Y el verbo se hizo sueño
El sol, acechado por el atardecer, te miró y, mientras luchabas por salir del cascarón, devoró serpientes, alimañas y engendros. Por ello el ocaso surge verde, la pradera es un enjambre que baila al son de los grillos, y tú eres una mezcla expectante de savia, hojas, saliva y vientos.
¡Qué bonitooooooooooooooooooo!!!!!
ResponderEliminarGraciaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!!!!! Patricia
EliminarUna bella historia, bien llevada, que hace soñar con un mundo diferente. Gracias por contarnosla amigo Crispín. Abrazos
ResponderEliminarGracias a ti por soñar conmigo.
EliminarHermoso y agreste relato, donde intuimos el adevenimiento de esa primavera anhelada. Hermoso texto, Crispín. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarIntuimos y deseamos.
EliminarUn abrazo.
¡Ohhhh, poesía en estado puro!
ResponderEliminarEnhorabuena, un beso.
Malu.
Gracias, me alegro que te guste.
EliminarY la palabra, aliada con la naturaleza, se volvió belleza, para transmitir un mensaje de esperanza.
ResponderEliminarUn ejercicio literario lleno de lirismo que transmite superación y belleza.
Un saludo, Crispín
Esa fue mi intención al escribirlo, esa y que cada uno llene el atardecer con sus esperanzas.
EliminarBellísimo ese verbo encarnado en sueños. Atardecer lírico y esperanzado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Crispín.
¡Ah qué belleza!
ResponderEliminarOnírico verbo, naturaleza que se hace poesía en tu relato.
¡Maravilloso Crispín!
¡Qué original!, me gusta ese tono bucólico que le has dado. Me has transportado a la pura naturaleza
ResponderEliminarSuerte y saludos, Crispin