El oscuro brillo de la verdad
Gracias a la divina providencia siempre me enamoro de hombres buenos, que me cuidan e intentan hacer de mí una mujer decente. Me esfuerzo por complacerles, pero el instinto es más fuerte que la voluntad y las cadenas. Por eso, no insistas, nunca pasearemos a la luz de la luna.
Escrito por Patricia Richmond - Web
Pues no insistiré en pasear y menos las noches de luna llena, ya que esta mujer loba pierde su cordura.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo, anónimo.
Relato interesante e intrigante. Una hermosa licántropa que te atrapará bajo sus redes amorosas. Pero, huyámos de la luna. Altera su esencia de loba y es peligroso besarla.
ResponderEliminarUna interesante propuesta sobre el determinismo marcado por el instinto, que no sé si podría verse como una forma más del destino. La cosa daría para un largo debate, sin embargo, cerraremos degustando el trasfondo agridulce que destila el relato.Saludos.
ResponderEliminarA veces la verdad tiene motivos para estar oculta. Este mujer debe querer mucho a ese hombre para advertirle del peligro, tanto es así que prefiere que se separen para siempre que perderle.
ResponderEliminarUn personaje que lleva asociado a su naturaleza un problema irresoluble de convivencia que todo lo condiciona, desvelado de forma oportuna al final.
Un saludo
Al principio parece que se trate de una prostituta que no puede frenarse, pero el final es muy dilucidante. Otra licantropa!!
ResponderEliminarBesos.
¡Menuda mujer! Le pasa como a una novia que tuve: cuando llegaba la medianoche, se volvía loca.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro. Saludos