Dies irae
Pese a sus proporciones bíblicas, el valle parecía desbordado, pero la carne continuaba tomando cuerpo en las almas errantes. El abogado del diablo y el de las causas perdidas intercambiaban estrategias, mientras los arrepentidos tardíos se flagelaban compulsivamente. Entonces se abrió el cielo, tronó la palabra y todo quedó sentenciado.
Me da que si existe empeño difíl, este es el de recrear el clima del Juicio Final. Nada menos.
ResponderEliminarJavier, tú aceptas ese reto y sabes captar y transmitir al lector la intensidad, el temblor y solemnidad del momento. Ese que el título fulminante que eliges anuncia y 50 palabras después en absoluto defrauda.
Felicidades por ello!
Los días de la ira divina, la reencarnación de los muertos y la sentencia del Juicio Final. Parece la palabra será condenatoria, que no hay salvación.
ResponderEliminarTalmente apocalíptico, Javier. Un fuerte abrazo.
Como suele decirse, que "Dios nos pille confesados" cuando llegue ese día definitivo. Habrá que buscarse un buen abogado, por si acaso, aunque no sé si los dos que mencionan son de fiar para un caso como ese.
ResponderEliminarUn relato lleno de fuerza, Javier.
Un saludo
No esperaba un micro de esta clase: todo el juicio final en unas pocas líneas. Tal como lo describes, parece que habrá pocos que se salven. Esperemos que el abogado de las causas perdidas tenga éxito. O que el juez sea misericordioso.
ResponderEliminarExcelente micro. Saludos, Javier
Apocalíptico, el juicio final en cincuenta palabras.
ResponderEliminarGrande, Javier, enhorabuena.
Malu.
Muchas gracias por vuestros amables e interesantes comentarios. Un abrazo.
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