Puesta de largo
Desde que te hiciste mayor, vamos de mal en peor. Cumpleaños multitudinarios, viajes a parques temáticos y graduaciones ostentosas.
Esta noche estás preciosa, abriendo el baile con tu vestido negro. Tu padre y yo esperamos que tardes mucho tiempo en pedirnos uno blanco.
Nuestra cuenta corriente no sale del rojo.
Nuestra cuenta corriente no sale del rojo.
Es un relato para extender ante él una alfombra roja y llevarlo directamente a la entrega de premios. Fantástica composición acorde con el contenido. Besos, Asun.
ResponderEliminarMuchas gracias, Manuel. Contenta de que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Colorida crítica social con una potente carga de profundidad para la reflexión.
ResponderEliminarEnhorabuena, Asun.
Gracias, Patricia. Esa era mi intención, invitar a reflexionar sobre lo absurdo de estos despilfarros.
EliminarUn beso.
Una genialidad, Asun. Finísima crítica a la ostentación externa, a costa de esos números rojos que, seguro, están bien escondidos ante los ojos de la hija. El final será el duro golpe de "la princesita moldeada" con la realidad. O la búsqueda desesperada de un marido rico, y una vida triste.
ResponderEliminarMe encantó, maestra.
Pablo
Gastar lo que no se tiene y vivir por encima de las posibilidades es una costumbre muy extendida en la sociedad del bienestar. Lo peor es la enseñanza negativa que esto provoca en los hijos.
EliminarUn beso, Pablo. Me has sonrojado con eso de maestra.
Todo para que la princesa no despierte a la realidad. El golpe puede ser duro.
ResponderEliminarUn buen micro.
El golpe muy duro, con seguridad. Probablemente llegará cuando a la princesa le toque volar sola.
EliminarUn abrazo.
Un poco más y esta familia completa el arcoíris, jajjjj.
ResponderEliminarMe gusta mucho, Asun. En tu línea. Aún recuerdo el micro de la ola de calor.
Es una realidad lo que cuentas; antes no había tantas necesidades que cubrir y las familias vivían estupendamente. Ahora, demasiados frentes abiertos en lo que a supuestas “necesidades” se refiere. Lo que hace un tiempo era lujo se convierte en casi obligación para no ser menos que los demás...
A veces habría que saber desmarcarse de lo que el resto del planeta hace.
Besitos, guapetona. Genial tu texto. Hace reflexionar.
Ya pertenecen al pasado esas sencillas reuniones familiares con las que se celebraban los acontecimientos. Como bienes dices, hay que saber desmarcarse de esa frenética escalada en la ostentación, aunque económicamente se pueda hacer frente a ella. Creo que la austeridad es una buena lección para los jóvenes, y te aseguro que no es nada traumatizante que las chicas pasen a la mayoría de edad (por ceñirme al tema de mi relato) sin esas fiestas que parecen bodas. Con las mías me negué y no les pasó nada malo.
EliminarGracias por tu cariñoso comentario. Un beso.
Por un hijo/a se hace cualquier cosa, incluidas las caras convenciones sociales de las que en realidad se podría prescindir, pero, equivocados o no, ni se nos pasa por la cabeza.
ResponderEliminarColorido, simpatico, actual y con una buena carga de reflexión.
Un abrazo fuerte, Asun.
Se puede prescindir de esos lujos innecesarios, Ángel. Incluso cuando las posibilidades económicas lo permitan, no es malo decirles "no" de vez en cuando a algunas de estos despilfarros. Incluso es beneficioso para su educación como personas, no siempre van a tener el respaldo económico de sus padres (al menos así lo veo yo).
EliminarUna realidad que muchos padres cometen por error y que tú has sabido narrarnos a través de esa tonalidad de colores.
ResponderEliminarEsos padres harían bien en despertar a la princesa de su cuento de hadas y enseñarle la realidad de la vida, aunque encuentre en ella colores que no le gusten para nada.
Buen relato, Asun, me ha gustado. Además lleva mucha carga de profundidad .
Besos.
Asun, buen relato de contenido social, donde pones de manifiesto que muchos padres viven por encima de sus posibilidades para dar todos los caprichos a sus hijos.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos apretados.
No deja de asombrarme cómo se ha llegado a esta situación en la que si no viajas a los lugares que están de moda, si no tienes la fiesta por todo lo alto o si no gastas una suma disparatada en una boda, pasas a ser una especie de descastado. Cuando encuentro jóvenes que pasan de la fiesta de bodas y utilizan el dinero de forma más inteligente me digo que no todo está perdido.
ResponderEliminarExcelente micro que pinta magistralmente esta sociedad de consumo que nos obliga a gastar dinero que no tenemos.
Enhorabuena, Asún.
Un abrazo.
Buen juego de colores aplicado a una realidad que algunas familias sufren, pero que deberían evitar ayudando al hijo a situarse en la realidad. Flaco favor le hacen: con sus hechos (y no afrontando la realidad) y con el querer mostrar una fachada de mentira. Mejor intentar agarrarse a un poste que dejarse arrastrar por la corriente.
ResponderEliminar(Yo siempre me he negado a invitar a toda la clase ;-)
Un beso guapa.
Maravilloso tu relato... Qué difícil mantener las apariencias, los primeros engañados los protagonistas.
ResponderEliminarAhora en estos tiempos, todo esto parece normal. Padres que se empeñan hasta las cejas para dar a sus retoños todo lo que ellos no tuvieron. Parece que no nos damos cuenta que nosotros teníamos algo muy importante: eramos niños felices con barro en las manos.
ResponderEliminarLuego habrá que pagar el "proceso de desprincesamiento" también, no?
Bien contado, Asun. Besitos
Nada puedo añadir a los comentarios laudatorios que te han dejado por ahí arriba. Me ha gustado y me hace reflexionar sobre muchas de las "obligaciones" qaue la sociedad de consumo actual plantea a demasiados, sobre todo a los más "débiles" (por su escasa edad o educación, por sus condiciones económicas precarias, por la "falsa necesidad" de ser como los demás, etc.) Me ha gustado. Suerte, Asun. Un beso.
ResponderEliminarMs disculpas a Javier, Pilar, Georges, Carme, Carmen, Olga y Jesús. La falta de tiempo me impide contestados individualmente a tod@s, como me gustaría. Me alegro mucho de que compartáis mi idea respecto a esta nefasta costumbre actual de aparentar lo que no se es y gastar lo que no se tiene para no quedar mal con los amigos y familiares. Personalmente creo que es posible (y muy sano) negarse a seguir en este juego de sociedad hiperconsumidora, y plantearse otra forma de vida más natural y acorde con la situación de cada familia.
ResponderEliminarUn beso y gracias a tod@s por leerme y comentar.
Has plasmado la realidad de nuestros tiempos, aderezado, además, con unas gotas de de la p... crisis que se ha convertido en un ingrediente más repetido que la cebolla o el ajo.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato.
Un fuerte abrazo, Asun.
La realidad supera la ficción, como suele pasar.
EliminarUn beso y gracias, Isidro.
¡Qué bueno, Asun! Me gusta la crítica que haces a la sociedad consumista, a los padres que no paran de complacer a sus hijos cueste lo que cueste, aunque se hipotequen hasta las orejas.
ResponderEliminarLa sociedad nos mete en una bola de nieve y es muy difícil no verse arrollados por ella, pero hay que saber discernir y no pasarse de la raya, que luego pasa lo que pasa...
Un beso grande, querida.
Malu.
Hay despilfarros que se pueden evitar, y conviene hacerlo (por nuestro propio bien, el de nuestros hijos, y por evitar esos números rojos tan absurdos como dañinos).
EliminarOtro beso para ti, Malu.
Me gusta mucho el tema que has elegido, Asun. La complacencia de los padres con los gastos superfluos de los hijos y la ostentación en las celebraciones familiares ha llegado a un extremo delirante, insensato e irresponsable. No sabía que se celebraban las puestas de largo de forma tan generalizada en pleno siglo XXI. Creía que eran eventos de personajes habituales del "Hola". Tu crítica es, pues, acertada y oportuna. Hay que saber vivir con lo que se tiene, de modo digno, sin despilfarros innecesarios.
ResponderEliminarMe ha encantado el simbolismo de los colores en la segunda parte del relato. Un beso.
Yo tampoco sabía que las puestas de largo se celebraran a estas alturas del siglo XXI. En nuestra época desde luego no lo hacíamos pero cuando mis hijas cumplieron la mayoría de edad he salido de mi error. Muchas de sus amigas la celebraban por todo lo alto (yo no he caído en la trampa, afortunadamente he sabido resistirme y ellas tampoco han sido muy insistentes).
EliminarMe alegro de que te haya gustado, maestra. Un fuerte beso.
Hay padres que se creen en la obligación de dar a los hijos incluso lo que no se pueden permitir. Conozco varios casos cercanos. Todos queremos que a nuestros hijos no les falte de nada, el problema es dónde poner el límite. Además algunos, acostumbrados a que todo les sea concedido, dejan de valorar el esfuerzo que supone para los padres y piensan que lo que hacen es lo más normal. Hay muchos hijos maleducados en el exceso y muy poco preparados para una vida más austera, que la mayoría, tarde o temprano, van a tener que llevar. Estamos en una sociedad que a la apariencia la hemos elevado a categoría de ciencia. A mí también me ha gustado cómo has jugado con el papel de los colores negro, blanco y rojo. Interesantísimo tema, Asun. Un abrazo.
ResponderEliminarEs cierto, Juana. Es importante darles lo necesario, pero evitar gastos superfluos que nos perjudican y que no les hace ningún bien. Más vale enseñarles el valor de las cosas y lo que cuesta ganarlas, porque lo natural es que cuando pasen a la vida adulta necesiten esa austeridad.
EliminarGracias por comentar. Un abrazo.
Aparte del tema que tocas, sobre el que casi todos compartimos la misma opinión, pero curiosamente actuamos del mismo equivocado modo, tu relato me parece de una belleza excepcional y de una habilidad narrativa enorme. Frases rotundas y visuales en las que la inmensa mayoría nos vemos retratados por dentro y por fuera, haciendo en definitiva que empaticemos totalmente con el sentimiento agridulce de esos padres.
ResponderEliminarMagnífico, Asun.
Un abrazo y mucha suerte.
Como ya he comentado por ahí arriba, con los hijos hay gastos inevitables pero siempre hay despilfarros en cosas innecesarias a los que nos podemos (y nos debemos) negar.
EliminarMe has sacado los colores con ese piropo que le dedicas a mi relato, Enrique. Te aseguro que estoy feliz de que te haya gustado mi forma de presentar este tema.
Un beso, padrino.
Me gusta ese juego de colores que has empleado para demostrar lo caro que resulta "una hija".
ResponderEliminarSuerte y un besito virtual, Asun
Muy caro, Maria Jesús, sobre todo si se le conceden todos los deseos por muy absurdos que sean.
EliminarUn abrazo.
Que bueno el juego de colores. El vestido, el cheque, el futuro... El juego con las palabras es perfecto,como el relato.
ResponderEliminarUn abrazo de los dos.
Muchísimas gracias, Jose María. Yo no me atrevería a catalogarlo de perfecto, pero realista sí que lo es, y mucho.
EliminarUn abrazo a los dos.
Realismo mágico. Me ha encantado Asun. Enhorabuena.
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