Encuentro
—¡Te odio! —gritó la mujer. El hombre la miró con furia contenida. Justo en ese momento explotó la bomba afuera.
Ambos se miraron con repentino amor. Apenas tuvieron tiempo para abrazarse y pedirse perdón antes que la poderosa detonación nuclear los disolviera y sus cuerpos calcinados se fundieran para siempre.
Escrito por Daniel Castillo
Ambos se miraron con repentino amor. Apenas tuvieron tiempo para abrazarse y pedirse perdón antes que la poderosa detonación nuclear los disolviera y sus cuerpos calcinados se fundieran para siempre.
La circunstancias más diversas, en este caso trágicas, hacen compañeros de viaje a personas que tal vez nunca estarían juntas.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo, anónimo.
Si vives como si fuera el último instante, el amor lo arrasa todo
ResponderEliminarLo de siempre: la áspera realidad sirve para quitar valor a las disputas cotidianas. Menudo final. Saludos
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