El despertar
Confesaba ser una soñadora. En realidad, una soñadora despierta, acosada por el insomnio que mutaba las madrugadas en realidades paralelas que se desvanecían al alba.
Una noche notó que alguien besaba su nuca y acariciaba sus cabellos. Tan placentera sensación le permitía flotar entre las sábanas, hasta naufragar: vivía sola.
Una noche notó que alguien besaba su nuca y acariciaba sus cabellos. Tan placentera sensación le permitía flotar entre las sábanas, hasta naufragar: vivía sola.
Has conjugado bien, la realidad de una solitaria con su deseo, abriendo muchas posibilidades de interpretación.
ResponderEliminar¿Sueño, Suicidio, Muerte?.
Me has abierto la mente, Francisco.
Suerte y saludos
Dicen que de ilusión también se vive. Igualmente podríamos decir de los sueños. Al fin y al cabo también pertenecen, según se mire, a la realidad de nuestra vida. Sueños tan agradables como el que narras, pueden dar sentido a una existencia. Lo malo es que no se pueden programar. De momento. Sabina dice en una de sus canciones "En la farmacia puedes preguntar:¿Tiene pastillas para no soñar?". Creo que llegará el momento en que podremos pedir pastillas para soñar. Todo se andará. Muy interesante el tema, Francisco. Saludos.
ResponderEliminarDecía no sé quién que lo peor de los sueños es que pueden hacerse realidad. Me parece que la protagonista del micro va a tener que recurrir a partir de hora a la Dormidina.
ResponderEliminarSaludos, Francisco
¡Hay tantas realidades e irrealidades paralelas...!
ResponderEliminarInteresante esos despertares.
Un saludo.
Malu.