Aroma
El aroma se desvanecía con la brisa otoñal que entraba por la ventana y por el humo del cigarrillo encendido. ¿Qué hacer? ¿Salir y pedirle que lo abrazara nuevamente para volver a empaparse de ella? Demasiado tarde. El enfermero ordena apagar las luces mientras el somnífero empieza a hacer efecto.
No hay que dejar escapar las oportunidades.
ResponderEliminarNo se pierden -como dicen algunos- las aprovechan otros.
Un buen micro.
Saludos.
Muchas gracias por tus palabras María.
ResponderEliminarUn abrazo!
A veces nos damos cuenta demasiado tarde de lo que vamos a ir perdiendo. Perfumes, sonidos, tactos... Es irremediable, pero nos queda la memoria para abrirla de par en par y dar refugio en ella a los recuerdos.
ResponderEliminarQué bonito, Giancarlo.
Gracias eternas Patricia!
ResponderEliminarUn abrazo!
Hay personas que han nacido para dejar huella en otras. Al imponerse la distancia nos aferramos a detalles como una mirada, unas palabras, un roce, o un aroma. El somnífero solo es un paréntesis. Cuando pase el efecto tu protagonista volverá a tener conciencia de esa mujer, pues forma parte de su ser, aunque él piense que ya es demasiado tarde.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Ángel. Un abrazo!
EliminarFuerte añoranza en un estado de debilidad. Me pregunto quién es ella: ¿Una mujer? ¿La vida en toda su plenitud?
ResponderEliminarMuy bello, Giancarlo.
Saludos.
Gracias Enrique. Un abrazo!
Eliminar¡Qué bonito Giancarlo!
ResponderEliminarLa narración es perfecta, los detalles precisos y el ritmo apropiado. Ese aroma me ha cautivado.
Enhorabuena, un beso.
Malu.
Gracias Malu! Un beso para ti también.
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