Rasgos humanos
Tras el diagnóstico, enjugó las lágrimas de Marta con un paño de esperanza. Su propio llanto lo reservó a la soledad.
Desde que en ella se desvanecieron los recuerdos y mermaron los pasos, los días son eternos.
Amarla y desear su muerte al mismo tiempo, convulsionan cada día su corazón.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web
Desde que en ella se desvanecieron los recuerdos y mermaron los pasos, los días son eternos.
Amarla y desear su muerte al mismo tiempo, convulsionan cada día su corazón.
Un relato que llega al corazón. Las enfermedades que poco a poco deterioran a las personas son terribles. Si además esta persona es muy allegada nuestra. La situación se hace insoportable, no sabes que es mejor.
ResponderEliminarLo has contado perfectamente, escrito con sentimiento. Me ha gustado esa frase de "su propio llanto lo reservó a la soledad".
Ben relato, me ha gustado.
Un abrazo, anónimo.
Es así mismo. Ser fuertes por los que no pueden o se les olvidó.
ResponderEliminarY llorar en soledad, nunca mejor explicado.
Un saludo.
Nada más humano que cuidar de quien más se quiere, sufrir con su situación irreversible. Nada más crudo que desear que ese sufrimiento acabe, el propio y el ajeno y, al mismo tiempo, no querer perder a esa persona.
ResponderEliminarDuro, real y bien contado.
Un saludo
La última frase encierra, según entiendo, la unidad de los contrarios que mueve las dinámicas internas de la vida. Para ganarte, perderte, que diría la gran mística del alma, Teresa de Jesús.
ResponderEliminarProfunda contradicción, apreciado anónimo/a.
Sentimientos encontrados cuando se ama alguien y queremos evitar sufrimientos.
ResponderEliminarLo has expresado con mucho realismo.
Un micro duro. Una enfermedad dolorosa y mortal lleva a veces a desear que todo acabe pronto. Saludos
ResponderEliminar