponderEliminarJose Mª, tu protagonista va a necesitar varias sesiones de psicólogo para recuperarse, mal estaba y después de la encuesta realizada, está peor.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo para los dos.
Mi protagonista, Javier, y todos los dueños de los perros.
EliminarEstamos en inferioridad.
Necesito el auxilio de un perro.
MUCHAS GRACIAS Y UN ABRAZO DE LOS DOS.
Perros en escena, micro que me llena...
ResponderEliminarHola, amigo. Son mi debilidad los canes, eso sí, sin rayar en las conductas exageradas como la que describes, o la que Jesús Garabato también (y tan bien como tú) ha descrito en su micro.
Esta sociedad promueve tales actitudes/comportamientos. Viendo por tv los Spa caninos, con gym, masajes, etc... te preguntas por qué hay seres humanos que viven peor que muchos perros. Aparte, el tema del culto a la belleza perruna, del que puedo dar buena cuenta pues he estado en concursos y te partes de risa con los maletines que llevan para arreglar al chucho. Son capaces de cruzar España en diagonal para que Boby o el que sea partícipe en el certamen. Tremendo. Y lo que hacen con elllos... Secador, perfume, cepillo, rizador de pelo... En fin, es lo que hay. Supongo que en estos casos el beneficio económico juega un papel importante.
Bueno, decirte que me has conquistado, literariamente hablando. Me ha encantado.
Besitos.
muy buena la apreciación final. porque supongo que la contestación a la encuesta está clara.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Seguiré escribiendo.
¡Qué pregunta más incisiva José María!. Eso no se pregunta. Siempre al perro, al perro del hombre, y al hombre del perro, en este caso a la mujer del perro.
ResponderEliminarMe ha hecho gracia tu agudeza. Nunca la pierdas.
Un abrazo cariñoso a los dos.
Gracias María Jesús, per la pregunta era absolutamente necesaria. Tan necesaria como evidente tenia que ser la respuesta.
ResponderEliminarUn abrazo de los dos.