El final del verano
Con la nariz pegada a la ventanilla del coche mientras se alejaban, notó cómo empezaba a vaciársele el corazón. Atrás quedaban el espigón y la playa, la casa de los abuelos, y la de Lucas y Marina. Atrás quedaba el kiosko de Juan y atrás, el muelle de los cangrejos.
Hermoso y cubierto de melancolía el texto que nos presentas. casi todos hemos vivido esas sensaciones. Pero para algo está la meente y los recuerdos y, puede que estos, presentes en nuestra memoria, nos ayuden a sobrellevar nuestra vida hasta el reencuentro del próximo verano. Me ha gustado, Aurora. Saludos y suerte.
ResponderEliminarSe yuxtaponen las sensaciones vividas en un cúmulo creciente para crear una maravillosa atmósfera de pérdida y melancolía. Saludos, Aurora. ¡ay, qué veranos!
ResponderEliminarSon momentos de una tristeza casi infinita. Nos damos cuenta de que hemos vivido un espejismo, algo efímero, que lo natural es partirse el pecho a diario para salir adelante, de ahí tanta nostalgia y el corazón vacío.
ResponderEliminarUn relato de tu autoría, pero que nos llega a todos y hacemos un poco nuestro.
Un saludo, Aurora
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ResponderEliminar¡Ah qué bonito!
EliminarDe entrada nos metes en una atmósfera de maravillosa nostalgia.
Ese "vaciársele el corazón" es liricamente hermoso.
Y luego nos acribillas con destellos de alegría, de personas, de momentos, de eventos, de cosas que se han vivido con intensidad. Simplemente muy hermoso. Nos hace recordar uno o muchos instantes como esos que quedaron como pintados en un cuadro pretérito y meláncolico.
Muchos aplausos por un micro que toca la memoria del corazón con tanta intensidad Aurora.
Me he ido, irremediablemente, al último capítulo de "Verano azul". Cuánta nostalgia... y qué vacío se siente por dentro...
ResponderEliminarUn beso, Aurora.
Malu.
Hhhmmm... Qué debió pasar con Lucas o Marina en ese muelle...
ResponderEliminarY qué tristeza abandonar esa casa de los abuelos donde tan bien ha pasado ese verano.
Nos llegan todas esas sensaciones, Aurora.
Saludos!