Estereotipos
Como tantas veces, el lobo bonachón entrará al camerino, se pondrá antifaz, garras y colmillos feroces.
El camerino contiguo disfrazará de impoluto lo disoluto, maquillará levemente una faz angelical. Niña en cándido rojo.
Saldrán al escenario y allí, como siempre, la ordinaria audiencia ovacionará la consabida obra de los estereotipos.
Escrito por Alejandro Cárdenas - Web
El camerino contiguo disfrazará de impoluto lo disoluto, maquillará levemente una faz angelical. Niña en cándido rojo.
Saldrán al escenario y allí, como siempre, la ordinaria audiencia ovacionará la consabida obra de los estereotipos.
Este relato es de aquellos que dejan una estela a su paso. Brilla la pulida narración que lo sustenta y su rastro perdura en forma de reflexión sobre nuestros modos de vivir y comportarnos. Un astro con luz propia en el firmamento de Cincuenta.
ResponderEliminarUna estela de gentileza es la que deja tu comentario. Muy agradecido.
EliminarComo bien titulas, los estereotipos hace que tomemos o nos hagamos una opinión de antemano, y ello nos lleva a juicios equivocados.
ResponderEliminarMe gusta esa división en tres párrafos, como describes esos cambios de cada personaje, ocultando lo que no es. Muy bueno.
Un abrazo, anónimo.
Gracias Javier. Un abrazo de vuelta.
EliminarAh, los estereotipos. En el mundo tan complejo de hoy, con tantos atuendos y apariencias. Como hemos de pre-juzgar a alguien tan solo por eso, sin darnos oportunidad de conocerlos de verdad y saber entonces cual es su verdadera esencia. Buen relato!
ResponderEliminarTienes razón Alejandro. Gracias por tu comentario.
EliminarMe gustó mucho tu cuento. Es muy visual y tiene una pincelada poética que hace ganar fuerza al final revelador. Ahi también los espectadores pasan a un primer plano y nos hace mirar el cuento desde la platea invitándonos a reflexionar. Bravo!
ResponderEliminarGracias Anónimo. Varios me dicen de la pincelada poética, creo que no estuve del todo consciente de eso, pero que bueno que así salió. Y a reflexionar se ha dicho, como bien dices.
ResponderEliminarEl cuento de caperucita, visual y con mucha garra, tanta como el lobo que se disfraza esperando el momento... de su actuación.
ResponderEliminarInteligentemente traído por su autor/a. A quien/"quiena", saludo efusivamente.
Gracias Ma. Jesús. Un cuento de feroces apetitos de candidez vestida de rojo. Un saludo efusivo igualmente.
Eliminar¿Qué puedo decir yo?... Si mi avatar habla por sí solo!
ResponderEliminarSalvados los estereotipos... ya ves que se pueden entender a las mil maravillas jeje.
Buen 50!
Todos caemos en los estereotipos, en las frases hechas, en los tópicos, en los lugares comunes. Pensar no es fácil, tener inteligencia para desvelar los oscuros intríngulis del mundo lo es mucho menos.
ResponderEliminarYa cantaba Paco Ibáñez aquello de érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos. No sé si ese lobito tiene algún parentesco con el lobo bonachón de tu microcuento, pero sí lo parece.
Ambos quizá son víctimas de los clichés mentales con los que vamos funcionando por la vida, de nuestra pereza para indagar más, de esa visceralidad que nos inclina al insulto y al desprecio a la más mínima.
La historia que cuentas en muy reveladora en ese sentido, los roles cambiados, el gran teatro del mundo calderoniano donde todos actuamos y donde el público nos confunde a veces con lo que no somos; y si han de pronunciarse, hacen como los judíos cuando tuvieron que decidirse entre librar a Barrabás o a Jesús, es decir, eligen a Barrabás.
Un abrazo.
Ejemplo de oxímoron: lobo bonachón. Por lo demás, sí es cierto que toda ficción está llena de estereotipos.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos