Mi gran tesoro
Abrió la puerta con sumo cuidado para evitar despertarla. Dormía plácidamente abrazando la almohada. Se acurrucó a su lado y sintió su respiración e incluso sus latidos. Se estremeció recordando cuando en sus brazos susurrándole una canción de cuna se dormía con ese mismo respirar placentero y lleno de inocencia.
Escrito por Aldo
habla muy hondo y muy hermoso tu relato.
ResponderEliminarCrecen, se hacen mayores, pero siempre queremos y recordamos cuando eran pequeños y entre nuestros brazos se sentían seguros.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo, anónimo.
"El mismo respirar placentero y lleno de inocencia", me hace pensar, que la criatura ya no lo es y la persona ¿Progenitor? que se acurrucó a su lado, tampoco.
ResponderEliminarMe ha gustado la sutileza que has empleado.
Saludos virtuales.
Cuanto más crecen, peor.
ResponderEliminarUn buen micro.
Saludos