La explicación
No lo supo nunca. La verdad... es que no lo supo nunca.
Algo la conducía, siempre e irremediablemente, hacia ese vertiginoso delirio placentero. Profundizar en las heridas internas, abrirlas, sentir las palpitaciones del dolor ajeno... le proporcionaba un intensísimo placer.
Quizás fuera porque necesitaba lo que otros, sin pedirlo, recibían.
Algo la conducía, siempre e irremediablemente, hacia ese vertiginoso delirio placentero. Profundizar en las heridas internas, abrirlas, sentir las palpitaciones del dolor ajeno... le proporcionaba un intensísimo placer.
Quizás fuera porque necesitaba lo que otros, sin pedirlo, recibían.
Salvador, hay personas que cuando no reciben cariño, amor, dulzura, la única forma de sentirse felices es ver que los demás también sufren y les gusta hurgar en esas heridas. Son felices con el dolor de los demás.
ResponderEliminarUn relato reflexivo. Haces ver y sentir con tus letras lo que la protagonista siente. Me ha gustado.
Un abrazo.
Un relato en el que el dolor es el protagonista, tanto el propio como el ajeno del protagonista.
ResponderEliminarMe gusta cómo empiezas esa explicación, el desarrollo y el punto final.
El título, mi acertado.
Enhorabuena, Salvador, por escribir como lo haces
Un abrazo.
Pablo.
No sé por qué, pero, intuyo (y quizás me vaya por la tangente) que hablamos de un terapeuta sicológico. Quizás si quizás no.
ResponderEliminarNo veo que el micro diga que esta persona inflige el dolor y causa las heridas. Sino que las descubre, las penetra, las examina, las pone a flor de piel. Eso, en parte, es lo que la sicología hace, aunque claro con las miras de brindar un posterior alivio y sanidad. Pero el micro tampoco dice queno lo haga, que a la larga ayude a sanar esas heridas; se puede interpretar que sí.
En fin, me quedo con más dudas que respuestas y con mi sobredosis de subjetividad al interpretarte Salvador. Estos micros que dejan mil y una posibilidades los disfruto sobremanera. ¡Enhorabuena!
*que no lo haga
EliminarBuscar el placer en el dolor ajeno puede indicar perversidad moral o, como el micro sugiere, una inmensa falta de afecto.
ResponderEliminarBuen tema para la reflexión, Salvador. Un fuerte abrazo.
Aquello de "mal de muchos, consuelo de tontos", se cumple en tu historia. Tu protagonista siente una gran frustración y solo tiene oportunidad de hallar un engañoso alivio en constatar que no es el único a quien se le pone la vida cuesta arriba. Es un camino equivocado y un puro espejismo, solo conseguirá que se le agrie más el carácter. Es, también, aunque fallido y erróneo, un mecanismo psicológico de intento de salida.
ResponderEliminarProfundo e interesante relato, Salvador
Un saludo
¿Podemos pensar que los grandes sátrapas de la historia, lo han sido por falta de amor?.
ResponderEliminarEs la pregunta que me hago, después de tu alucinante relato, Salvador
Saludos virtuales.
Salvador, en tu micro nos dejas muy clara "la explicación" o el motivo de porqué ella actúa así. Siente placer a través de los sentimientos de los demás, ya que no lo puede sentir por sí misma. Debe ser muy triste no poder sentir...
ResponderEliminarMuy buen micro.
Besos.
El refinado placer de rascarse las heridas esconde un dolor íntimo mucho más profundo que socava la tranquilidad de ánimo y la autoestima personal. Ese placer, pienso que no es sino otra forma de hacerse daño engañándose uno mismo, aunque no llegue a saberlo nunca.
ResponderEliminarAlumbras las sombras del ser con una soberbia explicación contenida, sobria y profundas. Enhorabuena, Salvador.
Cincuenta palabras dan para mucho. En esta ocasión incluso para entrar en la mente de una sádica muy reflexiva y quizá también algo psicópata.
ResponderEliminarEscalofriante, Salvador. Saludos cordiales.
Mal de muchos... ¡qué mala persona!
ResponderEliminarMuy bien contado, Salvador.
Un beso.
Malu.