Conversaciones con Dios
—Mi hijo se muere... ¿Por qué él ?
—No hay motivo.
—¡Te odio!
—No me odias.
—Te necesito.
—Estoy aquí.
—¿Puedes ayudarme?
—Sólo si tu me dejas.
—Estoy confuso...
—Lo sé.
Y se alejó en silencio, igual que vino.
—¡¿Volverás?! —grité desde el otro lado.
—Depende de ti. Sabes dónde encontrarme.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
—No hay motivo.
—¡Te odio!
—No me odias.
—Te necesito.
—Estoy aquí.
—¿Puedes ayudarme?
—Sólo si tu me dejas.
—Estoy confuso...
—Lo sé.
Y se alejó en silencio, igual que vino.
—¡¿Volverás?! —grité desde el otro lado.
—Depende de ti. Sabes dónde encontrarme.
En el corazón, en la aceptación, en el consuelo... en la necesidad.
ResponderEliminarMe ha gustado!
Saludos, anónimo!
Un Dios un tanto perverso. Se parece a un amigo, que sólo sabe dar malos consejos y falsos consuelos.
ResponderEliminarSaludos
O cambia Dios, o que tu protagonista cambie de Dios, si es que hay más, o si es que hay. Luego Dios se quejará por los ateos que vayan apareciendo.
ResponderEliminarBuen relato.
Saludos, anónimo.
Un Dios demasiado imprevisible, con dioses así uno nunca sabe a qué atenerse. Mejor aceptar una situación dificil. La muerte nos llega a todos. Aceptarla es lo que toca. Si ni siquiera Dios le quita su turno. ¡Qué podremos hacer nosotros! Abrazos
ResponderEliminarDios, por el hecho de ser Dios, no puede ser medido de acuerdo con los valores humanos y, en cierto modo, es nuestro gran antagonista. El gran valor del relato es la relación que establece el protagonsita con ese Dios Antagónico, a través de sus preguntas y reflexiones.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
La metafísica cuestión sea, tal vez, dar o no certeza de valor existencial al temblor de vacío que nos asalta cuando, trágica, la vida nos hace sentir lo efímero de nuestra presencia. Dios puede ser un asidero o un muro de choque donde confrontarnos, o pura entelequia de seres empeñados en trascenderse. También, Dios pudiera ser, pura Nada.
ResponderEliminarUn relato que se presta, hábil, al juego de la elucubración con lo hipotético.
Cuando el hombre no puede es cuando recurrimos a Dios. Esa pregunta de "porqué" nos la hacemos muchas veces.
ResponderEliminarMuchos besos
Nos rebelamos cuando sufrimos directamente y ante las injusticias que constantemente se dan en el mundo. Nos gustaría que hubiese alguien "ahí arriba" a quien pedirle cuentas. Si de verdad lo hay, se nos hace muy difícil entenderlo. Un tema que siempre está de actualidad, ya que las preguntas sin respuesta siguen siendo las mismas. Un abrazo, Anónimo 6.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLas fases del duelo. Yo no soy creyente, pero supongo que cuando estas ante la tragedia de que tu hijo, siendo aún un niño, se está muriendo y no hay nada que se pueda hacer para salvarlo se recurre a la fe, a la necesidad de trascendencia. Pero esa es una voz muda, que parece impasible, y cuya respuesta es sinónimo de la interpretación que tu desees hacer
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