La soledad (II)
Se operó. Cambió de naturaleza. Dejó de mugir. Se sintió muuuy mujer. Lo dejó todo. Quiso ser modelo. No la contrataron. Quiso ser presentadora de televisión. No la contrataron. Se presentó a puta. No la contrataron. Volvió al pueblo, más sola que la una. Todos se rieron, con mucho éxito...
Mejor mantenerse fiel a uno mismo, así el fracaso será error que apuntale el ensayo. Ser vaca hasta en las flacas, aunque quien ríe el último ríe mejor. Saludos, Iñaki
ResponderEliminar¡Qué duro! Y muy real en muchas ocasiones, no tan exageradas, pero muy real, Iñaki.
ResponderEliminarYo creo que quien ríe último, ríe mejor y es cierto que el tiempo pone "casi" todo en su lugar, así que solo queda esperar y llevarlo de la mejor forma posible.
Un beso.
Malu.
Jopé. Curioso tu relato. Y me gusta. Suerte, Iñaki. Un abrazo.
ResponderEliminarSupongo que la envidia y la ruindad son sentimientos en los que se triunfa realmente fácil. Me gusta tu moraleja... Yo hubiera cambiado lo de no la contrataron como prostituta, por algo como dimitió... le hubiera dado otro matiz más. Pero bueno, eso, ya es una simple y humilde opinión... Me ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece que el destino está por no conceder ninguna prebenda a tu prota. Pero seguro que, cuando menos se lo espere, se le abrirán las puertas, porque lo que importa es la constancia y empuje en cada circunstancia, y no desfallecer, aunque te cerquen las envidias
ResponderEliminarTiene mucho fondo tu historia, que habría que desmenuzar.
Suerte, Iñaqui
Sí, es una micro-historia que me gustaría alargar y en la que creo que, como dices, hay que profundizar porque el planteamiento ya está hecho. A ver si me animo a convertirla en un gran relato. Gracias a todos por vuestros comentarios.
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