Casimiro no se mira en los espejos
Cuando Casimiro estrenó gafas, no pudo aceptar la imagen avejentada que le devolvía el cristal azogado... y empezó a sospechar de los espejos.
Ya no se mira en ellos. No quiere ni imaginar lo que los muy tramposos han estado urdiendo desde el día en que lo sorprendió la muerte.
Escrito por Georges
Ya no se mira en ellos. No quiere ni imaginar lo que los muy tramposos han estado urdiendo desde el día en que lo sorprendió la muerte.
Me gusta mucho esta ironía, casi socarronería que se burla del vivo en vida y del muerto en ella. Hay que tener un espíritu grande y abierto, para casi ver lo que se esconde detrás de quien casi mira.
ResponderEliminarAgudo.
Me alegra que otro de mis micros te guste, mi estimado Manuel. Éste es lo que yo llamo una “jibarización” de un relato más largo, inspirado en el hecho de que mi gato nunca se mira en los espejos. En el original, es Casimiro quien hace esa constatación, la que refuerza su teoría.
EliminarLa agudeza, es evidente, está en los ojos del lector que ve mucho, mucho más, que quien casi escribe.
Un abrazo.
La muerte me sorprendió igual que al personaje. Tan inesperado que ya estuviera muerto. Hay ironía y un toque de demencia en
ResponderEliminaresa manía contra los espejos, tan intensa que se la llevó hasta después de la muerte.
En una época, siempre trataba de sorprender al lector con una última frase, y de ser posible con una última palabra que cambiara por completo el sentido del relato, lo que se hace bastante más difícil de lograr con sólo 50 palabras.
EliminarSí, como bien dices hay un toque de demencia en el personaje que se aparta de la realidad cuando ésta le muestra algo que él no quiere ver.
Gracias por tu comentario, Alejandro.
Saludos.
Si pudiéramos vivir sin mirarnos en los espejos…
ResponderEliminarLo que no entiendo es por qué necesita gafas un muerto.
Saludos
La naturaleza es sabia y con los años nos va limitando la visión para atenuar la “maldad” de los espejos, pero el hombre, torpemente, queriendo contrariarla inventó las gafas. Casimiro es un tipo muy especial y no me extrañaría que siguiera con las gafas después de muerto, aunque el micro no lo diga.
EliminarSaludos, Plácido.
A lo mejor ahora muerto no se ve reflejado en ellos. En muchas ocasiones es mejor no mirarse, tal vez como a tu protagonista no nos guste lo que vemos.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo, anónimo.
Casimiro es muy desconfiado y no creo que se atreviera a enfrentarse a un espejo. Por si las moscas.
EliminarLas personas. a medida que envejecen, deberían prescindir de los espejos. Aunque hay quienes tendrían que hacerlo desde que tienen uso de razón. Jaja
Un abrazo, Javier.
Me gustó mucho el nombre dado al personaje, lo veo como LO MEJOR del micro. (Así se llama mi papá), saludos.
ResponderEliminarMe alegra que al menos el nombre te gustara, Omar. También mi abuelo se llamaba así.
EliminarSaludos.
Todo lo que es susceptible de empeorar... ya se sabe, fijo que empeora.
ResponderEliminarMejor que Casimiro, evite los espejos y resista la tentación de "casi-mirar"... Chiste malo jejeje
Son muchos quienes deberían evitar los espejos. Habría menos gente vanidosa y muchos menos acomplejados.
EliminarGracias por comentar, Galilea.
Saludos.
Cuando estrenamos gafas vemos cosas que hasta entonces habían pasado desapercibidas a nuestros ojos. Lo notable del relato es que los espejos urden trampas. Lo excelente es la sorpresa de la palabra final. Felicidades.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Pepe. Sí, al estrenar gafas vemos la realidad más nítidamente y a veces, lo que vemos puede que no sea de nuestro agrado; generalmente lo asumimos, pero hay personas que simplemente niegan lo que les desagrada.
EliminarLos espejos siempre han dado mucho de qué hablar. Por algo serio será. Y me alegra el haber podido sorprenderte con la palabra final, muchas veces es mi aspiración pero no siempre lo logro.
Cordiales saludos.
Casimiro pero no veo, se suele decir. En fin, compleja la relación que solemos tener con los espejos, pues a veces suelen ser más crueles que el retrato de Dorian Gray, lo que en el caso del protagonista de tu microcuento es todavía más horripilante, pues no es posible imaginarse lo que será verse a uno mismo en el espejo después de haber muerto, y después de que el tiempo vaya haciendo su labor destructora.
ResponderEliminarAsí que estoy totalmente de acuerdo con la decisión de Casimiro y con las conclusiones que ha sacado al pensar en lo taimadas que pueden ser esas superficies lisas en las que nos reflejamos.
Muy bueno ese giro final que cambia todo el sentido de la historia.
Un abrazo.
Tú lo has dicho, Enrique, nuestra relación con los espejos tiende a ser conflictiva. El problema es que para ellos el tiempo no avanza linealmente sino a los saltos. Eres joven y buen mozo y lo sigues siendo por años hasta que un buen día, al espejo se le ocurre dar un salto adelante y te devuelve una imagen que no sabes de dónde c. la sacó y que te llena de pavura.
EliminarTal vez tenga relación con eso de lo que hablan ahora, de la influencia de las ondas gravitacionales y de que el espacio-tiempo no es tan rígido como creíamos.
Gracias por tu comentario. Es un placer para mí que el micro te haya gustado.
Un abrazo.
¡Menudo tipo este Casimiro! Toda la vida (y toda la muerte) huyendo de la realidad. Para su desgracia, un anómimo escritor nos ha contado su historia y su decrepitud será recordada para siempre por todos nosotros.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Gracias por tu comentario, Carles. Tú, como siempre, tan generoso, exageras un pelín en la trascendencia de este micro. Si algo puede hacer que alguien lo recuerde, es el Casimiro que algunos llevamos dentro y que nos hace cerrar los ojos ante lo que no queremos ver.
ResponderEliminarUn abrazo.
El espejo muestra tu aspecto exterior, tu apariencia. El espejo no te puede dar la respuesta, dado que es incapaz de llevarte físicamente hasta el centro de ti mismo. La imagen más cercana que puedes ver es una imagen borrosa.
ResponderEliminarLos gatos no reacciona cuando ve su imagen reflejada en un espejo, no se reconocen. Yo creo que a veces a algunas personas les debe pasar lo mismo, sobre todo cuando van pasando los años y un día se dan cuenta de que están envejeciendo.
Muchos besos. Muy buen relato.
Dices bien, Olga. Las respuestas a las preguntas trascendentales no se encuentran en el espejo. De hecho pienso que la mayoría de las personas ni siquiera las buscan. Ni allí ni en otro lado.
EliminarCuando compramos un gato tallado en madera, lo primero que hizo el de carne y hueso fue darle un buen cachete. Comprobó que era de pega y para él ya no existe. No sé qué habrá sucedido la primera vez que se vio en el espejo, pero ahora los ignora. Resulta curioso verlo caminar en la encimera del baño: siempre evita mirar al espejo, aunque se dirija hacia él. De ahí salió “Casimiro…”
En cuanto a cómo pueden reaccionar ante el espejo quienes están envejeciendo, creo que todo está en su interior siempre ha habido y habrá viejos jóvenes y jóvenes viejos.
Gracias por tu comentario.
Muchos besos para ti.
A veces preferimos autoengañarnos y no reconocer como somos, aunque en la vida nos encontremos constantemente situaciones, que podrían ser el espejo del que nos habla el micro, que nos delatan y de las tratamos constantemente de escapar. Escapar de nosotros mismos no es posible, aunque el protagonista de este interesante micro lo siga intentando hasta después de muerto. Un abrazo, Anónimo 3.
ResponderEliminarCreo que algunos son inmunes a los espejos que les presenta la vida, siempre se ven a sí mismos de forma idealizada y si sus defectos son demasiado evidentes, pues entonces deciden considerarlos virtudes. En el otro extremo están quienes carecen de autoestima y siempre se ven peor de lo que son.
EliminarComo dices, es difícil escapar de nosotros mismos, pero también lo es el juzgarnos imparcialmente.
Un abrazo, Juana.